El modelo ‘nouvelle vague’
En el auditorio del Tecnocampus de Mataró se celebró el día internacional de la Televisión invitando a debatir, en mesas separadas, a responsables de las diversas cadenas y plataformas, de las universidades y a los políticos. Quizás las dos palabras más repetidas fueron “innovación” y “contenidos”, como una manera de expresar la confianza en la creación propia, en ficción y no ficción. Aunque esto puede parecer una obviedad, no lo es tanto, porque no es lo mismo sustentar una cadena en programas de flujo y compras de programas internacionales que apostar por la posibilidad de generar una línea de contenidos propios. Lo que hay que hacer es llevarlo a la práctica con un plan decidido en este terreno, abordando un aspecto clave: el del acceso de los jóvenes a la posibilidad de participar en este relanzamiento. Esta cuestión es también estratégica, porque la televisión no soportará bien la competencia de los medios interactivos y de la red sin una acción decidida y radical en el recambio de los agentes creativos. La desatención de los jóvenes hacia la televisión convencional va ligada directamente a la emergencia de nuevas formas de creación y distribución más ligeras y autónomas que aparecen como alternativas a los modos de representación dominantes. Y aquí se está en un cruce decisivo, ante el que las plataformas televisivas deben reaccionar, creando procesos de integración y de diálogo.
Puede ser interesante recordar lo que pasó a principios de los años sesenta del siglo pasado, cuando la industria cinematográfica se sintió amenazada en sus públicos por la aparición de la televisión. La respuesta del cine fue doble. Por un lado aumentando el carácter espectacular de la proyección cinematográfica para hacer así más patente la distancia respecto a la pequeña pantalla televisiva.
La desatención de los jóvenes hacia la televisión convencional va ligada a la emergencia de nuevas formas de creación y distribución
Pero la otra gran respuesta, que tendría una extraordinaria influencia, fue la del recambio generacional. Es esto lo que explica el éxito de la nouvelle vague en Francia y en otros países. Los “nuevos cines” respondieron al reto televisivo facilitando el acceso de guionistas y directores jóvenes a hacer un tipo de ficción que trasladara a las pantallas el sentir de aquellos que no se sentían partícipes de una tradición visual que les parecía caduca. Fue un corte radical pero efectivo, que renovó el público y lo rejuveneció extraordinariamente. Y de paso creó nuevos modelos de avances tecnológicos y de industria que aún están presentes en los modos de hacer del cine independiente.
Trasladando esta situación, si lo que se quiere es que internet no sea un mundo aparte, y reintegrar su energía en el circuito televisivo, se debe estar atento a allí donde aparece la renovación. En algunas webseries de ficción joven o en las prácticas de YouTubers, que conformarán la última sesión del Miniput que se celebra este sábado, emerge una nueva forma, una nueva manera de conectar con los públicos. El golpe de genio estará en aquellos que, como en la nouvelle vague, logren hacer sentir que esto es también televisión.