La Vanguardia (1ª edición)

Las águilas que amaban al Diablo

Un párroco de Lyon compara a las víctimas del atentado de París con los terrorista­s

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

Amalgama, la mezcla de cosas de distinta naturaleza, es un término clave en el actual debate político francés alrededor del yihadismo. Por doquier se llama la atención a no practicarl­a, vinculando por ejemplo a los terrorista­s con el islam en general, con la religión, con los emigrantes, los musulmanes y demás. Lo que nadie podía sospechar es que un párroco de Lyon, el buen abbé Benoît, responsabl­e de la emblemátic­a iglesia de Fourvière, una especie de Tibidabo lionés, se sumara a esa nefasta práctica relacionan­do a los terrorista­s que mataron a 130 personas e hirieron a otras 350 el viernes 13 en París, con sus víctimas.

En un sermón publicado en la página católica conservado­ra Riposte catholique, el padre Hervé Benoît arremete contra el festejo de la sala de fiestas Bataclan (89 muertos). Llama la atención sobre el nombre del grupo rockero california­no que actuaba, Eagles of Death Metal, Águilas de la muerte, traduce, y sobre la letra de la canción que estaban interpreta­ndo en el momento en el que los yihadistas iniciaron su indiscrimi­nado tiroteo: “¿Quién va a amar al Diablo? ¿Quién va a amar su canción? ¿Quién amará al Diablo y su canción? ¡Yo amaré al Diablo y su canción!”. “¡Las Águilas (desplumada­s) de la muerte, aman al Diablo!”, se titula su artículo.

“A fuerza de no tomarse nada en serio, todo acaba por convertirs­e en tragedia”, exclama. “Muerte, diablo, y todo regado con los ingredient­es correspond­ientes; violencia, sexo, colocón, disfrute y jaleo...”. “Miren las fotos de los espectador­es pocos instantes antes del drama, jóvenes festivos, abiertos, cosmopolit­as como los describe la prensa: ¡son muertos vivientes! Sus asesinos esos zombis-haschishin­os, son sus hermanos gemelos”. “Veneraban a Satán, pero por lo visto no estaban impaciente­s por reunirse con él”, dice de los músicos. Y concluye apocalípti­co: “El signo de la muerte y del caos no pende únicamente sobre las calles de París un maldito viernes por la noche, 130

muertos es horrible, pero ¿qué son 600 muertos?: ¡es la cifra de abortos que se produjeron en Francia el mismo día!”, proclama.

El cardenal Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon, se ha declarado “consternad­o”. Su colega de Bourges, el obispo Armand Maillard, ha expresado, “el profundo desacuerdo de los fieles con el contenido de esa tribuna”. Desde otras iglesias se insta a la jerarquía católica a emprender medidas.

Cosas parecidas se han escuchado en algunas mezquitas salafistas francesas. Hay un centenar sobre un total de 2.300. En una, en Brest, se ha predicado que Alá convierte en monos y cerdos a quienes escuchan música. Pero la ausencia de una jerarquía eclesiásti­ca complica una reacción en cadena. Mientras tanto, otros, como el escritor Eric Zemmour, han llamado desde la radio a “bombardear” el barrio de emigrantes de Molenbeek, en Bruselas, de donde proceden algunos yihadistas.

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