El cambio se resiste y Guatemala opta entre una ex primera dama y un humorista
El movimiento de indignación que acabó con el mandato del presidente guatemalteco Otto Pérez Molina no ha podido evitar que el sistema tradicional de partidos se adueñara del proceso electoral en marcha para designar a su sucesor. Los ciudadanos descontentos no han logrado articular una opción que llevar a las urnas y asisten, tal vez con indignación renovada, a la batalla por el poder que libran un excomediante y una ex primera dama.
Porque esta era la disyuntiva que los 7,8 millones de electores llamados a votar en segunda vuelta debían resolver ayer en Guatemala. O elegían al humorista y telepredicador evangélico Jimmy Morales, de 46 años y favorito en las encuestas pese a su nula experiencia política, o se quedaban con Sandra Torres, de 60 años y ex esposa del presidente Álvaro Colom, que gobernó el país entre 2008 y 2011.
Ninguno de los dos candidatos representa el sentimiento de profundo descontento que el pasado mes de septiembre inundó las calles del país de miles de ciudadanos hartos de la corrupción política y terminó con la carrera de Pérez Molina. No lo hace Morales, aunque esgrima un mensaje de antipolítica, por ser el hombre de los militares y las iglesias pentecostales, además de defender posturas ultraconservadoras en asuntos de interés social como el aborto o el matrimonio homosexual. Pero tampoco lo hace Torres, pese a que se define como socialdemócrata, por sus alianzas de interés con personajes de la derecha tradicional.
En todo caso, quien se alce con la victoria y asuma el poder el próximo 14 de enero –las encuestas otorgan a Morales una intención de voto cercana al 60%– deberá lidiar con un país hundido en la corrupción, el fraude fiscal y la desigualdad. Los analistas le auguran tiempos difíciles: tendrá que resolver problemas acuciantes, como la bancarrota en las finanzas públicas, pero también construir un relato de credibilidad ante la va-
El ganador de los comicios, con ventaja de Morales, gobernará un país dominado por el fraude y la corrupción
riada alianza coyuntural de sectores sociales que impulsó las protestas.
La completa inexperiencia del favorito Morales, candidato del Frente de Convergencia Nacional/Movimiento Nación (FCN-Nación), presenta muchas dudas sobre su capacidad de gestión, pero los vínculos que le unen a los sectores más rancios del ejército, abren mayores interrogantes sobre su voluntad política para combatir la rampante corrupción que mina las instituciones del estado. La red de expolio ha estado tradicionalmente controlada por los uniformados, como lo era el ex presidente y ex general Pérez Molina, cabeza de una trama que defraudaba las arcas públicas desde el sistema nacional de aduanas. Hoy está tras las rejas, junto a su vicepresidenta Roxana Baldetti, a la espera de juicio.
Los indignados guatemaltecos darán el beneficio de la duda a quien gane, pero si no responde a sus demandas bien podrían encender las calles de nuevo y derribarlo. Ya lo hicieron una vez.