La Vanguardia (1ª edición)

Bernabeu, capítulo 2

El Barça humilla al Roma con la inercia del sábado y otro partido sublime

- ANTONI LÓPEZ TOVAR

El Barcelona se aplicó una inyección de adrenalina y entusiasmo con la memorable victoria del sábado y los efectos persisten. Ayer fue como una secuela del magnicidio del Bernabeu, con los mismos argumentos y con un desenlace igual de escandalos­o. No fue rival el Real Madrid y tampoco el Roma para un Barça espectacul­ar, excelso en todas las facetas, que minimiza al adversario hasta extremos inverosími­les. Con ambición, con el monopolio absoluto de la posesión, con detalles de cara a la galería y un rigor resolutivo que estremece. El regreso de Messi al Camp Nou después de dos meses se convirtió en un homenaje al fútbol y el equipo blaugrana se apresuró a sellar el liderato del grupo en la primera parte con dos goles de Suárez y uno de Messi. En la segunda Piqué buscó y consiguió el gol que se le había negado en Madrid y el equipo completó una goleada de escándalo con un juego sublime.

El empate previo entre el BATE Borisov y el Bayer Leverkusen había calificado automática­mente al Barça para las eliminator­ias europeas por duodécimo año consecutiv­o. Por lo tanto, el equipo de Luis Enrique pudo haberse tomado la fría y segura noche con serenidad, pero la alineación, con el retorno de Messi y el único descanso para Iniesta, denotaba que el Barcelona no tenía intención de desperdici­ar el impulso adquirido en Madrid.

De forma previa a que el equipo comenzara a tocar y tocar hasta interpreta­r una nueva sinfonía emocionant­e, el público amenizó la velada con una sonora pitada al himno de la UEFA y la exhibición de alguna estelada, nada que ver con la masiva exposición del anterior encuentro europeo. A poco de empezar Messi se ganó la primera aclamación del estadio con un disparo envenenado desde la media luna que Szczesny repelió con dificultad­es. El argentino buscó la portería desde el comienzo y la encontró pronto, en el minuto siete, al culminar una maravilla combinator­ia entre Busquets y Neymar, pero el árbitro dio la obra de arte por falsa y señaló un fuera de juego inexistent­e.

El Roma empezaba a ser un velero de papel en una tormenta oceánica. Rudi Garcia propuso un planteamie­nto conservado­r, pero con la última línea muy adelantada y excesiva indefinici­ón en los movimiento­s del centro del campo. En este contexto, el Barça adoptó una estrategia reiterativ­a y letal: combinació­n y movilidad en el centro del campo y pase en profundida­d a la espalda de la defensa. No hizo nada, salvo sacar a tres jugadores a calentar, el entrenador del Roma para frenar la hemorragia que se avecinaba y que se desencaden­ó con un gol de Suárez: servicio al espacio para Alves y el brasileño empaqueta la pelota con un envoltorio de regalo, le pone y lazo y la sirve para que el uruguayo se lleve la gloria. A Alves el partido del Bernabeu le ha quitado diez años de encima. Qué clarividen­cia, qué compromiso del de Juazeiro.

Tres minutos después el Barça volvió a rememorar el sábado con una acción en la que la pelota pasó por los pies de todos hasta llegar a la zona de la verdad, donde Messi practicó una doble pared al primer toque con Neymar y con Suá-

LÍDER DE GRUPO El equipo blaugrana accede a octavos de final por duodécimo año seguido y con talante intimidato­rio IMPLACABLE El Roma, superado en todo, naufragó como un velero de papel en una tormenta oceánica

rez y acabó definiendo con un toque de seda sobre el portero. En la jugada de la primera diana de Chamartín, a cargo del delantero uruguayo, también todos los blaugrana tocaron el esférico. Figuraba que debían transcurri­r años antes de volver a ver algo similar en un partido de élite y resulta que el Barcelona reprodujo, incluso mejoró, la majestuosa creación en cuestión de tres días.

Suárez quiso decir, de volea, la última palabra de la primera parte y firmó el décimo gol en seis partidos. Con 3-0 al descanso el Roma no albergaba la más mínima esperanza, no de rebelarse, sino de hacer un papel digno, y Luis Enrique dio descanso a Busquets. Entró Samper y Piqué, como en el Bernabeu, se puso a buscar un gol como un poseso, como un nueve enloquecid­o por una larga sequía. No tardó mucho en conseguirl­o, cortesía de Messi, que pudo marcar pero le cedió el honor al defensa como después, extraordin­ariamente generoso, le cedió a Neymar el lanzamient­o de un penalti. El argentino firmó el quinto, producto de otra enorme combinació­n del tridente, y Adriano remachó el penalti que había errado Neymar. Con el 6-0 Ter Stegen le detuvo una pena máxima a Dzeko, pero el delantero bosnio consiguió marcar de cabeza en la última jugada de una noche mágica y cortar la racha de imbatibili­dad de cinco partidos del Barça.

LATERAL IMPECABLE Con el triunfo del sábado, Alves se ha quitado diez años de encima: vive un momento espléndido DEVASTADOR Suárez, autor de un doblete al Roma, ha marcado diez goles en los últimos seis partidos

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Messi, a lo Jordan, con la lengua fuera, completó una excepciona­l jugada de todo el Barça al anotar el 2-0 con este remate sutil
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DAVID AIROB

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