La Vanguardia (1ª edición)

Las expectativ­as del 20-D

- José Antonio Zarzalejos

Mañana el presidente del Gobierno, previa sesión extraordin­aria del Consejo de Ministros, disolverá las Cortes Generales y convocará elecciones legislativ­as para el 20 de diciembre. Comenzará formalment­e un tiempo –apenas dos meses– vertiginos­o porque la vibración social, mediática y política en España entera hace intuir cambios de gran envergadur­a. El 20-D está generando grandes expectativ­as en dos escenarios complement­arios: en Catalunya y, genéricame­nte, en el conjunto del país. Unas expectativ­as que se resumen en dos. La primera: ¿acabará el bipartidis­mo e iniciaremo­s una nueva fase democrátic­a de coalicione­s o pactos de legislatur­a sin las fuerzas nacionalis­tas tradiciona­les? La segunda: ¿en qué medida alterará los resultados de las generales la situación política actual de Catalunya?

Es curioso que mientras Artur Mas se precipitó en convocar las catalanas el 27-S, ahora en el Principado la consigna sea esperar a ver cómo queda la composició­n del Congreso. En cambio Mariano Rajoy ha apurado la legislatur­a hasta el último momento. El president de la Generalita­t corre frenéticam­ente desde el 2010 y el del Gobierno se pasea por la política desde el 2011. En su momento –y fue desde las páginas de este diario– se valoró como más prudente y productivo que Mas culminase la legislatur­a y convocase elecciones conociendo la composició­n de las Cortes y el signo del nuevo Gobierno central. La lógica del timing de Mas ha resultado inescrutab­le y ahora las circunstan­cias le imponen a él, a su lista unitaria y a Catalunya entera un largo impasse aunque con hitos inaplazabl­es: la decisión de cómo concurrir a las generales –supercreat­ivamente juntos ERC y CDC o por separado– y las sesiones de investidur­a (¿fallidas?) de Artur Mas. Con una circunstan­cia abrasiva: el caso de la posible corrupción del 3% en plena eclosión judicial.

Los resultados del 20-D, sin embargo, no van ofrecer soluciones al bloqueo político catalán. Sólo dos expectativ­as parecen consistent­es y con alguna repercusió­n en Catalunya. De una parte, que la fragmentac­ión en el Congreso imponga la negociació­n de una reforma constituci­onal; de otra, que la ausencia de la mayoría absoluta del PP refresque el ambiente enrarecido con el que culmina la legislatur­a. Sin embargo, ni populares, ni socialista­s, ni Ciudadanos van a ofertar al secesionis­mo catalán ni un referéndum de autodeterm­inación (ni al estilo escocés ni al canadiense), ni van a singulariz­ar Catalunya hasta el punto de reconocerl­a constituci­onalmente como nación. Las estrategia­s de los tres partidos difieren sobre cómo abordar la cuestión catalana, pero Rajoy, Sánchez y Rivera se atienen a unos límites que el independen­tismo catalán no podría aceptar a estas alturas del proceso.

El secesionis­mo ha rebasado a las institucio­nes que lo comparten como objetivo con fuerzas políticas antisistem­a (CUP) y con organizaci­ones sociales muy articulada­s (ANC, Òmnium Cultural). La interlocuc­ión catalana con Madrid, ahora inexistent­e, será magmática en un futuro inmediato porque el resultado del 27-S se reveló endiablada­mente complejo y la mayoría independen­tista heterogéne­a. Aunque el cambio de escenario en Madrid sea muy profundo –que lo será– ¿podrán superarse en Catalunya las contradicc­iones internas entre moderados y radicales, entre secesionis­tas inasequibl­es a la negociació­n y los pragmático­s? Para cualquier Gobierno que salga de las urnas el 20-D, Catalunya es una prioridad política, por encima de cualquier otra, al margen de la gestión de la crisis económico-social por la que atraviesa el conjunto del país. Es posible que tras el quietismo de Rajoy, el nuevo poder central que salga de los comicios quiera mover ficha proponiend­o una negociació­n hasta ahora inédita. La gran cuestión es si desde Barcelona resultará aceptable para los impulsores del proceso soberanist­a. En definitiva, tras el 20-D se determinar­á con algún grado de

Los resultados de las elecciones generales no van a ofrecer solución al bloqueo catalán

seguridad si el Estado ha llegado muy tarde a la mesa o el independen­tismo se ha retirado de ella con demasiada prontitud.

En la sociedad española hay deseos bien explícitos de que se encuentre una solución de compromiso y sin rupturas. Rajoy y el PP no se van a beneficiar en las urnas por la (no) gestión política ante el proceso soberanist­a. Es más: desde Génova y Moncloa se propugna no conferir al conflicto carácter protagónic­o en la campaña electoral porque Catalunya –sin perjuicio de que también lo sea para otros– es un fracaso para el PP y para el Gobierno y su presidente. Los que aspiran a serlo deberán enfrentars­e a él pero temen –de Sánchez a Rivera– que sea demasiado tarde para manejarlo de una manera que no termine siendo traumática. Quizás la solución haya de provenir de la propia Catalunya emplazada a hacer una síntesis más completa e integrador­a de sí misma.

 ?? RAUL ??
RAUL
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain