Bernabeu, capítulo 2
El Barça humilla al Roma con la inercia del sábado y otro partido sublime
El Barcelona se aplicó una inyección de adrenalina y entusiasmo con la memorable victoria del sábado y los efectos persisten. Ayer fue como una secuela del magnicidio del Bernabeu, con los mismos argumentos y con un desenlace igual de escandaloso. No fue rival el Real Madrid y tampoco el Roma para un Barça espectacular, excelso en todas las facetas, que minimiza al adversario hasta extremos inverosímiles. Con ambición, con el monopolio absoluto de la posesión, con detalles de cara a la galería y un rigor resolutivo que estremece. El regreso de Messi al Camp Nou después de dos meses se convirtió en un homenaje al fútbol y el equipo blaugrana se apresuró a sellar el liderato del grupo en la primera parte con dos goles de Suárez y uno de Messi. En la segunda Piqué buscó y consiguió el gol que se le había negado en Madrid y el equipo completó una goleada de escándalo con un juego sublime.
El empate previo entre el BATE Borisov y el Bayer Leverkusen había calificado automáticamente al Barça para las eliminatorias europeas por duodécimo año consecutivo. Por lo tanto, el equipo de Luis Enrique pudo haberse tomado la fría y segura noche con serenidad, pero la alineación, con el retorno de Messi y el único descanso para Iniesta, denotaba que el Barcelona no tenía intención de desperdiciar el impulso adquirido en Madrid.
De forma previa a que el equipo comenzara a tocar y tocar hasta interpretar una nueva sinfonía emocionante, el público amenizó la velada con una sonora pitada al himno de la UEFA y la exhibición de alguna estelada, nada que ver con la masiva exposición del anterior encuentro europeo. A poco de empezar Messi se ganó la primera aclamación del estadio con un disparo envenenado desde la media luna que Szczesny repelió con dificultades. El argentino buscó la portería desde el comienzo y la encontró pronto, en el minuto siete, al culminar una maravilla combinatoria entre Busquets y Neymar, pero el árbitro dio la obra de arte por falsa y señaló un fuera de juego inexistente.
El Roma empezaba a ser un velero de papel en una tormenta oceánica. Rudi Garcia propuso un planteamiento conservador, pero con la última línea muy adelantada y excesiva indefinición en los movimientos del centro del campo. En este contexto, el Barça adoptó una estrategia reiterativa y letal: combinación y movilidad en el centro del campo y pase en profundidad a la espalda de la defensa. No hizo nada, salvo sacar a tres jugadores a calentar, el entrenador del Roma para frenar la hemorragia que se avecinaba y que se desencadenó con un gol de Suárez: servicio al espacio para Alves y el brasileño empaqueta la pelota con un envoltorio de regalo, le pone y lazo y la sirve para que el uruguayo se lleve la gloria. A Alves el partido del Bernabeu le ha quitado diez años de encima. Qué clarividencia, qué compromiso del de Juazeiro.
Tres minutos después el Barça volvió a rememorar el sábado con una acción en la que la pelota pasó por los pies de todos hasta llegar a la zona de la verdad, donde Messi practicó una doble pared al primer toque con Neymar y con Suá-
LÍDER DE GRUPO El equipo blaugrana accede a octavos de final por duodécimo año seguido y con talante intimidatorio IMPLACABLE El Roma, superado en todo, naufragó como un velero de papel en una tormenta oceánica
rez y acabó definiendo con un toque de seda sobre el portero. En la jugada de la primera diana de Chamartín, a cargo del delantero uruguayo, también todos los blaugrana tocaron el esférico. Figuraba que debían transcurrir años antes de volver a ver algo similar en un partido de élite y resulta que el Barcelona reprodujo, incluso mejoró, la majestuosa creación en cuestión de tres días.
Suárez quiso decir, de volea, la última palabra de la primera parte y firmó el décimo gol en seis partidos. Con 3-0 al descanso el Roma no albergaba la más mínima esperanza, no de rebelarse, sino de hacer un papel digno, y Luis Enrique dio descanso a Busquets. Entró Samper y Piqué, como en el Bernabeu, se puso a buscar un gol como un poseso, como un nueve enloquecido por una larga sequía. No tardó mucho en conseguirlo, cortesía de Messi, que pudo marcar pero le cedió el honor al defensa como después, extraordinariamente generoso, le cedió a Neymar el lanzamiento de un penalti. El argentino firmó el quinto, producto de otra enorme combinación del tridente, y Adriano remachó el penalti que había errado Neymar. Con el 6-0 Ter Stegen le detuvo una pena máxima a Dzeko, pero el delantero bosnio consiguió marcar de cabeza en la última jugada de una noche mágica y cortar la racha de imbatibilidad de cinco partidos del Barça.
LATERAL IMPECABLE Con el triunfo del sábado, Alves se ha quitado diez años de encima: vive un momento espléndido DEVASTADOR Suárez, autor de un doblete al Roma, ha marcado diez goles en los últimos seis partidos