Callejeando
Qué pasaría si por razones políticas cambiasen el nombre de una calle? Quien viva allí deberá informar a todos los que conoce y que podrían enviarle una carta, un regalo de Navidad, o unas flores el día de su santo. Pero siempre se olvidaría de alguno que le escribiría a su dirección antigua y le devolverían la carta o el envío por dirección errónea. Es cierto que hoy escribimos menos cartas que hace 15 años aunque entre e-mails, mensajes y llamadas de móvil estamos muchísimo más comunicados que entonces. Pero sigue habiendo cartas. Hace unos días recibí una de alguien que coincidió conmigo en el Consejo de Harvard y debió sacar mi dirección de algún directorio antiguo de aquella escuela y me llegó gracias a la amabilidad de alguien que vive donde yo vivía hace años. Además tenemos nuestra dirección en nuestro documento nacional de identidad, ¿tendríamos que hacernos un DNI con la nueva dirección? Seguro que sí. Pero también tendríamos que hacernos tarjetas con la nueva dirección. Habría una solución intermedia. Si por ejemplo se tuviese que cambiar el nombre de una plaza Real o de un paseo de Borbón, se podrían llamar Plaza real y Paseo de borbón. Así se quitaría importancia al nombre pero seguiría llegando la carta. O se podrían llamar Plaza Real pm y Paseo de Borbón pm, informándonos que pm quiere decir “pero menos”. De estas formas podríamos quitarle importancia al nombre de la calle sin complicarnos la vida.
Habría otra solución. Ves ciudades que se han multiplicado un montón en los últimos años: Shanghai es el primer premio. En zonas que hace 15 años eran barrizales hoy está el mejor centro financiero del país, los mejores colegios, los mejores hospitales y las mejores viviendas tanto para ricos como para pobres. Hay que agradecerles a los dos últimos alcaldes de Shanghai su entusiasmo para atraer inversiones de todo tipo a su ciudad. ¿Cómo es posible que mi escuela de negocios en China sea un 50% de la Unión Europea y otro 50% del Gobierno Municipal de Shanghai? Una de las muchas iniciativas del alcalde de Shanghai es un gran encuentro anual de empresarios internacionales de alto nivel. El encuentro se llama Iblac y allí se presentan los proyectos que han sido aprobados por el Gobierno Municipal como un ejemplo, un estímulo y una forma de abrir la puerta. Yo lo tuve que presentar el en Iblac del 7 de noviembre de 1994 para recibir públicamente el apoyo del alcalde. Pero también ha creado una serie de zonas francas y parques tecnológicos (con ventajas financieras y estímulos fiscales). Tienen trámites ágiles y flexibles.
Todas estas cosas han producido millones de empleos que han atraído a Shanghai a chinos de otras zonas con menos oportunidad pero también a muchos extranjeros que han encontrado allí su oportunidad. Esta expansión ha requerido muchas calles nuevas a las que se les ha tenido que poner un nombre. Sería fantástico que lográsemos hacer algo así en Barcelona. Veo sitios en los que cabría una calle más que podría llamarse avenida de la República Biotecnológica, y tener allí centros de investigación de compañías farmacéuticas, una clínica de prestigio con tratamientos biotecnológicos, unos bonitos edificios para que viviesen personas con dedicación médico-sanitaria, la escuela de biotecnología de alguna universidad. Otra calle podría llamarse Avenida Liberal Radical Digital, y tener compañías dedicadas a la venta por internet, a la innovación tecnológica en temas digitales, a la venta de robots, escuelas especializadas en formación digital para personas mayores con déficit de conocimientos en el tema y viviendas especialmente conectadas. Y así podríamos añadir la avenida Izquierda Dominante Alimentaria, la avenida Peatonal Bicicleta Atropellados, y más. Estimulemos la inversión dejando de amenazar y desprestigiar a los empresarios que son quienes nos dan de comer.
Estimulemos la inversión dejando de amenazar a los empresarios