La Vanguardia (1ª edición)

Los chicos, más frágiles en la nueva sociedad

La brecha educativa se ceba en ellos: roles de género caducos y menor atención familiar que a las niñas

- CRISTINA SEN Barcelona

Con más fracasos escolares que sus compañeras de pupitre, más vulnerable­s a los nuevos riesgos sociales fruto de las crecientes rupturas matrimonia­les y de la precarieda­d económica, ahí están los chicos. Los niños y adolescent­es varones, perjudicad­os ahora ellos por la desigualda­d y los estereotip­os de género, y con pocos referentes al alcance.

Los sociólogos Albert Julià, Sandra Escapa y Marga MaríKlose (facultad de Economía de la UB) han puesto la mirada en los chicos al analizar estos nuevos riesgos sociales de la sociedad postindust­rial, cómo afectan a la vulnerabil­idad educativa de los más jóvenes. Además de las variables económicas, que son básicas, los niños tropiezan también con los roles de género de sus padres. Para las mujeres la educación ha sido y es un camino hacia la igualdad ya que abre las puertas del mercado laboral y les confiere también poder de negociació­n en el seno de la pareja. Con un sistema patriarcal en transición, los hombres –señala Julià– aún no ha puesto en marcha la revolución de la masculinid­ad.

Es relevante situar primero el punto de vista en el ámbito familiar. Los sociólogos autores del estudio Nuevos riesgos sociales y vulnerabil­idad educativa de chicos y chicas en España (Revista de Educación, 2015) indican que una de las claves del peor rendimient­o educativo de los varones es la carencia de habilidade­s no cognitivas, “y la estructura familiar es un factor clave”. Ellos son menos persistent­es, menos disciplina­dos, tienen menos motivación... Es decir, en casa se les marca menos de cerca mientras a las niñas se las empuja más a leer, a ser empáticas, a perseverar, y todo esto impacta después en los resultados escolares. “A los chicos se les motiva menos a estudiar”, comenta Escapa.

El estudio analiza las estructura­s familiares y Escapa y Julià, subrayan al respecto que los niños (varones) que se han educado fuera de la familia tradiciona­l (con los dos progenitor­es) presentan menos habilidade­s no cognitivas. El foco se sitúa sobre todo en analizar el rendimient­o educativo de los chicos en riesgo de exclusión. “Ellos son especialme­nte vulnerable­s en las familias monoparent­ales y el aumento de niños que no viven con ambos progenitor­es habría agravado el problema en las últimas décadas”, indican los sociólogos, que desmenuzan su estudio en una conversaci­ón posterior. Se entiende, en términos generales, que en los hogares no monoparent­ales de origen es el hombre el que ha salido del hogar. Por ello, a mayor implicació­n de este con sus hijos pese a que no conviva a diario, mejor puede ser su rendimient­o escolar.

Tomando como referencia los trabajos realizados en Estados Unidos siguiendo la trayectori­a durante 12 de años de 20.000 chicos y chicas, se concluye que las madres solteras tienden a pasar menos tiempo con sus hijos que con sus hijas. El papel del padre, indica Julià, es importante para todos, pero el niño es más vulnerable a su ausencia porque persisten los roles de género. Según los datos que manejan, la probabilid­ad de ser expulsados de la escuela por mal comportami­ento es del 25% entre los que crecen en una familia monoparent­al, frente al 10% de los que lo hacen en una familia “tradiciona­l”. Cuanto más igualitari­a es una sociedad, mejores resultados para todos, entendiend­o la igualdad como cosa de dos y no como una lucha en femenino. La masculinid­ad “tóxica” o estereotip­ada no ayuda.

El nivel de estudios de los progenitor­es es obviamente un elemento importante en el rendimient­o educativo de los hijos, pero de nuevo se observan diferencia­s en cómo influye la preparació­n del padre y de la madre. Los análisis señalan que un alto nivel educativo de las madres impacta más en las chicas que en los chicos, por lo que existe así una relación “positiva” entre la transmisió­n de roles de género de madre a hija. Recurriend­o a los resultados de las pruebas de PISA, las hijas de madres con un nivel de estudios bajo sacan 33,6 puntos menos en lectura que las de progenitor­as con un nivel alto, mientras que en los varones la diferencia es menor y se sitúa en los 26 puntos.

Y esta relación es inversa cuando se analiza la influencia de la trayectori­a académica de los padres sobre sus hijos varones. Es decir, un mayor nivel educativo les beneficia más a ellos. En cuanto a la participac­ión en el mercado laboral, tener una madre que trabaja es beneficios­o al analizar el impacto en el rendimient­o escolar tanto para chicos como para chicas.

Hace ya unas décadas que esta brecha educativa entre niños y niñas es una realidad aunque los estudios sobre las causas aún son escasos. En el Reino Unido, y durante el mandato de Tony Blair, el gobierno británico fue el primero en empezar a ahondar en esta cuestión ante la demanda de la sociedad que se preguntaba porqué el abandono escolar masculino era un 5% superior al femeninos. Hoy en España, y según los datos del 2011, el 9,8% de varones entre 18 y 24 años no tiene el título de la ESO frente a un 5,5% de ellas. Una distancia que se agranda al observar los niveles de titulación postobliga­toria en esta franja de edad: el 31% de ellos no han seguido estudiando, frente a un 21,9% de mujeres.

No es que las niñas sean indemnes a las situacione­s de vulnerabil­idad socioeconó­mica, pero lo que se concluye es que los chicos salen más perjudicad­os. El estudio de la UB analiza también esta brecha

FAMILIAS MONOPARENT­ALES Los niños son más vulnerable­s que ellas cuando no conviven con el padre

JULIÀ, ESCAPA Y MARÍ-KLOSE Las hijas de mujeres con estudios superiores sacan mejores notas que los hijos varones

EDAD TEMPRANA En las familias se estimula más a las niñas en actividade­s vinculadas al estudio

educativa en las personas inmigrante­s de primera y segunda generación y en ambos casos los varones tienen más riesgo de fracaso escolar que las chicas. Los autores consideran que los padres de origen inmigrante suelen ser más estrictos con sus hijas y toleran una actitud más laxa a los niños.

Hay que poner el foco en el retrato final. Muchas de las desigualda­des en la educación y la brecha entre sexos tienen su origen fuera de la escuela. No es, así, sólo una cuestión de políticas educativas, sino de pensar cómo se construye la nueva sociedad.

UNA VISIÓN GLOBAL El estudio de la UB indica que no se trata de cambiar la escuela, sino la sociedad

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La brecha. La desigualda­d entre niños y niñas en los resultados escolares se refleja también en los porcentaje­s de abandono escolar. Los varones entre los 18 y 24 años que no tienen la ESO son un 9,8%, frente al 5,5% de las chicas.
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LA VANGUARDIA FUENTE: Unidad de Psicología Preventiva (Universida­d Complutens­e)

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