Scioli se perfila como vencedor de los comicios argentinos
Los sondeos mantienen la incógnita sobre si será necesaria una segunda vuelta
Daniel Scioli fue ayer el vencedor de la primera vuelta de los comicios en Argentina, con lo que se cierra la etapa de los Kirchner. Según los sondeos disponibles al cierre de esta edición, aventajó al conservador Macri y el peronista Massa.
El kirchnerista y gobernador de Buenos Aires, de 58 años, Daniel Scioli, venció las elecciones presidenciales de ayer en Argentina. El conservador Mauricio Macri quedó segundo. El peronista de centroderecha Sergio Massa, tercero. Este resultado se desprende de las encuestas a pie de urna de los diferentes partidos a las que tuvo acceso La Vanguardia.
Los porcentajes de estos sondeos partidistas eran similares, con variaciones máximas de dos puntos, lo que al cierre de esta edición –todavía sin resultados oficiales– hacía mantener aún la principal incógnita de estos comicios: ¿habrá segunda vuelta el 22 de noviembre?
Para ser electo presidente en primera vuelta, Scioli necesita llegar al 45% de los votos. En ese caso habría ganado directamente, pero ninguno de los citados sondeos le otorgaba esa cifra. El kirchnerista también esquivaría la segunda vuelta si supera el 40% y Macri queda, al menos, a diez puntos de distancia.
De los sondeos a pie de urna, el más favorable para Scioli es precisamente el filtrado por su partido, según el cual vencería en primera vuelta, pero con números ajustadísimos: 41% contra el 30,5% para Macri. A esa hora de la noche era necesario tomarlo con pinzas.
No obstante, la victoria de Scioli y el segundo lugar para Macri eran previsibles. Todas las encuestas lo vaticinaban y no mostraban más allá de dos o tres puntos de diferencia con las primarias obligatorias de agosto, cuando se dibujó escenario de segunda vuelta porque Scioli, candidato del Frente para la Victoria (FPV) logró el 38% de los votos, frente al 30% de la coalición centroderechista Cambiemos, encabezada por Macri. En las primarias, la coalición Unidos por una Nueva Alternativa (UNA), liderada por Massa, obtuvo el 20%.
Haya o no segunda vuelta –inédita en Argentina–, y gane quien gane, queda claro que el país cerrará la etapa de doce años y medio de kirchnerismo el 10 de diciembre, cuando el próximo presidente jurará ante el parlamento en sustitución de Cristina Fernández. La mandataria ha ocupado el cargo los últimos ocho años, que se suman a los cuatro años y medio que gobernó su difunto marido, Néstor Kirchner, fallecido en 2010.
Aun si Scioli es elegido presidente, el país da por superado el fuerte presidencialismo de la era Kirchner
Scioli es formalmente el candidato de la presidenta pero ningún analista duda de que, si finalmente llega a la Casa Rosada, marcará distancias con ella y se iniciará el sciolismo, aunque es probable que los sectores ultrakirchnerismo y Fernández tratarán de condicionar al nuevo gobierno.
“Cualquiera que sea el resultado de hoy, con o sin balotaje, la consecuencia directa será que un ciclo en el poder ha terminado”, escribía ayer el director de Clarín, Ricardo Kirschbaum. “El sistema político debe recuperar un punto de equilibrio, la división de poderes debe ser real, el extremado presidencialismo debe atenuarse y la arbitrariedad despótica tiene que ser erradicada de las prácticas políticas”, continuaba el responsable del principal diario argentino, enfrentado abiertamente al kirchnerismo.
La mandataria votó en la ciudad patagónica de Río Gallegos y aprovechó para hacer una lectura exitosa de la “década ganada”, como el kirchnerismo define a este ciclo de gobierno que termina y que se inició en el 2003 con la llegada a la presidencia de Néstor Kirchner. “No hay nadie que tenga miedo a que le pase nada económicamente, nadie con miedo a perder su trabajo; estamos en un país con plena ocupación, con los índices más bajos de desocupa-
ción de toda la historia para este último trimestre, con una actividad económica y un crecimiento económico único en Latinoamérica”, dijo Fernández.
Por su parte, los tres principales candidatos madrugaron para votar. “Dios dirá y el pueblo decidirá”, declaró Scioli en el colegio electoral. Mientras tanto, Macri y Massa se refirieron a la necesidad de evitar cualquier irregularidad, teniendo en cuenta la polémica por los comicios de agosto en la provincia de Tucumán, donde se produjeron numerosas denuncias de fraude. Entonces, la oposición impugnó la victoria del candidato kirchnerista y un tribunal anuló las elecciones, pero luego el Tribunal Supremo provincial las convalidó.
Macri se mostró ayer tajante al decir que no aceptará “nada del orden de lo que pasó en Tucumán”. Por su parte, Massa advirtió de la necesidad de “cuidar los votos de la gente”.
No obstante, ayer medios de comunicación y dirigentes políticos –oficialistas y opositores– no paraban de referirse al “efecto Tucumán” para explicar las pocas denuncias de irregularidades que se habían producido en todo el país y especialmente en la provincia de Buenos Aires, que concentra el 40% del censo y que históricamente se ha puesto como ejemplo de bolsas de fraude.
De hecho, los comicios de Tucumán fueron un acicate para que tanto gobierno como oposición redoblasen esfuerzos. El kirchnerismo, para evitar cualquier deslegitimación ante una victoria de Scioli, dado el previsible y ajustado resultado para saber si habría o no segunda vuelta. Y la oposición, para asegurarse la limpieza de los comicios.
Un papel relevante lo jugó ayer Red Ser Fiscal, una ONG que vela para evitar el fraude electoral. La organización –cuyos responsables fueron recibidos en marzo por el Papa Francisco–, logró convocar y formar a 55.000 fiscales (interventores) para que controlasen los comicios en nombre de los partidos políticos.
Además de presidenciales, ayer también se eligieron parcialmente diputados y senadores, gobernadores, legisladores y alcaldes en once provincias y parlamentarios del Mercosur.