La Venezuela de Chávez
Antonio Barrera Tyzka, autor de ‘Patria o muerte’
El escritor venezolano Antonio Barrera Tyzka ha ganado el premio Tusquets de Novela de este año con Patria o muerte ,un retrato de la sociedad venezolana durante los últimos días de vida de Hugo Chávez.
Cuando Alberto Barrera (Caracas, 1960) decidió forjar un retrato político pero también sentimental de su país, Venezuela, centrado en una familia durante los últimos días del presidente Hugo Chávez, a principios del 2013, pensó que iba a ser difícil distanciarse de ciertas premisas.
Ya había escrito, en 2005, junto a su esposa, la periodista Cristina Marcano, una biografía oficial: Hugo Chávez sin uniforme.
Una historia personal. “Mandaba siempre ella. Suelo decir que el gran éxito de aquella biografía es que el matrimonio sobrevivió”. Fue un pacto con lo real. “Allí trabajamos con mucho rigor, sólo entrevistamos a gente que hubiera conocido a Chávez de trato directo”.
Devoto confeso de Wislawa Szymborska, este novelista y guionista repite su credo como un mantra: “la poesía nace de un no saber y jamás encuentra la respuesta”. Eso le consoló de su preocupación. Y, finalmente, nació
Patria o muerte y con él logró el XI Premio Tusquets de Novela.
¿Con qué adjetivo definiría a Chávez, tras haber hablado con quienes le conocieron de cerca?
¡Persistente! ¡Persistente!
¿En el error?
En lo bueno y lo malo. Un hombre que sabía soñar a largo plazo, que a los veinte años ya anota en su diario “quiero llegar a presidente”. Tenía gran habilidad política.
Resulta chocante que usted sea guionista de telenovelas.
Pertenezco a una generación de escritores venezolanos que no queríamos vivir del estado. Preferimos la libertad a la diplomacia y el ministerio de cultura. Así que hubo que ponerse a trabajar, a mi me parecía horrible, primero me costó. ¡Yo no era consumidor de culebrones! Me parecía una cursilería espantosa. Luego llegué a un pacto conmigo mismo.
Sanabra ocupa un lugar incómodo: su mujer es antichavista y su hermano defensor bolivariano. ¿Ha roto la ideología muchas familias en Venezuela?
Muchas. El chavismo, antes de ser ideológico, por el mismo poder irritante de Chávez dividió a las familias. Radicalizó el país a su alrededor: el que no está a mi lado está en mi contra. Fanáticos.
¿Narcisismo y mesianismo?
Absolutamente. Chávez convirtió la política en un fenómeno religioso. Terminó pensando que su historia personal era la historia de la patria, hizo todo para convertirse en el eje del país. Ególatra, vanidoso, intenso.
Lo que llegó después...
Ha sido más de lo mismo, pero empeorando. Maduro ha heredado la popularidad de Chávez y las consecuencias de su obra.
¿Qué ocultaron de su enfermedad?
Todo. Nunca se dijo claramente qué tenía, donde estaba el tumor, el diagnóstico. Él era el que daba la información, él sacralizó su enfermedad. Durante la campaña se ocultó que estaba grave. Fue un
manejo muy poco transparente.
Acaban de cumplirse 40 años de la muerte de Franco. También fue una agonía camuflada.
Ese es un planteamiento muy común a los animales políticos: convierten su vida personal en secreto de estado. Pasan la vida pensando en su posteridad.
¿Qué quiso trasladarnos con el personaje de Vladimir, ese sobrino llegado de La Habana?
Él asegura que tiene un móvil que registra las últimas palabras de Chávez, comprometedoras. Yo quería contraponer esta grabación secreta a la construcción del mito. El cuerpo herido, el hombre llorando, el Chávez real, se convierte en un peligro para el gobierno, que promueve el culto a un hombre que presenta casi como un Dios.
El título, toda una consigna.
Viene de la revolución cubana y la asumió, en un momento dado, toda la izquierda latinoamericana. “¡Patria o muerte, venceremos!” gritaba todo el mundo con el puño alzado. Lo usó también Chávez pero, claro, cuando aproximó su muerte se cambiaron las consignas. Ahí empiezan a decir: “¡Patria y vida, venceremos!”
Pero usted ha sido voz crítica.
Soy “cuestionador” del gobierno por naturaleza. Pero puedo asegurarle que todas las historias que surgen en la novela tienen un punto de origen en la realidad.
Por ejemplo, la historia de María, la niña que acaba aislada y sola viviendo sin salir de casa.
Esa fue una historia real. Un madre, para proteger a su hija del peligro de la calle, de los balazos, decide sacar de la escuela su hija. Pero en la novela alguien no logra zafarse de la muerte. Ella queda recluida en casa, trata de no contaminarse de la desesperación de la calle. Sólo internet es su punto de fuga, de contacto exterior.
El lector está a punto de gritar: “Por favor, que alguien se dé cuenta de que está ahí sola”.
La violencia social es fuertísima y diaria, en Venezuela. Cuando en Bruselas decidieron, por la amenaza terrorista, cerrar escuelas, tiendas y metros, lo pensé: los gobiernos ya no son capaces de ofrecer al ciudadano otra cosa que el aislamiento en su propia casa. ¡Escóndanse en su WC! ¡Vaya garantía de seguridad!
Usted vive a caballo de Venezuela y México. ¿No resulta desesperante saber que el Estado actúa en connivencia con la corrupción y el crimen?
El próximo seis de diciembre tenemos elecciones. Ayer mataron a tiros a un hombre de la oposición, sobre una tarima... Es lo que más me duele. En Venezuela tratamos de vivir escapándonos de la violencia y de repente la tenemos ahí, cada día, ante nosotros. ¡Y es una violencia legitimada!
Cuando Maduro dice “Tenemos que ganar como sea”...
Ese “como sea” son unos disparos. Eso es lo peor. Eso y la militarización de la sociedad.
¿El protagonismo militar interfiere demasiado en la vida de los civiles?
En todo, ¡no se lo puede ni imaginar! La mitad de los gobernadores de Venezuela, que son más de veinte estados, son exmilitares. ¿Cómo hacer para devolver a los miliares a sus cuarteles, que es el lugar que les corresponde?
“Es muy común que el político convierta su vida personal en secreto de Estado” “Los gobiernos ya no son capaces de ofrecer otra cosa que el ¡escóndanse en su WC!”