El libro que quiso rescatar Europa
Josep Casals publica ‘Constelación de pasaje. Imagen, experiencia, locura’
El principal escenario es París desde la Comuna hasta las últimas décadas del siglo XX, “un mundo entre el conflicto y la utopía”. Especialmente los momentos de interacción de gran riqueza, encarnados en figuras como Offenbach, Manet, Rimbaud, Gauguin, Rodin o Claudel. Eso, hasta que la indagación en cuanto a la muerte del Padre (llámese Dios o similar) lleva al autor a revisar otras capitales del dilatado proceso de transformación: Munich, Berlín, Praga, Budapest...
Josep Casals busca, en Constelación de pasaje (Anagrama), entrelazar sucesos históricos y sociales que nos permitan reflexionar sobre lo que está ocurriendo en el arte y el pensamiento contemporáneo. Y lo que queda por venir. El nexo cinematográfico y la dramaturgia le ayudan en una empresa que ha resuelto al filo de las mil páginas.
Casals, nacido en Barcelona en 1955, licenciado en Filosofía y y doctor en Historia del Arte, ejerce actualmente como profesor de Estética e Historia del Arte en la Universitat de Barcelona. La interacción con sus alumnos le ha ayudado a tejer este manual de ideas, símbolos e intenciones. Ya recibió, hace doce años, el premio Anagrama de Ensayo por Afinidades vienesas –lo que él definió como “el invento del espíritu”– y ahora, ampliado su proyecto, resulta más ambicioso: ocho años de trabajo.
Prefiere hablar del siglo de la crisis antes que de la crisis de siglo. De ese malestar que parte de la Comuna, “una revolución en estado suspensivo que une un movimiento obrero desgajado de la burguesía, un grupo de mujeres más activas que nunca y un cambio cultural generado por artistas en dificultades”.
El volumen se inicia explicando la génesis de un tiempo que anticipa rasgos del París presente, empezando por la especulación financiera, y concluye con Walter Benjamin como núcleo aglutinador de pensamiento. “Confieso que parte de esos últimos capítulos los escribí ya hace veinte años. Este libro ha tardado lo que él ha querido y ha cerrado con quien ha querido: Walter Benjamin, ese símbolo del nomadismo que atraviesa el volumen.
“Creo que hubo una Europa que hay que poner en valor porque es de esa cultura libre de donde venimos de donde, ahora, podrá extraer su fuerza”, explica Casals, que ha logrado construir un entramado de autores e imágenes, símbolos –fuego, incesto, presidio, ángel, maniquí, prostituta– e ideas. Una cosmogonía que no quiere ser lineal, que salta y yuxtapone, donde todo cabe y se relaciona: el ser humano para el que nada está decidido, la locura como parte integrante de esa humanidad, los mitos que están cayendo (el modelo patriarcal, para empezar), la huida de las certezas, la primacía de la “otredad”, las religiones que nos hacen sentir confortables, el narcisismo, el deseo de conocer y, a un tiempo, distanciarse.
El juego de interacciones une autores, ciudades y décadas con un puente presente: el puente de Europa, “una tradición que se siente cansada, agotada, pero que sigue teniendo una tremenda fuerza e irradiación”. El autor ha querido mostrar una Europa “que existió y que a menudo se homenajea, que hoy resulta perturbadora para el modelo vigente de Europa”. Reconoce que el mensaje puede ser revolucionario pero no busca que sea dogma.
Casals, que parece instalado en un permanente estado de gracia, anda preparando una tercera entrega con invitados especiales: Canetti, Celan, Ingeborg Bachmann... Pronuncia sus nombres con cariño. “Hay autores que amo y he querido hacerles justicia. Me molesta mucho cómo los tratan, a veces”. Amenaza con un libro donde dirá todo lo que piensa, “con ira y raciocinio a partes iguales, si puede ser. También sobre la universidad. Es que hay cosas que ya no se aguantan más...”.
“Quiero mostrar una Europa que existió, que se homenajea, y que hoy resulta perturbadora”