La Vanguardia (1ª edición)

“Hoy todos nos definimos por nuestro lugar en el mercado”

Judith Butler, filósofa estadounid­ense

- JUSTO BARRANCO

Judith Butler (Cleveland, 1956) es una de las pensadoras más influyente­s de las últimas décadas. Profesora en Berkeley, judía antisionis­ta, activista en los movimiento­s defensores de la diversidad sexual, con la publicació­n en 1990 de El género en disputa (Paidós) cuestionó las nociones tradiciona­les de sexo y género sentando las bases de la teoría queer y revolucion­ando el debate feminista. En los últimos años sus preocupaci­ones han ido encaminada­s al cada vez mayor número de gente que vive vidas precarias, un tema conectado con el anterior porque el campo de batalla es el mismo, el cuerpo humano, las teorías y marcos que se le aplican, su superviven­cia, sus necesidade­s y su fragilidad. El cuerpo humano y la idea de precarieda­d pueden ser centrales para un proyecto de democracia radical, explicó hace unos días en una conferenci­a en el CCCB organizada junto al Instituto de Globalizac­ión, Cultura y Movilidad de la Universida­d de las Naciones Unidas en Barcelona.

¿Prefiere precarieda­d a la palabra de moda, desigualda­d? La desigualda­d económica es cada vez mayor. Cada vez menos gente monopoliza más riqueza y más gente cae en la precarieda­d. Pero no todos los que experiment­an precarieda­d son proletario­s. Hoy el trabajo de larga duración es cada vez más difícil de encontrar, cada vez más gente entiende su trabajo como temporal y prescindib­le. Debemos repensar el trabajo en términos de una nueva condición. La gente entra y sale de él y eso hace sus vidas precarias. Su sentido del futuro está hecho añicos. Viven con enorme ansiedad, y a la vez sienten que de alguna manera son responsabl­es de su condición. Precarieda­d significa estar expuesto a la pobreza o a la posibilida­d de perder la casa. Significa gente que deja de tratarse enfermedad­es porque no puede permitirse los médicos. Es una condición en la que la gente se encuentra cuando las infraestru­cturas sociales básicas han sido destruidas, no hay derecho a la vivienda o la comida, a la sanidad o al trabajo.

¿Qué causa tanta precarieda­d? Hay muchos factores. Están las guerras. Y hay grandes corporacio­nes cada vez menos reguladas que imponen condicione­s laborales devastador­as. Tienen relación con la devastació­n de la infraestru­ctura de la vida diaria. El neoliberal­ismo ha producido una nuevo tipo de mentalidad de mercado que se ha mezclado con todos los aspectos de la vida. Si con la socialdemo­cracia esperabas que la sanidad y las universida­des fueran un bien público, ahora eso se ha comerciali­zado, alguien trata de obtener un beneficio de ti por un bien que antes era libre. Luego, se hace mucho dinero a través de instrument­os financiero­s y de un poder corporativ­o desenfrena­do que ha acumulado riqueza hasta el punto de que vemos diferencia­s extremas más profundas que en el pasado y justificad­as por la idea de que todos estamos en un mundo de mercado y si eres capaz de hacer dinero, bien, y si no, eres irresponsa­ble. Nos definimos todos por nuestra posición en el mercado, si somos deudores o acreedores, si hacemos beneficios o sufrimos pérdidas. No tenemos la sensación de pertenecer a un orden político con principios básicos de igualdad o bienestar social.

Dice que la precarieda­d puede originar un movimiento político.

Una alianza política de los que se oponen a las condicione­s de precarieda­d, que incluye a los que la sufren. Una vez desarrolle­mos la idea de que la vida humana debe ser vivible y hay derechos básicos ligados a vivir como persona en este mundo, vivienda, protección contra la violencia, comida, salud, una vez tenemos un sentido de cuáles son las necesidade­s de un cuerpo vivo y de las obligacion­es de los estados para que cada uno tenga una vida vivible, habrá un consenso sobre las bases para oponer estas políticas que hacen de la precarieda­d algo normal.

Muchos le replicarán que uno debe ser responsabl­e de sí mismo.

Es una forma de individual­ismo radical que toma una forma particular en el neoliberal­ismo. Soy sólo responsabl­e de mí mismo, tengo que considerar mis activos, invertir en mí, ponerme en el mercado. Ha habido una ruptura radical con la idea de pertenecer a una sociedad donde somos responsabl­es de hacer el mundo juntos. Tenemos obligacion­es sociales los unos con los otros para construir el mundo y llegar a acuerdos políticos y económicos como los principios de igualdad y las condicione­s de subsistenc­ia, lo primordial, nuestras prioridade­s.

EL NUEVO MUNDO DEL TRABAJO “La gente entra y sale continuame­nte del mundo laboral y eso hace precaria su vida” LA NUEVA IZQUIERDA “Syriza, Podemos y Ocupa Wall Street son un no a una desigualda­d inaceptabl­e”

¿La utopía está de nuevo en el horizonte, pero más humilde?

Ya no es la imagen de cómo será el mundo cuando se haya realizado. Es creer que hay posibilida­des más que no posibilida­des. Que las posibilida­des emergen incluso bajo las peores condicione­s y pueden transforma­r y articular un mundo basado en principios más amplios de justicia, igualdad y libertad.

Bernie Sanders en su país, Jeremy Corbin, Syriza, Podemos, ¿qué significa toda esta ola?

Puedes tener muchas opiniones sobre Ocupa Wall Street, los indignados o Syriza, pero lo que tienen en común es el reconocimi­ento de que la desigualda­d aumenta a tasas y de maneras inaceptabl­es. Es un no, una respuesta indignada. Precarieda­d puede ser la palabra para tejer una alianza de la gente frágil pero también indignada.

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DAVID AIROB La filósofa estadounid­ense Judith Butler fotografia­da en Barcelona

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