‘Naming’ electoral
La constitución del Parlament de Catalunya y la convocatoria de las elecciones a las Cortes españolas del 20-D nos confrontan con un notable fenómeno de naming electoral. A menos de dos meses algunas de las candidaturas que se presentarán no tienen ni nombre. Esto no sucedía desde la época en que la izquierda abertzale debía presentar marcas sucesivamente mutantes para intentar esquivar las prohibiciones legales. La compleja situación política comporta tanta incertidumbre que el nombre podría ser determinante. En las elecciones catalanas del 27S ya vimos dos candidaturas de confluencia con nombre nuevo y suerte desigual: Junts pel Sí y Catalunya Sí que es Pot. Ninguna de las dos parece que tenga previsto presentarse al 20-D bajo el mismo nombre. De hecho, todas las confluencias que pretendían tener relación con Podemos están en crisis por la decisión de Iglesias de concurrir sólo bajo esta marca. Entre las catalanohablantes, ni Compromís en el País Valenciano ni MES en las Baleares ni Barcelona en Comú parecen dispuestas a diluirse en la primera persona del plural del verbo poder.
En cuanto a JxSí la decisión de repetir fórmula aún no está tomada pero si se toma deberán hallar otro nombre, porque ya me dirán qué sentido toma el Sí en el seno de las Cortes españolas. ¿Sí a qué? La semana pasada el doctor en Lingüística Lluís de Yzaguirre proponía en un tuit que la candidatura se llame “Catalunya Independent” y argumentaba que cada vez que el presidente del Congreso les tuviera que dar la palabra sufriría un ataque. Seguro que la brigada Aranzadi hallaría base legal para impugnarlo, pero lo cierto es que es un nombre claro, que responde a la pregunta que los casi dos millones de votantes de JxSí pueden hacerse: Si queremos independizarnos, ¿para qué hay que ir al Congreso? Pues para negociarlo desde dentro. El mensaje Catalunya Independent es inequívoco. Otras alternativas de naming electoral para la presunta nueva versión de la coalición que ganó las elecciones del 27-S no parecen tan claras. Está la solución tópica: Junts per Catalunya. Mantiene la primera parte de la marca pero aporta poco. Y luego estaría la versión torera. Una que, amparándose en la tradición, bautizase la candidatura independentista con las tres primeras palabras que pronunció el president Tarradellas al volver al país: “Ciutadans de Catalunya”. Al lío, y no sólo por los naranjitos de Rivera sino porque las tres iniciales dan CDC. Lo que parece claro es que las sopas de letras no resultan nutritivas para las dietas electorales y que la sociedad catalana deberá invertir un cierto tiempo para procesar (con perdón) una nueva constelación de fuerzas políticas que sepamos reconocer.
Un doctor en Lingüística propone en un tuit que la candidatura indepe al 20-D se llame “Catalunya Independent”