Madonna se pasea en bicicleta por el Port Olímpic
La reina del pop, cercana, cordial y turística, visitó también la Sagrada Família
Contrariamente a la actitud manifestada a su llegada a Barcelona, Madonna se mostró ayer, en sus primeras horas en la ciudad, de una manera cercana y tranquila, turística y, hasta donde se puede adivinar, feliz. De ella no se separa nunca su equipo, compuesto por seis asistentes personales, que van con ella a todas partes. Bajaron con ella del avión privado con el que voló desde Turín el domingo por la noche al término del último de sus conciertos del Rebel Heart Tour (esta noche repite en el Palau Sant Jordi y abandonará la ciudad tras la segunda de sus galas).
Madonna pasó el lunes descansando en el Arts, un hotel en el que tiene puesta su confianza, pues se lo aconsejó a su hija Lourdes María León, cuando hace unos meses visitó nuestra ciudad en un viaje de estudios.
Pero a media tarde decidió salir a respirar. Reunió al grupo y pidió unas bicicletas para todos, que aparecieron a los pocos minutos. Todos reunidos se dirigieron primero hacia la playa del Bogatell y luego hacia el hotel W, siempre con el mar al lado.
Convenientemente camuflada de diva de incógnito, Madonna fue descubierta con facilidad por los paseantes, que a esa hora y en lunes tampoco abundaban. Con una actitud amable y sonriente –todo lo contrario a la de la madrugada del lunes, cuando no saludó a los fans que la esperaban a las 3.30 en El Prat con un frío notable–, Madonna posó para todo aquel que se lo pidió, firmó autógrafos, dio la mano y hasta aceptó algunos besos en la cara, siempre que los labios ni siquieran rozasen sus mejillas. Parece que una actitud similar hace meses que no la ponía en práctica.
Cuando terminó el paseo, el grupo se dirigió a la Sagrada Família, que recorrió con gran interés, tal como hizo hace unos días Gwyneth Paltrow, completamente sola a las ocho de la mañana. Luego Madonna y los suyos disfrutaron de una cena en la ciudad.
Ayer Madonna tuvo día de ensayo y puesta a punto, con una prueba de sonido prevista para las cuatro de la tarde. Y luego ya al primero de los conciertos, que, dados los últimos acontecimientos, cuentan con un amplio dispositivo de seguridad, con el que lidian sus miles de fans, que la esperaron pacientemente y sin alboroto alguno desde muchas horas antes en los alrededores del Palau Sant Jordi.
Mañana llega a Amberes, donde canta el sábado, y así hasta que termine en Australia en marzo del 2016, con un total de 81 conciertos.