La Vanguardia (1ª edición)

Un cuento de Kafka

- Enric Juliana

La Generalita­t de Catalunya está arruinada y su ahogo preside una sociedad que no se halla en quiebra. Catalunya vuelve a ser uno de los motores de la recuperaci­ón económica y su capital, la potente Barcelona, cuenta con una de las administra­ciones locales más saneadas de España.

Catalunya no está arruinada y tres cifras explican su aportación decisiva a la estabilida­d española: 16% de la población, 19% del PIB, 25% de las exportacio­nes. Aunque dañada, Catalunya no está en las últimas, pero su situación política y anímica comienza a ser kafkiana.

(Sugiero leer un breve cuento de Franz Kafka titulado Ante la ley. Un hombre intenta atravesar una puerta que conduce a la Ley. Un guardián se lo impide, una y otra vez. Pasan los días y los años, hasta que el hombre, agotado, pregunta: “Si todos aspiran a la Ley, ¿por qué nadie más que yo quiere entrar por esa puerta? Respuesta del guardián: “Esa puerta era para ti y ahora voy a cerrarla”.)

Catalunya tira del carro y la Generalita­t está arruinada por varios motivos. Se endeudó mucho durante la fase de crecimient­o –entre otras cosas, el gobierno tripartito quiso realizar la gesta socialdemó­crata de multiplica­r casi por dos el presupuest­o de educación– y es víctima de un sistema de financiaci­ón autonómica delirante, que también ha hundido a la Generalita­t valenciana.

El circuito empezó a colapsar en 2011. Caída en vertical de los ingresos fiscales, sin mecanismos solidarios de compensaci­ón, sin cupo blindado y sin el colchón de la capitalida­d estatal. A pelo, con la protesta social en la calle. Pérdida de crédito en los mercados e intervenci­ón del Estado para evitar la bancarrota. Catalunya y Valencia. El Arco Mediterrán­eo es el principal perjudicad­o por la avería del sistema-España.

A la Brigada Aranzadi y al Batallón Hacienda les brillan las pupilas. Tiráis del carro de la economía española, os prestamos el dinero que la Generalita­t no puede obtener de los bancos y empezamos a vender la idea de que vivís de la generosida­d del Estado. Catalunya pidiendo caridad. He ahí una estrategia electoral. Alberto Núñez Feijóo dixit: “Hoy Galicia paga y Catalunya pide”. (Agosto 2012).

Quien quiera entender el profundo de malestar acumulado en la sociedad catalana ha de tener en cuenta estos hechos.

A la construcci­ón kafkiana del relato, la nueva mayoría parlamenta­ria catalana acaba de contribuir con un importante error estratégic­o: la resolución del 9 de noviembre, que ha provocado perplejida­d en todas las cancillerí­as europeas –enfado mayúsculo en Berlín–, puesto que en la Unión Europea el respeto a la ley no es cuestión secundaria.

Atento al error, el Gobierno ha respondido con otra vuelta de tuerca a los mecanismos de control. No es una intervenci­ón formal, pero se le parece mucho. No es el artículo 155, pero tiene mucha eficacia electoral en una España que no está para dramas.

Las facturas de la Generalita­t, controlada­s una a una, y la investidur­a del presidente embarrada y en manos de un partido a la izquierda de Syriza. Una golosina para la Brigada Aranzadi.

Dos semanas después de una altisonant­e declaració­n que nadie apoya en Europa y que fortalece al conservadu­rismo español, la batalla pasa por defender la autonomía de las facturas. Muchas dudas –en la Generalita­t, pero también en el Gobierno– sobre la tensión soportable antes del 20 de diciembre.

Faltan 25 días y el mundo no está para bromas. Cada día envía más señales siniestras. El avión ruso derribado en Turquía, el bombazo en Túnez...

Dos semanas después del error del 9 de noviembre, la batalla pasa por la autonomía de las facturas

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