Mali en campaña
El pasado miércoles, al mediodía, en las portadas de las ediciones digitales de los principales diarios españoles se podía encontrar de forma destacada la noticia de que Alemania estaba dispuesta a enviar 650 soldados a Mali para aligerar la carga de las tropas francesas. A la misma hora, en las ediciones digitales de los diarios de París no había ni rastro de la noticia.
En teoría, a los lectores y a los periodistas franceses esa información tenía que interesarles mucho más que a los españoles puesto que, a fin de cuentas, el despliegue alemán se realizará para apoyar a las tropas galas. Viendo la diferencia de tratamiento en los medios franceses y en los españoles cualquier lector ajeno pensaría que los alemanes venían en apoyo de nuestros soldados y no de los vecinos. La campaña electoral y el afán de forzar un pronunciamiento del Gobierno, en particular de su presidente, un gato escaldado por la experiencia de lo ocurrido en la campaña del 2004, lleva a forzar la interpretación de estos acontecimientos.
Lo que sucede en las arenas de Mali se ha convertido de pronto en un asunto de política nacional. En 2012, milicias tuaregs derrotaron a las fuerzas gubernamentales y proclamaron la independencia de Azawad. En aquel movimiento tuvo mucho que ver la descomposición de Libia provocada por la intervención occidental para derribar a Gadafi. Dos brigadas de tuaregs que habían combatido para el dictador libio se encuadraron con los rebeldes, según datos del general Miguel Ángel Ballesteros, director del Instituto Español de Estudios Estratégicos.
Lo que sucede en las arenas de Mali se ha convertido de pronto en un asunto de política nacional
Además, los arsenales del ejército libio que habían quedado sin control armaron a todo tipo de insurgentes, tanto tuaregs, como yihadistas.
El movimiento de los tuaregs pronto se vio parasitado por los grupos yihadistas de la región como AQMI, el MUYAO, Ansar Dine o Al Morabitum –autor del reciente ataque a un hotel de Bamako– que se lanzaron a una ofensiva para controlar todo el país. En pocos meses se hicieron con el dominio de una extensión de 830 mil kilómetros cuadrados, “el área más grande del mundo controlada por los defensores de salafismo de Al Qaeda”, en palabras del teniente coronel Jesús Díez Alcalde, analista del IEEE y uno de los mejores conocedores de la zona. De no haber sido por Francia y la coalición que movilizó en su apoyo los yihadistas se hubieran hecho con todo el país. La operación Serval permitió recuperar la mayor parte del terreno, acorralando a los yihadistas e impulsado negociaciones entre los tuaregs y el gobierno de Bamako.
Uno de los problemas principales de la región es la falta de fuerzas militares o policiales de los gobiernos de la zona. Para controlar un territorio siete veces superior a España, los gobiernos de Mauritania, Níger y Mali apenas tienen 28.500 efectivos, según datos del general Ballesteros. En apoyo de Mali se puso en marcha en 2013 una misión europea en la que España ha sido el principal contribuyente en efectivos y que ha formado a miles de soldados que se han enfrentado con éxito a los yihadistas. Para hacer frente a esta forma de terrorismo, no siempre es necesario entrar en combate directamente, sino que puede ser más eficaz formar tropas locales como está haciendo España en Mali y en Iraq.