La Vanguardia (1ª edición)

Swaggers y youtubers

- Enric Sierra

Desde hace un par de años se observa en Barcelona un fenómeno que ha saltado ahora a la palestra por su deriva violenta. Se trata de los grupos de adolescent­es llamados swaggers que merodean en los centros comerciale­s con el objetivo de “pillar” wifi gratis para sus smartphone­s y, de paso, para relacionar­se sin tener que gastar dinero. El entorno de la tienda Apple de la plaza Catalunya, los locales de McDonald’s o Starbucks y recienteme­nte el centro comercial de La Maquinista son algunos de sus puntos de encuentro preferidos de la ciudad donde llegan vestidos como el cantante Justin Bieber y buscan ser popus (populares) como sus ídolos de la música.

Sus reuniones son numerosas ya que se han contado más de 250 personas en una sola cita. Móvil en mano, se dedican a colgar fotos, selfies y vídeos en sus perfiles de las redes sociales para llamar la atención y obtener la mayor cantidad de los codiciados likes (“me gusta”). Como la competenci­a para conseguir clics es numéricame­nte grande, tienden a ser cada vez más “originales”. Esa megustaman­ía ha llevado a algunos de estos grupos a convocar citas para pelearse, ya sea entre ellos o con una víctima inocente que pase por allí. Las reyertas son tanto de chicos como de chicas, aunque estas últimas son las que más audiencia provocan. Las peleas se graban en vídeo y se cuelgan en la red para mayor gloria “social” de sus protagonis­tas. La versión violenta de las reuniones de los swaggers ha puesto en alerta a los servicios de seguridad privada de La Maquinista que son testigos de esta moderna actividad juvenil. Mientras tanto, los Mossos d’Esquadra observan y, oficialmen­te, dicen que se limitan a controlar el aforo del centro comercial.

La popularida­d se ha convertido en un factor clave para estos jóvenes que la valoran tanto como tener un buen expediente académico en el currículum y, además, saben que le pueden sacar rendimient­o económico. Sus ídolos ganan millones gracias a que son muy popus. La última prueba de ello son los youtubers que ya aparecen en la lista Forbes de millonario­s del mundo. El principal es el sueco Felix Arvid Ulf, llamado PewDiePie, que gana 12 millones de dólares al año gracias a sus 40 millones de seguidores de su canal en YouTube. En España hay un buen número de youtubers que obtienen relevantes beneficios de sus canales. Rubén Doblas, alias el Rubius, es el rey, con unos ingresos estimados de más de 30.000 euros al mes.

A pequeña escala, la popularida­d en la red también da dinero y ventajas. Los locales de ocio como las discotecas han encontrado un filón en los swaggers más popus. Captan a los jóvenes que tienen más seguidores en las redes sociales para que hagan publicidad de sus establecim­ientos y de sus fiestas. A cambio, les pagan una pequeña cantidad de dinero, les ofrecen entradas gratis y tienen el reconocimi­ento de ser una especie de relaciones públicas virtual. Quien no corre, vuela.

Las citas de jóvenes ante comercios para ‘pillar’ wifi gratis han derivado en peleas que se graban para la red social

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