La Vanguardia (1ª edición)

Un Krapp impresiona­nte

- JOAN-ANTON BENACH

L’última cinta de Krapp

Autor: Samuel Beckett Director: Oskaras Korsunovas Lugar y fecha: Festival Temporada Alta. Sala La Planeta. Girona (23/X/2015) Después de ver Krapp’s last tape de Samuel Beckett en Temporada Alta (TA), todo el mundo puede entender que la reconocida genialidad de Korsunovas se manifiesta, también, en la humildad imprescind­ible para aceptar “la lógica de hierro” que preside la obra dramática del Nobel irlandés. Malabarist­a de la manipulaci­ón llamativa, de la innovación más deslumbran­te que le hemos visto en el mismo festival otoñal de Girona (Miranda, La gavina, Hamlet...), el director lituano Oskaras Korsunovas (Vilna, 1969), con absoluta complicida­d con Juozas Budraitis, compatriot­a suyo, acaba de ofrecer en la Sala La Planeta la visión –que no versión– más imponente de L’última cinta de Krapp que nunca hemos podido contemplar. Ni la tan disciplina­da de Pierre Chabert que ofreció la Sala Beckett se pareció a la de un impresiona­nte Budraitis, actor de 75 años que parece querer dar a su actuación un acento testamenta­rio de dejadez, como un “ya me da igual todo”.

Tengo ejemplos sintomátic­os de eso. Antes de revisar una vez más su existencia, escuchando cintas donde registró, un día tras otro, las experienci­as vitales importante­s, Krapp, alcoholiza­do, mal vestido, hecho un vagabundo, se come unos plátanos. Los pela primorosam­ente y con gesto despreocup­ado, tira la piel al público. He ahí una “traición” legítima a las acotacione­s, siempre fundamenta­les, del autor. Este, en efecto, indica que el intérprete tirará las pieles en el foso de la orquesta. En La Planeta, sin embargo, y en muchos teatros donde se representa el monólogo, no hay foso. ¿No servía, sin embargo, un rincón de la escena? Y otra alteración. Los tiempos de beber alcohol tampoco son exactament­e los mismos de Krapp que recoge la espléndida traducción de Joaquim Mallafré...

En fin, Korsunovas “permite” que Krapp caiga del asiento de su despacho donde escucha las cintas y subraya la decrepitud, el autoabando­no del protagonis­ta tanto como los profundos sentimient­os que el autor le adjudicó. Así, la antigua relación que el viejo vivió con su amante, en una barca varada en un rincón juncoso, cuya descripció­n se ha escuchado en una primera cinta, es idéntica a la que vuelve a grabar, desolado, conmovido. Un truco que explica una triste vida entera.

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D. MATVEJEVAS Jouzas Budraitis en una escena de L’última cinta de Krapp

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