Un cuento de Kafka
La Generalitat de Catalunya está arruinada y su ahogo preside una sociedad que no se halla en quiebra. Catalunya vuelve a ser uno de los motores de la recuperación económica y su capital, la potente Barcelona, cuenta con una de las administraciones locales más saneadas de España.
Catalunya no está arruinada y tres cifras explican su aportación decisiva a la estabilidad española: 16% de la población, 19% del PIB, 25% de las exportaciones. Aunque dañada, Catalunya no está en las últimas, pero su situación política y anímica comienza a ser kafkiana.
(Sugiero leer un breve cuento de Franz Kafka titulado Ante la ley. Un hombre intenta atravesar una puerta que conduce a la Ley. Un guardián se lo impide, una y otra vez. Pasan los días y los años, hasta que el hombre, agotado, pregunta: “Si todos aspiran a la Ley, ¿por qué nadie más que yo quiere entrar por esa puerta? Respuesta del guardián: “Esa puerta era para ti y ahora voy a cerrarla”.)
Catalunya tira del carro y la Generalitat está arruinada por varios motivos. Se endeudó mucho durante la fase de crecimiento –entre otras cosas, el gobierno tripartito quiso realizar la gesta socialdemócrata de multiplicar casi por dos el presupuesto de educación– y es víctima de un sistema de financiación autonómica delirante, que también ha hundido a la Generalitat valenciana.
El circuito empezó a colapsar en 2011. Caída en vertical de los ingresos fiscales, sin mecanismos solidarios de compensación, sin cupo blindado y sin el colchón de la capitalidad estatal. A pelo, con la protesta social en la calle. Pérdida de crédito en los mercados e intervención del Estado para evitar la bancarrota. Catalunya y Valencia. El Arco Mediterráneo es el principal perjudicado por la avería del sistema-España.
A la Brigada Aranzadi y al Batallón Hacienda les brillan las pupilas. Tiráis del carro de la economía española, os prestamos el dinero que la Generalitat no puede obtener de los bancos y empezamos a vender la idea de que vivís de la generosidad del Estado. Catalunya pidiendo caridad. He ahí una estrategia electoral. Alberto Núñez Feijóo dixit: “Hoy Galicia paga y Catalunya pide”. (Agosto 2012).
Quien quiera entender el profundo de malestar acumulado en la sociedad catalana ha de tener en cuenta estos hechos.
A la construcción kafkiana del relato, la nueva mayoría parlamentaria catalana acaba de contribuir con un importante error estratégico: la resolución del 9 de noviembre, que ha provocado perplejidad en todas las cancillerías europeas –enfado mayúsculo en Berlín–, puesto que en la Unión Europea el respeto a la ley no es cuestión secundaria.
Atento al error, el Gobierno ha respondido con otra vuelta de tuerca a los mecanismos de control. No es una intervención formal, pero se le parece mucho. No es el artículo 155, pero tiene mucha eficacia electoral en una España que no está para dramas.
Las facturas de la Generalitat, controladas una a una, y la investidura del presidente embarrada y en manos de un partido a la izquierda de Syriza. Una golosina para la Brigada Aranzadi.
Dos semanas después de una altisonante declaración que nadie apoya en Europa y que fortalece al conservadurismo español, la batalla pasa por defender la autonomía de las facturas. Muchas dudas –en la Generalitat, pero también en el Gobierno– sobre la tensión soportable antes del 20 de diciembre.
Faltan 25 días y el mundo no está para bromas. Cada día envía más señales siniestras. El avión ruso derribado en Turquía, el bombazo en Túnez...
Dos semanas después del error del 9 de noviembre, la batalla pasa por la autonomía de las facturas