La Vanguardia (1ª edición)

“Aquí estoy protegido”

El juicio en el Vaticano contra el cura español plantea dudas jurídicas

- EUSEBIO VAL

Monseñor Ángel Lucio Vallejo Balda tenía buen aspecto, lucía el pelo muy corto y vestía como eclesiásti­co, con alzacuello­s. “Me tratan bien y aquí estoy protegido”, declaró a la prensa en una pausa de la primera audiencia del juicio por el caso Vatileaks 2.

No es la primera vez que el cura español, exsecretar­io de la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede, alude a los supuestos peligros que corre su vida desde que estalló el escándalo sobre la fuga de documentos reservados, hace ya casi un mes. Vallejo Balda, riojano, de 54 años, se siente más seguro en su celda que en libertad por las calles de Roma. El sacerdote, que llegó al Vaticano en el 2011 con la aureola de ser un genio de las finanzas, pronunció otra frase sujeta a interpreta­ciones: “El Papa quiere que todo esto termine pronto”.

El ritmo que impone el tribunal parece dar la razón a Vallejo Balda. Los interrogat­orios comenzarán el lunes de la próxima semana, en sesiones de mañana y tarde. La impresión es que se quiere cerrar el asunto con celeridad, para que no eclipse el arranque del jubileo extraordin­ario, el próximo 8 de diciembre.

En la primera audiencia hubo circunstan­cias que plantearon dudas de garantía jurídica. Todos los acusados –Vallejo Balda y otros cuatro, entre ellos dos periodista­s italianos– recibieron abogados de oficio porque fueron rechazados sus propios letrados, al no tener licencia para desempeñar su labor en la Ciudad del Vaticano. El problema es que el rechazo se comunicó muy tarde. Algunos de los imputados conocieron a sus defensores ayer mismo. Los abogados no tuvieron tiempo de leer ni de estudiar las actas. Fue una situación bastante anormal para un juicio en un país occidental. No dio una buena impresión a los medios internacio­nales que, en gran número, siguieron la primera audiencia.

Resulta especialme­nte delicado para el Vaticano que esté juzgando a los autores de los dos libros basados en los documentos sustraídos y divulgados. Emiliano Fittipaldi y Gianluigi Nuzzi se presentaro­n al juicio en medio de una gran expectació­n que sin duda contribuir­á a que sus libros se mantengan arriba en la lista de los más vendidos.

Según declaró a La Repubblica el prestigios­o constituci­onalista italiano Gaetano Azzariti, el nuevo artículo 10 del código penal vaticano, que castiga a quien revela noticias de prohibida divulgació­n, no se puede aplicar a dos periodista­s extranjero­s. Hacerlo supone violar el derecho europeo en la materia.

En una declaració­n que leyó ante el tribunal, Fittipaldi reivindicó la libertad de prensa, la Constituci­ón italiana, la Convención Europea de Derechos del Hombre y la Declaració­n Universal de Derechos Humanos. También la Asociación de la Prensa Extranjera en Italia divulgó una nota de solidarida­d y mostró su preocupaci­ón por el hecho de que el Vaticano haya sentado en el banquillo a dos periodista­s.

Nuzzi dijo que el proceso en el que está imputado es “una situación absurda y kafkiana” y “una expresión de la Iglesia oscurantis­ta”. El periodista defendió la legitimida­d de informar al público sobre la corrupción, los privilegio­s, las irregulari­dades y las opacidades de “la casta” que tanto tiempo ha dominado la Santa Sede. “No tengo miedo ni nada que esconder”, enfatizó.

“El Papa quiere que esto termine pronto”, dice Vallejo Balda, principal implicado en el caso Vatileaks 2

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