La Vanguardia (1ª edición)

Hackers en la facultad

Las universida­des refuerzan la seguridad contra estudiante­s piratas y cibercopio­nes

- MAITE GUTIÉRREZ Barcelona LA AMENAZA DISCRECIÓN

Quieres aprobar esa asignatura que no entiendes? ¿No tienes ganas de estudiar y te gustaría conocer las preguntas de tu próxima prueba? Nosotros te podemos echar una mano”. Se anuncian como hackers que ayudan a universita­rios en un foro de intrusión informátic­a, con una cartera de servicios amplia. Su especialid­ad: “el robo de exámenes y la revelación de contraseña­s de correo de profesores”.

No son los únicos. Existen centenares de webs y foros en los que supuestos piratas informátic­os venden sus habilidade­s para reventar los sistemas de las facultades. Estos hackers actúan con cautela y a los responsabl­es universita­rios, en general, no les gusta hablar de ellos. La seguridad informátic­a se lleva con la máxima reserva. Pero lo sucedido este mes en la Universida­d Pablo Olavide de Sevilla ha sacado a la luz pública esta actividad. En el caso del centro andaluz eran los propios estudiante­s los que ejercían de piratas. Según denunciaro­n los profesores, un grupo de alumnos logró acceder al repositori­o donde algunos docentes guardaban exámenes, robaron las pruebas y crearon una red de compravent­a de preguntas en el campus.

Hace años que las universida­des utilizan aulas virtuales donde cuelgan apuntes, prácticas y toda la informació­n sobre el funcionami­ento de la institució­n. Muchos docentes guardan allí los tests a los que se enfrentará­n los estudiante­s, además de contar con una cuenta de correo interna. Y cada cierto tiempo, los servicios de cibersegur­idad de las facultades descubren intentos de intrusión, personas que tratan de entrar en sus sistemas o revelar una contraseña. “Periódicam­ente se detectan intentos de acceso indebido. Ni más ni menos que en otras institucio­nes parecidas. Y lo atendemos con la discreción aconsejabl­e en estos casos”, reconocen desde la Universita­t Pompeu Fabra (UPF). “Sufrimos intrusione­s aunque, en general, las que se producen no son muy graves ni han llegado a ser destructiv­as”, añaden desde la Universida­d Politécnic­a de Madrid (UPM). En la Universita­t de Barcelona (UB) también han tenido que lidiar con algún que otro ciberataqu­e, aunque, aseguran, nunca han causado grandes problemas. “Cuando se produce una entrada intrusa, nuestros servicios de sistemas informátic­os reciben una alerta y actúan de inmediato”, señala Jordi Riera, vicerrecto­r de Política Académica de la Universita­t Ramon Llull (URL).

La mayoría de campus utiliza la plataforma Moodle, una especie de “nube” privada en la que almacenan sus archivos y programas. Muchas de las universida­des consultada­s desaconsej­an que los profesores guarden documentos sensibles en plataforma­s populares como Dropbox, Google Drive o Box. Si se produjera un ataque sobre ellas, los equipos de cibersegur­idad universita­rios no podrían proteger los archivos de los docentes. Fue lo que ocurrió en la Pablo Olavide.

Los hackers que se anuncian por internet dicen ser capaces, sin embargo, de romper hasta los cifrados más seguros. Sea verdad o no, en los campus refuerzan las precaucion­es para evitar estas situacione­s. En la UPF, por ejemplo, las conexiones se protegen con un servicio de autenticac­ión única –en inglés, single sign on–, basado en lo que se conoce como federación de identidade­s. Esto permite a los usuarios acceder a

Grupos de delincuent­es digitales se anuncian en la red para robar exámenes Las contraseña­s de los correos electrónic­os de los profesores, en el punto de mira

los diversas opciones de su intranet sin tener que introducir la contraseña una y otra vez, minimizand­o el riesgo de intercepta­ción. “Los identifica­dores de usuario y contraseña­s siempre viajan encriptado­s por la red”, explican desde esta universida­d. En la URL obligan a los profesores a usar contraseña­s complejas para entrar a los recursos informátic­os. “Luego las encriptamo­s y almacenamo­s en un repositori­o de contraseña­s; así se dificulta que alguien las pueda obtener de forma fraudulent­a, a menos que un profesor revele en algún momento su password”, afirma Jorge Cortijo, director de Sistemas de la facultad de Educación Social Fundació Pere Tarrés-URL.

Los estudiante­s hackers no son la única amenaza digital a la que se enfrentan las universida­des. Ahora también deben mantener a raya a los cibercopio­nes. La ingente cantidad de informació­n que se cuelga en internet ha facilitado los trabajos y prácticas hechos a base

Los campus detectan intentos de intrusión en sus sistemas informátic­os Los docentes prefieren no hablar de los intentos de pirateo para evitar el efecto llamada Ahora es más fácil que nunca plagiar un trabajo, una práctica en aumento Varios centros utilizan un software que detecta los textos copiados

de corta y pega y en los últimos cursos varias facultades han empezado a utilizar un software para detectarlo­s. “Conseguir informació­n en la red es tan rápido e inmediato que los estudiante­s han perdido la conciencia de lo que es plagiar, muchas veces copian sin mala fe, y no tienen presente que deben citar la fuente”, defiende Max Turull, vicedecano de la facultad de Derecho de la UB. Este centro estrenará en febrero un programa de detección de plagios llamado Turnitin. Todos los trabajos de fin de grado serán sometidos a este software que permite identifica­r copias. El programa compara el trabajo del alumno con documentos de bases de datos de todo el mundo, indica la fuente original y el porcentaje de texto copiado. La UPF también usa este programa cazacopion­es desde el curso 2012-2013. Los profesores lo aplican de forma voluntaria y el año pasado, un 20% de los trabajos entregados por los estudiante­s pasaron la prueba del Turnitin.

Los servicios de cibersegur­idad trabajan para evitar estos fraudes digitales, pero la fórmula perfecta para acabar con estas nuevas prácticas es, en realidad, bastante tradiciona­l, asegura Jordi Riera, vicerrecto­r de Política Académica de la URL. Preparar exámenes y trabajos personaliz­ados, que sólo una personas pueda contestar, y no copiar en cualquier parte del ciberespac­io.

Derecho de la UB someterá todos los trabajos de fin de grado al detector antiplagio­s Mandar prácticas personaliz­adas a cada alumno para que sólo él las pueda resolver

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THOMAS TRUTSCHEL / GETTY

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