El pitillo adolescente
Antes de los 11 años, el 73% cree que no fumará nunca; a los 13 sólo lo dice la mitad
El descubrimiento de la rebeldía y el gusto por lo prohibido relajan la resistencia al tabaco entre los alumnos de ESO, la mitad de los cuales no descarta probar este mal vicio.
Siete de cada diez alumnos de entre 7 y 11 años de escuelas de la provincia de Barcelona aseguran que nunca fumarán. Los estudiantes de primero y segundo de la ESO están menos convencidos y sólo la mitad permanece en su rechazo al tabaco, según un estudio llevado a cabo por la asociación Catalunya contra el Càncer (AECC) entre 1.500 alumnos de quince colegios.
“En cuanto los estudiantes empiezan a descubrir la rebeldía, el gusto por acercarse a lo prohibido, el rechazo absoluto al tabaco que de niños era generalizado y todo lo que saben sobre sus riesgos empieza a agrietarse”, explica Anna Martín, técnica en prevención de la asociación y coordinadora del estudio.
Los primeros cigarrillos aparecen entre los 13 y los 14 años, no de una forma continuada, sólo de vez en cuando. Antes de los 18 prácticamente no hay fumadores. De los 20 a los 35 años, en cambio, se concentra el grueso: actualmente el 30% de la población. Luego se empieza a dejar y se llega así a cifras generales del 25%. Según datos de Salut Pública en Catalunya, a pesar de lo mucho que se ha mejorado, 1.200 adolescentes se enganchan cada año al tabaco. “Así que hay mucho margen de mejora”, recuerda Mariano Provencio, presidente del grupo español de Cáncer de Pulmón que reúne a especialistas e investigadores vinculados con este tipo de tumores. “Hemos mejorado mucho con las normas antitabaco, pero hay países, como Suecia, donde fuma el 11%”. Y advirtió que de esos tres adolescentes que cada día se suman a la lista de fumadores en Catalunya, uno de ellos morirá de forma precoz a causa del tabaco.
Los de la asociación Catalunya contra el Càncer llevan a cabo talleres en las escuelas para aclarar conceptos a los de primero y segundo de la ESO. Les explican que es una droga, los efectos sobre el cuerpo y desmitifican sus cualidades. “A menudo creen que relaja y no saben que excita”, explica Martín. “Y sobre todo les mostramos ejercicios para decir no”. Debaten sobre cómo les va a llegar la oferta: “no seas gallina”, “a que no te atreves”, “por uno no pasa nada”, “el tabaco me tranquiliza”, “se liga más”. Y también sobre las diversas formas de defenderse: “prefiero ser gallina que burro”, “me tengo que ir”, “prefiero no morirme”, “no gracias, no me interesa”. El remate de este aprendizaje sobre asertividad y salud es un programa de la Generalitat Classe sense Fum en el que se crea un compromiso colectivo antitabáquico.
“No hemos encontrado diferencias entre municipios. A nivel adolescente no hemos detectado más tabaco entre quienes tienen peor situación económica, aunque otros estudios sobre chicos mayores que estos sí lo advierten”, indica Anna Martín. “Las normas antitabaco han sido muy efectivas, pero creemos que estamos en una meseta. De ahí no baja. Y además tiene poco impacto entre adolescentes. La OCDE recomienda el precio como principal herramienta para bajar el consumo del tabaco. Y creemos que hay que insistir especialmente en la prevención entre adolescentes con otro tipo de estrategias. Haciendo hincapié entre mujeres y chicas, porque estas fuman 5 puntos más que los chicos”, asegura el presidente del Grupo Español de Cáncer de Pulmón.
Catalunya contra el Càncer desmitifica en las escuelas el tabaco y enseña cómo decir no Las leyes restrictivas han reducido el consumo, pero se ha llegado a una meseta