Hamilton se proclama campeón por tercera vez
El inglés de Mercedes se une al club de los tricampeones del mundo con su 10.ª victoria y otro regalo de Rosberg
Pasó de largo de Texas el huracán Patricia y llegó a Austin el vendaval Lewis Hamilton para tirar abajo la puerta del club de los tricampeones. Al primer intento, en su primer match-ball, el piloto inglés se proclamó campeón del mundo por segundo año consecutivo con una victoria, la 10.ª de la temporada, y amplía su imperio en la F-1 (2008, 2014, 2015) siguiendo la estela de su ídolo, Ayrton Senna, de Nelson Piquet, de su presidente Niki Lauda, de Jackie Stewart y de Jack Brabham. Lewis, el primer –y único– negro de la Fórmula 1, agranda su leyenda con todo merecimiento.
“Hamilton se lo merece más que nadie, ha dominado el campeonato de principio a fin”, se inclinaba Fernando Alonso ante su íntimo rival del 2007. El asturiano ya ha sido superado en títulos y victorias por dos contrincantes de su era, Hamilton (3) y Vettel (4), el próximo objetivo del inglés, que ha ganado, con 30 años, los mismos títulos que Piquet, Prost y Schumacher pero en un año menos en la F-1, nueve.
El dominio de Hamilton en el Mundial 2015 ha sido más insultante y abrumador que en el 2014. En 16 grandes premios (hasta el de ayer) ha logrado 10 victorias y 11 poles, por los 11 triunfos y 7 poles en las 19 carreras del año pasado. De hecho, el título se lo adjudica con tres grandes premios de antelación, cuando ya hacía semanas que lo tenía encarrilado.
En una carrera agitadísima, contagiada de las idas y venidas provocadas por las tormentas del huracán Patricia, con dos coches de seguridad –y otros dos virtuales–, con 8 abandonos y multitud de cambios de posiciones y adelantamientos, Hamilton acabó imponiendo su ambición, su instinto depredador y la potencia de su Mercedes. Y, claro, cómo no, volvió a contar con el regalo de su compañero-rival Nico Rosberg.
El alemán fue decisivo en la proclamación ayer de Lewis: primero porque le entregó en bandeja la victoria a falta de siete vueltas, cuando lideraba la carrera y se salió en una curva; y a continuación, haciendo de fiel escudero del inglés al contener con firmeza a Vettel en la tercera posición. Un trabajo imprescindible porque el de Ferrari era el único que podía retrasar la coronación de Hamilton si acababa segundo. Pareció como si a Rosberg le fuese la vida en la última vuelta aguantando detrás a su paisano.
Curiosamente, luego en el prepodio,
El absolutismo de Hamilton ha sido superior al del 2014, con 10 victorias y 11 ‘poles’ en 16 carreras
evidenciaron una mal rollo enconado cuando Hamilton, desafiante, le lanzó la gorra de Pirelli del segundo clasificado y Rosberg se la devolvió con desprecio.
La carrera de Austin hizo honor a las pruebas americanas de automovilismo, como para compensar el fiasco del sábado pasado por agua. Pasó absolutamente de todo. Para empezar, una sesión de calificación cinco horas antes de la carrera por efecto de las tormentas, que obligaron incluso a recortarla a sólo dos mangas. Rosberg logró la pole, pero de poco le sirvió porque ya en la salida se fue fuera en la primera curva al perder el control del coche en una pista todavía mojada. Allí Hamilton tomó el mando y llevó la iniciativa, con la interrupción puntual de Ricciardo (durante 6 vueltas) y Rosberg (22).
Pese a la irrupción de los dos coches de seguridad, con los consecuentes cambios de neumáticos y de posiciones, Hamilton jugó bien sus pit-stops y se mantuvo en posición de campeonato. Sólo le faltaba que Rosberg no ganase y que Vettel no fuese 3.º. Y así se conjuraron los astros para el inglés.
Destacables fueron el 6.º puesto de Sainz y el 4.º de Verstappen, y el 5.º puesto en el que llegó a rodar Alonso, que acabó sin puntos (11.º) por problemas de potencia del motor Honda. Por enésima vez.