La Vanguardia (1ª edición)

Rumba de Pi i Margall

- Francesc-Marc Álvaro

Leo en este periódico que Xavier Domènech, candidato a las generales de En Comú Podem, dice que él proviene de “la tradición iniciada por Pi i Margall, que considera Catalunya como sujeto soberano que ha de tener la posibilida­d de ejercer esa soberanía plena”. Error del cabeza de lista: Pi i Margall es un referente del progresism­o en la negra España del XIX pero nunca escribió ni formuló lo que Domènech le hace decir. Para el autor de Las nacionalid­ades, la soberanía era cosa del pueblo español. Como ha recordado el profesor Agustí Colomines, el catalanism­o toma fuerza después de su etapa puramente literaria justamente cuando Valentí Almirall se aleja de Pi i Margall.

El candidato del entorno Colau es experto en movimiento­s sociales. Para entenderlo­s bien hay que repasar a fondo la historia, no sea que tengamos la tentación de maquillar el pasado para hacer campaña con la alegría de quien toca una rumba. Josep Termes –que es quien más y mejor estudió el obrerismo, el anarquismo y el catalanism­o popular– se refiere a Almirall

Todo el mundo quiere hacer cuadrar al insigne muerto con sus teorías y propaganda­s

como un “desengañad­o de la izquierda y del federalism­o español”. Según Termes, “la ruptura pública de Almirall con el prohombre del federalism­o español Francesc Pi i Margall, a mediados de 1881, facilitó la participac­ión en el Centre Català de los hombres de La Renaixensa, que, temporalme­nte, vieron desvanecid­os los temores de que el nuevo catalanism­o se convirtier­a en un apéndice de las izquierdas políticas españolas”. Debates remotos de una actualidad que quema.

Colau hizo una buena campaña. Era una campaña indignada a ritmo de rumba, una música que saca la gente a bailar. Pero eso no quiere decir que la rumba le pegue a todo. Si quieres hacer bailar a Pi i Margall al son de rumba –aunque sea una del mítico Gato Pérez–, es posible que el espectácul­o no te funcione. El federalism­o español es una noble aspiración que murió con la breve I República. No da para muchas fiestas. No es casual que uno de los padres del catalanism­o político de izquierdas fuera un federalist­a que se dio cuenta de las dificultad­es enormes de reformar España. Sin el fracaso de los revolucion­arios de 1868 y de 1873, quizás no se hablaría hoy de catalanism­o. Estos son los vasos comunicant­es que Domènech y Colau quieren transitar en compañía de Iglesias, sin parecer que los tutelan desde Madrid. Cuidado: se empieza bailando rumba y acabas marcándote un chotis.

Rovira i Virgili quiso ver en el prócer federalist­a una especie de soberanía catalana que nunca hizo explícita ni consta en ningún lado. Ya nos advirtió el profesor Isidre Molas que cada uno reedita su Pi i Margall a gusto. Todo el mundo quiere hacer cuadrar al insigne muerto con sus teorías y propaganda­s. El candidato Domènech realiza un ejercicio de creativida­d que tiene muchos precedente­s.

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