Depredadores como víctimas
La serie ‘La caza’, que hoy estrena Canal+, examina las estrategias y personalidades de los animales que dependen de la caza para sobrevivir
Los programas de naturaleza de la BBC Earth son como el patrón oro de la televisión, un valor seguro, una garantía de calidad, entretenimiento y audiencias globales. Y más todavía si llevan la firma de sir David Attenborough. La última prueba es La caza, que se estrena hoy en Canal+ (22.30 horas), una serie de siete capítulos con los depredadores como protagonistas, más en el papel de víctimas que en el de villanos.
Las imágenes son espectaculares, fruto de una paciencia infinita y de horas y horas de observación en las estepas asiáticas, las junglas sudamericanas, las selvas africanas y los hielos polares. Y de las últimas técnicas en materia de fotografía, como la filmación con cámaras de cineflex a lomos de elefantes o a bordo de buques rompehielos para seguir a los animales y captar el momento en que cazan a sus presas.
En la naturaleza no hay buenos ni malos. Quienes cazan lo hacen para sobrevivir, y quienes evitan ser cazados lo hacen por instinto de supervivencia. Pero un guión puede hacer maravillas, y por lo general son las pobres cebras, ñus, focas e impalas son percibidos en la cultura popular como víctimas de los malévolos designios de leones, tigres, osos y leopardos.
La gran novedad de La caza es que da la vuelta a la tortilla, y con poderosos argumentos. Sólo uno de cada siete ataques de leopardo, uno de cada diez de oso polar y uno de cada doce de cocodrilo tiene éxito, una estadísticas más bien lamenta- bles. Y si no cazan, no comen ni pueden alimentar a sus crías. En el programa de la BBC Earth, el espectador acaba solidarizándose con los pobres depredadores, animándoles a clavar sus garras en el desamparado antílope de turno.
La serie es un viaje fascinante por el planeta, y un examen de la personalidad de todos los animales que dependen de la caza para subsistir, desde las hormigas del desierto del Namib hasta los pulpos, pasando por las nutrias sudamericanas, los tigres de Bengala, los pulpos y los zorros del Ártico. Un estudio casi freudiano de sus mentalidades y estrategias, del trabajo en equipo, de las alianzas, la división de las tareas y el reparto de los botines.
Para los depredadores no sólo la caza en sí misma constituye un desafío repleto de dificultades, sino también la adaptación al entorno natural y las consecuencias del cambio climático. Una de las escenas más emotivas del documental presenta a un oso polar muerto de hambre y casi esquelético, que se juega la vida escalando un acantilado de trescientos metros de altura para alimentarse de los huevos de pájaros que anidan en los arrecifes. U otro que juega al escondite con una foca entre los hielos de Svalbard, hasta que finalmente consigue atraparla ya dentro del agua. Con ello tiene alimento para una semana más. Después, Dios dirá...
“Para hacer el programa hemos tenido que adaptarnos a la personalidad
Son vistos como “los malos”, pero leopardos, osos y cocodrilos se mueren de hambre si fracasan en la caza
de los distintos animales –explica su productor ejecutivo, Alastair Fothergill–. Los hay más perseverantes y menos, los que dependen de la energía, de la velocidad y de la inteligencia, más tolerantes y menos, más solidarios y menos, igual que las personas. Quienes arriesgan la propia vida por el grupo, y quienes van por completo a su bola, sin molestarse tan siquiera en avisar a un compañero de manada si acecha un león o un leopardo. Las ballenas viajan en formación militar para proteger a sus crías, con escolta como si fueran un presidente de Estados Unidos, Para los ñus, sin embargo, es sálvese quien pueda”.
Sir David Attenborough, que en mayo cumplirá noventa años, hace de narrador con su fabulosa voz y convierte la serie en un thriller. “Los efectos del cambio climático son devastadores –se lamenta–. Zonas tropicales enteras han desaparecido, y es obvio que cada vez hay menos hielo en el Ártico”.