“Quiero ser cocinera”
Dalí vivió sólo ocho años en su casa natal de la calle Monturiol de Figueres, pero le quedaron algunas fijaciones. La más importante, sin duda, la cocina. En una casa donde, además de la madre, estaba la abuela, una tía y las criadas, había un lugar prohibido para el padre, el notario, y el hijo pequeño: aquel reducido cuarto donde se encerraban las mujeres a preparar las comidas.
El pequeño Dalí espiaba muchas veces tras la puerta para percibir los olores, escuchar las risas de aquellas mujeres y sus alegres conversaciones. Quizás por eso, confiesa que su primera intención era ser “cocinera” de mayor, así en femenino (aunque en muchas traducciones y adaptaciones de sus textos se ha creído que se trataba de un error y se ha masculinizado la profesión). Y curiosamente aunque de la casa original apenas quedan la fachada, la distribución interior y parte de los techos y mosaicos, la cocina está casi intacta. No tanto ese balcón donde Dalí empezó a dibujar rascando con un tenedor sobre una mesa. En los años sesenta y setenta, Dalí volvió varias veces a la casa, en lo que él mismo llamó “un recorrido histórico-sentimental”.