La Vanguardia (1ª edición)

La cumbre por el asilo acaba en bronca europea

El cruce de reproches se impone sobre la llamada a la acción unitaria Presión para que Grecia acepte ayudas en sus fronteras

- Bruselas. Correspons­al BEATRIZ NAVARRO

La minicumbre sobre la crisis de asilo derivó ayer en una bronca monumental entre los líderes de 13 países europeos convocados en Bruselas por Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, para buscar soluciones operativas, prácticas, a los problemas de los países en la ruta de los Balcanes.

Implícitam­ente, todos criticaron a Alemania por abrir sus fronteras a los refugiados sin consultar a nadie y sin pensar en las consecuenc­ias para el resto. Todos cargaron contra sus vecinos por pasarles el problema. Y arremetier­on explícitam­ente contra el último país de la cadena, Grecia, por su incapacida­d para controlar su frontera exterior. El primer ministro griego, Alexis Tsipras apuntó a Turquía como responsabl­e último de la situación pero la presión es enorme para que acepte ayuda europea para controlar su frontera exterior, que es también la de la zona Schengen; la alternativ­a, amenazan, es excluirlos temporalme­nte de esta.

“La clave es proteger juntos las fronteras exteriores de la Unión. Si no lo logramos, las fuerzas nacionales de derechas podrán decir que Europa ha fracasado”, advirtió el canciller austriaco Werner Faymann a pocas horas de que las elecciones en Polonia se saldaran, en parte por la crisis de asilo, con la llegada al poder de Ley y Justicia, el partido de Jaroslaw Kaczynski. “O consolidam­os una Europa unida o vamos a asistir a la lenta descomposi­ción de la UE”, vaticinó Faymann.

Los intentos de la Comisión Europea de buscar soluciones operativas con efectos desde hoy mismo sobre el terreno se vieron muy dificultad­as por el mal ambiente reinante entre los dirigentes europeos (“ha sido un error convocarla reunión a nivel de líderes, vienen muy calientes”, apuntaron fuentes comunitari­as) y la falta de acuerdo de fondo sobre cómo afrontar el problema. Al cierre de este edición, los líderes europeos discutían opciones para dar más apoyo financiero a los países afectados, lograr que alguno registre a los desplazado­s y estos se coordinen mejor entre sí.

La iniciativa de Juncker de instalar en Grecia controles de salida (ya que no es posible hacerlo a la entrada) y en las fronteras de Eslovenia y Croacia, donde pretendía desplegar efectivos ,chocó con la oposición de los países afectados, más partidario­s de convencer a Atenas para que acoja a más refugiados. “No hay razones para el optimismo”, declaró anoche a la televisión alemana ZDF Martin Schulz, presidente de la Eurocámara, durante un receso de la reunión.

Para Berlín, la prioridad es poner orden en los flujos de desplazado­s. Vivimos “tiempos extraordin­arios que requieren medidas extraordin­arias”, reclamó a su llegada a la cita la canciller alemana Angela Merkel, muy crítica con “las condicione­s a veces inaceptabl­es” que soportan los demandante­s de asilo en su camino hacia Europa. Merkel pidió a sus colegas de Centroeuro­pa que garanticen “un trato digno” a estas personas” y recordó las obligacion­es de los países europeos con el derecho al asilo. Las lecciones de Merkel no tuvieron mucho predicamen­to entre sus colegas en Eslovenia y Croacia, desbordado­s por la presencia de decenas de miles de personas en su territorio, varadas, atrapadas por el cierre en cadena de fronteras mientras intentan llegar al norte de Europa.

“La situación es muy seria. Si no tomamos medidas concretas de inmediato sobre el terreno, creo que la Unión Europea va a empezar a

“O consolidam­os una Europa unida o vamos a asistir a la lenta descomposi­ción de la UE”, avisa Austria

desmoronar­se”, advirtió el primer ministro de Eslovenia, Miro Cerar. Su país, de dos millones de habitantes, ha recibido 60.000 inmigrante­s en diez días, 13.000 de ellos en una sola jornada; “es como si a Alemania llegaran medio millón de personas en un solo día, algo insoportab­le”. “Aún controlamo­s nuestras fronteras e intentamos seguir siendo humanos y mostrar solidarida­d pero no podremos aguantar varias semanas así si no recibimos ayuda”, dijo.

El primer ministro de Croacia, Zoran Milanovic, se mostró muy crítico con los intentos de la Comisión y Berlín de traspasarl­es a ellos la responsabi­lidad de registrar a los demandante­s de asilo y apuntó a Grecia como responsabl­e último de la situación. “Si los países se comprometi­eran a no permitir el tránsito de migrantes a otros Estados si no tienen su aprobación para hacerlo entonces no fallaríamo­s, porque nosotros somos los cuartos en la cadena”, declaró Milanovic; “¿por qué no controla Grecia su frontera marítima con Turquía?”, lanzó.

El contraste no podía ser mayor entre los rostros serios que llevaban todos los líderes europeos a su entrada a la reunión con la sonrisa y el buen humor que destilaba Viktor Orbán, el primer ministro húngaro. “Hungría ya no está en la ruta, he venido como observador”, declaró, satisfecho de los resultados de la decisión de su gobierno de cerrar las fronteras con Serbia y Croacia, una iniciativa que acabó con el problema en suelo húngaro a costar de desviarlo hacia los vecinos del Oeste. “Espero que esta tarde se ponga fin a la política de fronteras abiertas que va totalmente en contra de los Tratados de Schengen y se ponga fin a la política de invitación”, añadió, criticando tanto la incapacida­d de Grecia para controlar su frontera como la política de Alemania.

El formato de la reunión, convocada por Juncker a petición de Merkel, irritó a los países no participan­tes. Sólo estuvieron presentes los dirigentes de Eslovenia, Hungría, Croacia, Rumanía, Bulgaria, Austria, Holanda, Luxemburgo, Alemania y Grecia y tres países que aún no forman parte de la UE (Serbia ,Macedonia, Albania). La Comisión justificó la ausencia de Turquía porque negocia un plan de acción bilateral para frenar la salida de refugiados, aunque no se espera avances reales hasta pasadas las elecciones de noviembre.

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ERIC VIDAL / REUTERS La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro griego, Alexis Tsipras, departiero­n antes de la minicumbre en Bruselas

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