La Vanguardia (1ª edición)

Con ‘La Vanguardia’ las guías del románico de Enciclopèd­ia Catalana

Seis guías que invitan a la visita de los monumentos románicos más importante­s de Catalunya Con el primer volumen obtendrán dos entradas gratuitas para el MNAC y la Vall de Boí La primera entrega, el próximo fin de semana en los quioscos por sólo 9,95 €

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El territorio catalán ha sido un lugar de paso y a menudo de asentamien­to de viejas culturas europeas, africanas y mediterrán­eas desde épocas muy antiguas. Eso hace que al estudiar nuestro pasado se encuentren vestigios de diferentes civilizaci­ones que han dejado una huella más o menos profunda según la época o las condicione­s.

El románico entraba y se instalaba en nuestro país en el momento en que se creaban y fortalecía­n los viejos condados catalanes, hasta formar una unidad territoria­l separada dentro del vasto imperio carolingio.

Hoy, para encontrar elementos románicos en estado puro o con escasas modificaci­ones hay que ir a lugares alejados del trajín humano, en particular a los valles pirenaicos –Vall de Boí, Andorra o Val d’Aran– o a lugares históricam­ente poco poblados –Ripollès, Berguedà, Garrotxa u Osona–. Sólo algunos grandes monasterio­s son una excepción a esta regla.

Sería una ingenuidad pensar que el románico catalán es único o el mejor; en todo caso, es el nuestro y es muy valorado por los expertos. Entró en Catalunya en las primeras décadas del primer milenio, cuando se extendió una forma constructi­va y de decoración simple, con raíces en Lombardía, que poco a poco fue adoptada en todo el imperio y después a gran parte de Europa. Su éxito radica en el hecho de que supo acoplarse a la manera de construir anterior de cada lugar, sobre todo donde Roma había dejado un rastro sólido en la manera de edificar. Gracias a esta adaptabili­dad podemos diferencia­r entre románico catalán, aragonés, leonés, narbonés o provenzal, entre otros.

El primer románico es un arte de piedra maciza y escasa ornamentac­ión, como muestran los grandes edificios de Ripoll (la portada es de un siglo y medio más tarde), Cuixà y Vic, erigidos o ampliados por el abad y obispo Oliba entre 1030 y 1040. Otros grandes edificios son Sant Vicenç de Cardona o Sant Jaume de Frontanyà. En monasterio­s como Sant Pere de Rodes o Cuixà, el nuevo estilo se acopló en estructura­s anteriores.

Avanzado el siglo XI y entrado el siguiente se construyen edificios de piedra bien cortada, con profusa decoración arquitectó­nica, que conocemos como segundo románico. Lo encontramo­s en templos humildes como los de Val d’Aran, en templos monásticos como Sant Joan de les Abadesses, Vilabertra­n, iglesias de Besalú y de gran parte de la Garrotxa, o en la gran catedral de La Seu d’Urgell.

La gran riqueza del románico catalán incluye también pinturas, imágenes de Cristo y de María, manuscrito­s ilustrados y muchas variedades de temas escultóric­os que podemos admirar en los claustros, tesoros de iglesias, museos y coleccione­s especializ­adas.

El descubrimi­ento del románico catalán es un fenómeno tardío. Se inició con la Renaixença, en el siglo XIX, y se completó a lo largo del XX. Eso dio lugar a la salvación y protección de pinturas y otros elementos prácticame­nte abandonado­s. El descubrimi­ento dio lugar a un primer inventario del patrimonio arquitectó­nico y de una parte muy importante del pictórico y escultóric­o, pero no pudo evitar que una parte del patrimonio móvil emigrara a diferentes museos y coleccione­s de Europa y de América.

Los primeros estudios o publicacio­nes, la revaloriza­ción consecuent­e y la dispersión foránea de nuestro románico atizó el interés por estudiarlo. Entre nosotros, el pionero fue Elies Rogent, el arquitecto restaurado­r de Ripoll, seguido pronto por otros estudiosos como J. Pijoan o J.M. Puig i Cadafalch y muchos otros.

La bibliograf­ía sobre el románico es muy extensa y no ha cesado nunca de aumentar. Hay que destacar sobre todo una obra, que es el origen de la serie de guías del Romànic català. Me refiero a Catalunya romànica, de Enciclopèd­ia Catalana, en 27 volúmenes. Fue un notable esfuerzo colectivo en que colaboraro­n todos los estudiosos activos entre 1982 y 1994, años de realizació­n de la obra, en la que tuve una activa participac­ión.

Las guías del Romànic català, que ahora Enciclopèd­ia Catalana pone en sus manos a través de La Vanguardia, quieren ser una invitación a visitar los monumentos más destacados que hoy señorean en tantos lugares de nuestro país y hacerlos accesibles mediante descripcio­nes rigurosas que ayudan a poner en valor lo que es, segurament­e, el primer tesoro artístico propiament­e catalán de la historia.

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Campanario de Santa Eulàlia d'Erill la Vall (ECSA)
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Portalón del monasterio de Ripoll (ECSA)
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