“La reforma del papa Francisco pide tiempo”
Josep Maria Abella, máximo responsable mundial de los Misioneros Claretianos durante 12 años
Josep Maria Abella acaba de finalizar su etapa de doce años como máximo responsable mundial de los Misioneros Claretianos. Es uno de los catalanes que han tenido más representación internacional en la vida religiosa. Ha formado parte del gobierno de los claretianos durante 24 años, ha sido vicepresidente de la Unión de Superiores Generales y participó en tres Sínodos de Obispos. Ahora vuelve a Japón. Nacido en Lleida en 1949, cuando todavía no estaba ordenado sacerdote fue a Japón como misionero claretiano y vivió allí casi veinte años. En Japón rezaba el breviario en japonés y en Roma en italiano.
¿Qué diferencia hay entre gestionar una congregación religiosa presente en 60 países y una multinacional?
Que nosotros no vamos a ganar dinero. No vamos a vender el producto. Nuestro objetivo es promover que la historia de la humanidad se vaya acercando poco a poco a lo que Dios quiere para sus hijos. Nuestro objetivos y los criterios de evaluación son evangélicos. Y tienes que respetar mucho la manera de hacerlo en cada lugar.
¿Un superior general manda?
Sólo de vez en cuando. Tiene que preocuparse de los otros hermanos, cuidar del carisma fundacional y sobre todo seguir los movimientos culturales, teológicos o eclesiales escuchando lo que pasa en las periferias sociales y geográficas.
¿Qué aportan las instituciones religiosas con presencia en todo el mundo?
Hay lugares del mundo donde la única presencia de Iglesia son los religiosos. Eso también interesa mucho en la Santa Sede y entre las congregaciones hay mucha cooperación. En el mundo somos casi un millón de personas de vida consagrada. Y sólo una cuarta parte somos hombres. Pero la universalidad no te dispensa nunca de incu-lturarte y te has de tomar muy seriamente la situación de la gente del lugar donde estás.
¿Qué lo llevó a Japón?
Fue una petición del superior general y en pocos años, después de Vaticano II, siete catalanes fuimos a Japón. Íbamos con la idea de proclamar el Evangelio y de servir a los cristianos de allí, pero no conocíamos ni el contexto ni la comunidad cristiana que había.
¿Y qué aprendió?
Como ser iglesia en un contexto minoritario. En Japón los católicos somos el 0,3% de la población. Nosotros no somos los protagonistas. Y la fuerza de una iglesia minoritaria es basa sólo en uno cosa: en la credibilidad. Este es el gran desafío de las iglesias europeas que cada vez serán más minoritarias, ser creíbles. También ser minoritarios es una oportunidad para retornar de una manera nueva al Evangelio.
Aquí hay también mucha gente fascinada por las religiones orientales.
Sí, incluso para la gente que ha sido educada en el cristianismo. Creo que el problema es que les hemos dado mucha catequesis y poca experiencia. Y la gente en el fondo busca una experiencia de fondo
que los toque.
Este domingo se acaba el Sínodo sobre la Familia. ¿El Papa está haciendo una revolución?
Yo creo que intenta cambiar muchas cosas. Primero su misma manera de ejercer. Las congregaciones religiosas estamos muy habituadas a estos procesos participativos de discernimiento. Tiene ganas de entrar en un diálogo abierto con la gente. Al mismo tiempo hay una continuidad: en la encíclica sobre la ecología, el más citado es el papa Benedicto. Francesc va dando pasos adelante, pero no lo quiere hacer sólo. Podría ir más deprisa firmando decretos, pero la reforma de la Iglesia la quiere hacer colegiadamente, y eso, pide tiempo. No actuará con un estilo totalitario. Irá haciendo consultas. Y siempre muy consciente de que la Iglesia es universal y tiene una variedad inmensa.
¿Desde fuera se ha dado demasiada importancia al tema de la homosexualidad o de los divorciados?
“El problema es que hemos dado a la gente mucha catequesis y poca experiencia”
NOVEDAD DEL SÍNODO “Empieza a preocupar qué respuesta ofrecer a la homosexualidad o a los divorciados”
Lo que es nuevo en estos temas es que ha empezado a preocupar de verdad qué respuesta damos. Hace unos años ya teníamos la respuesta. Y ahora, al menos, nos la cuestionamos. Eso es un cambio importante.
¿Qué reforma quiere al Papa?
Hacer la Iglesia más relevante en el mundo de hoy. Y no tanto por la doctrina, que no creo que cambie, sino siendo próxima a la gente e intentando repensar esta doctrina desde aquello que vive la gente, desde sus problemas. También es muy importante la descentralización. Que el organismo central de la Iglesia, la Santa Sede, se pueda centrar en aquello que es más fundamental. No es sólo una descentralización administrativa. Es querer centrarse mucho más en la vida y las preguntas de la gente. Eso te hace ir al núcleo del Evangelio: acercar a la gente a la experiencia de Dios que te abre los ojos a la vida.
¿Hay una batalla en Roma?
No lo sabría decir. Algunos no están demasiado de acuerdo con el Papa y no se pueden negar tensiones. Quizás más en personas jubiladas y que siguen teniendo su influencia. Pero conozco gente y cardenales de la curia que se sienten muy próximos al Papa y creo que una mayoría apoya los pasos que está dando.
CRISTIANISMO OCCIDENTAL