Una voz deslumbrante
No hay ninguna duda a estas alturas de que Cécile McLorin es la cantante de jazz más destacada que ha aparecido en el último decenio. Su carrera hasta esta consideración se puede calificar de bastante veloz. Emergió no hace más de un lustro cuando obtuvo el cotizado premio Thelonious Monk y hace dos años saltó a la arena discográfica con un sorprendente volumen titulado WomanChild que recibió una nominación a los Grammy. La obra no era sino una compilación de standards y piezas bastante poco conocidas por el gran público, que descubrió no solo la belleza de estas sino también la esplendorosa voz de McLorin, unas cuerdas vocales que ayudaban decisivamente a encontrar el quid de las canciones.
Su nueva entrega no deja de ser también sorprendente, y funciona como una continuación de aquel lanzamiento primigenio, de entrada por su criterio selectivo: algunas partituras gloriosas y bien conocidas como The trolley song y Stepsisters’ lament, y otras de conocimiento muy reducido. A ellas se suman cinco composiciones propias de un nivel excelente. Más allá de una calidad vocal que la sitúa en la senda directa de Bessie Smith, su arma más destacada en esta tesitura es la gran teatralidad con que dota sus interpretaciones, consiguiendo dar un tono subjetivo añadido imprescindible para entender su intencionalidad (Wives and lovers es una desarmante prueba de ello). Trío básico la arropa, comenzando por el descomunal pianista Aaron Diehl.