La cobardía o el ‘síndrome Petrucci’
Silverstone, 30 de agosto. Danilo Petrucci tiene a tiro su primera victoria en MotoGP. Delante, sólo Valentino Rossi, que acaba sacando a su paisano más de 3 segundos. Cuando le preguntaron a Petrux por qué no apretó para coger al Dottore, Danilo se encogió de hombros, y medio en broma medio en serio dijo: “Si le gano no me deja entrenarme más en su rancho”. Tal es la ascendencia de Rossi sobre buena parte de rivales y del paddock de MotoGP, donde ejerce de rock star, de mito viviente, de veterano respetado en la comisión de pilotos, de asesor de Bridgestone, de hombre de negocios –gestiona el merchandising de otros pilotos–, de propietario de equipo...
Algo parecido al síndrome Petrucci vivieron ayer en dirección de carrera, el órgano que imparte justicia en el Mundial, compuesto por el inglés Mike Webb (director), el español Javier Alonso y los italianos Franco Uncini y Loris Capirossi. A la hora de sancionar la acción de Rossi les tembló la mano y lo solventaron con unos puntos de carnet que implican enviarlo al fondo de la parrilla. Pero el italiano se va de Malasia con 16 puntos y el perjudicado, con cero. “Esto en el fútbol es tarjeta roja”, decía Marc. “De ser otro piloto habría sido descalificación”, opinaba Stoner. “Lo justo habría sido quitarle los puntos”, remataba Lorenzo. El caso es que una acción a todas luces antideportiva, intencionada y peligrosa para un piloto no recibió un castigo ejemplarizante. Será que lo que impera es el espectáculo, mantener la emoción en Cheste y ver a Rossi expiando sus pecados con una remontada. Por cierto, el Dottore, ni unas disculpas...