Encierro en Nairobi
Unos 50 kenianos ocupan su federación y acusan de corrupto al presidente
Habla David Kipelio, keniano, representante de atletas y entrenador en Vic desde hace más de quince años:
“Ahora mismo, la Federación de Atletismo de Kenia está cerrada. Un buen número de atletas (las fuentes próximas hablan de una cincuentena) se ha encerrado en la sede, en Nairobi, y los despachos están paralizados. Todo es caótico. Quieren que el presidente de la federación (el eterno Isaiah Kiplagat, en el cargo desde hace 23 años) se vaya”.
Los carteles y los cánticos que proclaman los manifestantes y los mentideros del atletismo keniano hablan de corrupción y laxitud ante el dopaje. Y la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) ha echado el ojo a las instituciones.
Kipelio interpreta que el atletismo keniano no quiere verse en las mismas que el atletismo ruso.
La IAAF, que mañana celebra un amplio consejo en Mónaco, vetó a Moscú hace diez días. No lo quiere en ninguna competición internacional, incluidos los Juegos de Río del próximo verano: se acusa a Rusia de dopaje de Estado, sistémico.
Múltiples voces opinan que Kenia, China e incluso Etiopía van detrás. El espectro de sospechosos es amplio y supranacional. En la actualidad, hay quince atletas kenianos suspendidos por dopaje, entre ellos la maratoniana Rita Jeptoo, triple ganadora en Boston y doble ganadora en Chicago.
Sin embargo, se entiende que muchos otros podrían haber sorteado el castigo. Se habla de mentiras y sobornos. La comisión de ética de la IAAF considera que Kiplagat y uno de sus vicepresidentes, David Okeyo, pueden haberse apropiado de 650.000 euros, un dinero que les debía haber pagado Nike, su principal patrocinador. Kip Keino, mítico fondista de los años 60 y 70 y miembro del Comité Olímpico Nacional, ha lanzado la advertencia en los últimos meses: la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) se plantea suspender el atletismo keniano para los próximos cuatro años.
Los manifestantes (están encerrados desde el lunes) se niegan a pagar el pato: si se castiga a Kenia al completo, se les castiga a ellos. El recelo es legítimo: eso es exactamente lo que les ha pasado a Yelena Isinbayeva, Anna Chicherova o Serguéi Shubenkov, apellidos limpios en Rusia, aunque por ahora vetados para Río.
Entre los encerrados en Nairobi no hay nombres de primera fila, algo que les hace vulnerables. Sin embargo, cuentan con apoyos notables. Nicholas Bett, sorprendente oro en los 400 m vallas de los Mundiales de Pekín del pasado verano, escribió ayer en Facebook: “Kiplagat tiene que irse (...) Necesitamos un cambio, estamos hartos de su gobierno”. Y Wilson Kipsang, explusmarquista mundial de maratón, y Wesley Korir, maratoniano aún en activo y diputado en el Parlamento keniano, acudieron ayer por la mañana a la sede de la federación, tratando de mediar.
Otros les niegan el apoyo. Augustine Choge, mediofondista de renombre, lamenta que se tomen “la justicia por su mano”.
Tras el veto a Rusia, la IAAF sospecha de Kenia: el presidente Kiplagat pudo desviar 650.000 euros