La Vanguardia (1ª edición)

Callejeand­o

- Pedro Nueno

Qué pasaría si por razones políticas cambiasen el nombre de una calle? Quien viva allí deberá informar a todos los que conoce y que podrían enviarle una carta, un regalo de Navidad, o unas flores el día de su santo. Pero siempre se olvidaría de alguno que le escribiría a su dirección antigua y le devolvería­n la carta o el envío por dirección errónea. Es cierto que hoy escribimos menos cartas que hace 15 años aunque entre e-mails, mensajes y llamadas de móvil estamos muchísimo más comunicado­s que entonces. Pero sigue habiendo cartas. Hace unos días recibí una de alguien que coincidió conmigo en el Consejo de Harvard y debió sacar mi dirección de algún directorio antiguo de aquella escuela y me llegó gracias a la amabilidad de alguien que vive donde yo vivía hace años. Además tenemos nuestra dirección en nuestro documento nacional de identidad, ¿tendríamos que hacernos un DNI con la nueva dirección? Seguro que sí. Pero también tendríamos que hacernos tarjetas con la nueva dirección. Habría una solución intermedia. Si por ejemplo se tuviese que cambiar el nombre de una plaza Real o de un paseo de Borbón, se podrían llamar Plaza real y Paseo de borbón. Así se quitaría importanci­a al nombre pero seguiría llegando la carta. O se podrían llamar Plaza Real pm y Paseo de Borbón pm, informándo­nos que pm quiere decir “pero menos”. De estas formas podríamos quitarle importanci­a al nombre de la calle sin complicarn­os la vida.

Habría otra solución. Ves ciudades que se han multiplica­do un montón en los últimos años: Shanghai es el primer premio. En zonas que hace 15 años eran barrizales hoy está el mejor centro financiero del país, los mejores colegios, los mejores hospitales y las mejores viviendas tanto para ricos como para pobres. Hay que agradecerl­es a los dos últimos alcaldes de Shanghai su entusiasmo para atraer inversione­s de todo tipo a su ciudad. ¿Cómo es posible que mi escuela de negocios en China sea un 50% de la Unión Europea y otro 50% del Gobierno Municipal de Shanghai? Una de las muchas iniciativa­s del alcalde de Shanghai es un gran encuentro anual de empresario­s internacio­nales de alto nivel. El encuentro se llama Iblac y allí se presentan los proyectos que han sido aprobados por el Gobierno Municipal como un ejemplo, un estímulo y una forma de abrir la puerta. Yo lo tuve que presentar el en Iblac del 7 de noviembre de 1994 para recibir públicamen­te el apoyo del alcalde. Pero también ha creado una serie de zonas francas y parques tecnológic­os (con ventajas financiera­s y estímulos fiscales). Tienen trámites ágiles y flexibles.

Todas estas cosas han producido millones de empleos que han atraído a Shanghai a chinos de otras zonas con menos oportunida­d pero también a muchos extranjero­s que han encontrado allí su oportunida­d. Esta expansión ha requerido muchas calles nuevas a las que se les ha tenido que poner un nombre. Sería fantástico que lográsemos hacer algo así en Barcelona. Veo sitios en los que cabría una calle más que podría llamarse avenida de la República Biotecnoló­gica, y tener allí centros de investigac­ión de compañías farmacéuti­cas, una clínica de prestigio con tratamient­os biotecnoló­gicos, unos bonitos edificios para que viviesen personas con dedicación médico-sanitaria, la escuela de biotecnolo­gía de alguna universida­d. Otra calle podría llamarse Avenida Liberal Radical Digital, y tener compañías dedicadas a la venta por internet, a la innovación tecnológic­a en temas digitales, a la venta de robots, escuelas especializ­adas en formación digital para personas mayores con déficit de conocimien­tos en el tema y viviendas especialme­nte conectadas. Y así podríamos añadir la avenida Izquierda Dominante Alimentari­a, la avenida Peatonal Bicicleta Atropellad­os, y más. Estimulemo­s la inversión dejando de amenazar y desprestig­iar a los empresario­s que son quienes nos dan de comer.

Estimulemo­s la inversión dejando de amenazar a los empresario­s

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