La Vanguardia (1ª edición)

Líderes que no lo fueron

Los dirigentes socialista­s que en el 2010 parecían destinados a liderar el PSC han ido perdiendo peso e influencia

- IÑAKI ELLAKURÍA Barcelona

La generación de dirigentes socialista­s que surgió tras la derrota de Montilla se ha diluido casi por completo.

En diciembre del 2010, con un PSC en estado de shock por el descalabro electoral de José Montilla en las urnas y el consiguien­te derrumbe de la estructura de poder que había controlado el partido durante casi dos décadas, alzó la voz un grupo de jóvenes, forjado políticame­nte en los despachos de los gobiernos tripartito y los ayuntamien­tos, y que fue apodada mediáticam­ente como generación Blackberry, al ser este el modelo de teléfono utilizado por los cargos de la administra­ción catalana en aquella época. Entre los rostros de esa nueva hornada socialista, unida por vínculos de amistad tras años de militancia, destacaban los de Rocío Martínez-Sampere, Francesc Vallès, Laia Bonet, Àlex Sáez, Marc Murtra, Jaume Collboni, Laia Bonet, Pep Martí, Daniel de Torres, Meritxell Batet, Marcel Prunera, Carles Martí, Jordina Freixanet, Núria Parlón, Consol Prados, Albert Aixalà...

Menores de 40 años, lucían brillantes currículos académicos amén de experienci­a profesiona­l. Procedían en su mayoría del maragallis­mo político, pero se habían integrado sin problemas en el aparato del PSC; miraban con envidia a Ed Miliband, a la sazón substituto de Gordon Brown al frente del laborismo británico y estaban convencido­s de que el futuro del socialismo catalán estaba en sus manos.

Con la fuerza de esa convicción, por primera vez dieron un paso al frente, desmarcánd­ose de los que habían sido sus tutores y jefes políticos durante años, para pedir una renovación a fondo del PSC, tanto de su estructura interna como de sus bases ideológica­s. Incluso, semanas antes de que se celebrase el XII congreso del PSC, en el que se debía elegir al sustituto de Montilla como primer secretario, se plantearon formar una candidatur­a alternativ­a a la de Pere Navarro. El escogido para liderar aquella aventura era Vallès, con mucha proyección mediática al ser un destacado diputado a Cortes.

Las dudas sobre su fuerza interna, Navarro contaba en ese momento con el apoyo sin fisuras del aparato, y sobre todo el temor a poner en riesgo sus cargos institucio­nales enfrentánd­ose con una cúpula del PSC que ya tenía escrito el guion del posmontill­ismo, pesaron más en aquellos jóvenes socialista­s que sus sueños de cambio. Así, a pocos días antes del Congreso, en un acto celebrado en la sede de la UGT en Barcelona, los Blackberry tiraron la toalla y ofrecieron su apoyo a Navarro frente a las candidatur­as lideradas por Àngel Ros y Joan Ignasi Elena, respectiva­mente. Este movimiento, a la postre decisivo para la victoria de Navarro, vino acompañado de una manifiesto en el que pedían un PSC “más arraigado al tejunio rritorio” y abierto a la sociedad, después de una década de bunkerizac­ión del núcleo duro de Montilla, así como la asunción de las primarias internas como método de elección de los candidatos del PSC.

Ese amago de asaltar los despachos de la calle Nicaragua, sede del PSC, fue segurament­e, el canto del cisne de una generación de jóvenes dirigentes socialista­s que empezó a diluirse y perder peso político, tanto dentro como fuera del partido, hasta llegar al momento actual, en el que la mayoría de ellos, con excepcione­s como la de Meritxell Batet, están fuera del PSC o en una segunda línea a la espera de tiempos más propicios, como es el caso de Jaume Colboni y Núria Parlón

El ocaso de los Blackberry queda reflejado en las listas electorale­s para el 20-D que el PSC aprobó el sábado. Dos de sus miembros más destacados y con mejores conexiones con el PSOE, Francesc Vallès y Àlex Saez, que además formaron parte del equipo de campaña de Eduardo Madina en las primarias, han quedado fuera de la candidatur­a. Vallès, exportavoz adjunto del PSOE en el Congreso la pasada legislatur­a, se deberá conformar ahora con liderar la oposición en el ayuntamien­to de Reus. Sàez, portavoz adjunto del PSOE en la Comisión de Exteriores, ha optado por regresar a Girona, su ciudad natal, y dedicarse a la abogacía.

Otro caso muy simbólico es el de Rocío Martínez-Sampere, quien en renunció a su escaño en el Parlament y, tras trasladars­e a vivir a Madrid, ha asumido la dirección de la Fundación Felipe González. Durante una legislatur­a portavoz económica del socialismo catalán, tras la llegada de Navarro se fue situando en posiciones soberanist­as y distancián­dose del núcleo duro del PSC. Participó en las primarias para liderar la candidatur­a del PSC en Barcelona, en una disputa en las que compitió con otros Blackberry, como Bonet y Collboni. Bien conectada con la vieja guardia del PSOE, entre ellos el exministro Javier Solana, ha encontrado acomodo en la fundación del expresiden­te, donde tiene el cometido de fomentar el diálogo entre Catalunya y el resto de España. Lejos de los órganos de dirección del partido y dedicados en su mayor parte a la actividad privada también están otros Blackberry como Pep Martí, Consol Prados, Marcel Prunera y Daniel de Torres. También ha dado el salto a la empresa privada Laia Bonet, quien después de su fracaso en las primarias de Barcelona y dejar la ejecutiva del PSC se ocupa de las “relaciones institucio­nales” de ATLL.

Otro caso es el de Jaume Collboni y Núria Parlón, situados, y no por voluntad propia, en una segunda línea en el PSC. Collboni dirige el grupo municipal del PSC en Barcelona, muy mermado después del batacazo en las elecciones municipale­s de mayo, en las que pasó de once a cuatro concejales. Un resultado pésimo en el antaño bastión socialista que le ha hecho perder influencia y voz en el partido. Como se ha ido apagando el aura que rodeaba a Parlón, quien pese a obtener una cómoda mayoría absoluta en el ayuntamien­to de Santa Coloma de Gramenet no goza de la confianza de la actual ejecutiva, sobre todo después de amagar con presentars­e en el 2014 como sustituta de Navarro y renunciar por sorpresa y cuando el relevo parecía hecho.

La excepción entre los declinante­s Blackberry se llama Meritxell Batet. Después de años con un perfil más bien discreto como diputada en el Congreso, en parte por la desconfian­za que provocó en la dirección del PSC su matrimonio con el dirigente popular José María Lasalle, con la llegada de Pedro Sánchez cambió su suerte. Batet entró en la ejecutiva del PSOE y recienteme­nte ha sido nombrada número dos de la lista a las generales. Ella es hoy el principal referente de una generación que estaba llamada a dirigir el PSC y que por errores propios y fuego amigo se ha ido diluyendo.

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 ?? Blackberry­s. ?? Jaume Collboni, líder PSC de Barcelona; Rocío Martínez Sampere, directora de la Fundación Felipe González; Francesc Vallès, exdiputado, Àlex Sáez, exdiputado, Laia Bonet (ATLL)
Blackberry­s. Jaume Collboni, líder PSC de Barcelona; Rocío Martínez Sampere, directora de la Fundación Felipe González; Francesc Vallès, exdiputado, Àlex Sáez, exdiputado, Laia Bonet (ATLL)
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