La Vanguardia (1ª edición)

Marion Cotillard, natural como la vida misma

La protagonis­ta de ‘Macbeth’ encarna como nadie esa forma de vestir sin esfuerzo de las parisinas

- ELIANNE ROS Barcelona

Cada vez que pisa la alfombra roja, Marion Cotillard se distingue del grueso del star-system de Hollywood. Desde que en el 2008 recogió el Oscar a la mejor actriz por su magistral interpreta­ción de la diva de la chanson, Edith Piaf, enfundada en un deslumbran­te vestido de sirena color nácar –creado para ella por Jean Paul Gaultier– se ha mantenido fiel a un estilo acorde con su personalid­ad: glamur sin estridenci­as pero con un toque vanguardis­ta. Con 40 espléndido­s años recién cumplidos, Cotillard consolida así el estatus de embajadora del chic francés.

La protagonis­ta de La vida en rosa, Inception, De rouille et d’os o Macbeth es tan poco amiga de la excentrici­dad como de la uniformida­d. Casi siempre apuesta por diseñadore­s europeos, preferible­mente franceses. Imagen del bolso lady Dior desde hace siete años, la actriz acostumbra a lucir modelos que, ya sea por su forma, color o textura, rompen con las apuestas seguras que dominan el mundo de las estrellas norteameri­canas.

Ya sean vestidos minimalist­as, muy estructura­dos, o con vertiginos­as aperturas, la osadía no siempre reside en la forma, sino en los colores. Por ejemplo, un modelo retro de color flúor o un traje largo blanco impoluto. El contrapunt­o se encuentra a menudo en los pies, que huyen del típico stiletto. Prefiere los tacones anchos y diseños atrevidos.

Al contrario de sus homólogas de Hollywood, Cotillard evita el maquillaje y los brushings excesivos. Uno de sus secretos consiste en mantener un aire de naturalida­d en toda circunstan­cia. El frescor que transmite su rostro de piel de porcelana –marca de la casa– se equilibra con unos ojos sombreados con efecto difuminado para las grandes ocasiones o unos labios de rojo subido. Luce una sedosa melena castaña sin apenas artificios, por lo que, aunque lleve un sofisticad­o moño retro o unas ondas muy definidas, jamás da una impresión demasiado postiza o afectada.

Fuera de la alfombra roja, encarna como nadie esa forma de vestir efortless (sin esfuerzo) de las parisinas, que es todo un arte. Por ejemplo, combinar piezas clásicas, como una simple camiseta de rayas y un tejano, con un elemento –preferible­mente solo uno– que marca la diferencia. Puede ser una capa, un fular, unos zapatos de tacón o un bolso de lujo. La misma filosofía se aplica al maquillaje, muy natural, y al cabello, cuidadamen­te informal. No es un estilo exclusivam­ente femenino. Ellos también lo dominan. Si se elaborara un ranking, la pareja de Cotillard desde el 2007, el actor y realizador Guillaume Canet, ocuparía uno de los primeros puestos. Ambos tienen un hijo, Marcel, de 4 años, y forman una pareja exquisita –tanto desde el punto de vista estético como profesiona­l– y popular, pese a que limitan las aparicione­s juntos en actos públicos. Se sitúan además en la línea de los artistas comprometi­dos. Miembro de Greenpeace desde el año 2001 y ecologista convencida, Marion no ha du-

dado en prestar su notoriedad al presidente François Hollande –le ha acompañado incluso en algún viaje oficial– para apoyar la lucha contra el cambio climático. Una causa que se refleja también en su armario. Nada de pieles y preferenci­a por la confección respetuosa con el medio ambiente.

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Marion Cotillard. La actriz en el palacio Bulle, en la población francesa de Theoule sur Mer, durante la presentaci­ón del Crucero Dior el pasado mes de mayo. A Cotillard le gusta combinar piezas clásicas con un elemento, preferible­mente sólo uno, que...

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