La Vanguardia (1ª edición)

Coe asume el error y deja el cargo de embajador en Nike

- SERGIO HEREDIA Barcelona

Lo primero que hizo ayer Sebastian Coe (59), al entrar en la cumbre de la Federación Internacio­nal de Atletismo (IAAF), fue anunciar que liberaba su cargo como embajador en Nike.

Fue una decisión algo tardía. Y sin embargo, posiblemen­te tomada contra reloj.

En la víspera, habían llovido críticas sobre el presidente de la IAAF. Se le había acusado de medrar en la elección de Eugene (Oregón) como sede de los Mundiales de atletismo del 2021, en una conexión inevitable: en aquel momento, Coe ocupaba dos cargos a todas luces incompatib­les. Era el vicepresid­ente de la IAAF, pero también un embajador remunerado de Nike (la firma le pagaba alrededor de 140.000 euros anuales).

El problema es que el cuartel general de Nike, precisamen­te, está en Eugene... Y que de alguna manera se había filtrado a la BBC una serie de emails entre un alto mando de Nike y diversos responsabl­es de la candidatur­a de Eugene, en los que se desvelaba que Seb (Coe) estaba dispuesto a promociona­r la candidatur­a de la ciudad estadounid­ense. “No he presionado a nadie, aunque opino que Eugene se merecía la sede –había respondido Coe el miércoles, un día antes de la cumbre–: Estados Unidos debería organizar unos Mundiales, sobre todo, dado el volumen y la fuerza de su mercado...”.

Ayer, en el hotel Fairmont de Mónaco, Coe abundó en ese mismo mensaje, aunque asumió que sus cargos eran incompatib­les. “La comisión de ética de la IAAF me ha informado de que podría conservar mis puestos en Nike y CSM (empresa de márketing deportivo), siempre y cuando no tomara decisiones que tuvieran vínculos con ambas compañías –dijo el presidente de la IAAF, en este cargo desde hace apenas mes y medio–. Yo le agradezco el apoyo a la comisión, pero está claro que la percepción y la realidad han chocado entre sí y han destrozado la situación. Por eso, abandono la posición de embajador de Nike que he ocupado durante 38 años. El ruido actual no es bueno para Nike ni para la IAAF, y distrae de otros problemas”.

Tenía razón en esta última premisa. La IAAF tiene otros problemas, algunos de ellos urgentes.

Es el caso del veto al atletismo ruso, relegado a un segundo plano por culpa de Eugene, y que provisiona­lmente permanece expulsado de los Juegos de Río del próximo verano.

La IAAF ha trazado el plan de ruta para el atletismo ruso, acusado de dopaje de Estado, y que aún deberá pasar un largo via crucis, en forma de reformas internas, para borrar sus penas. Hace una semana, la comisión de ética lanzaba una serie de principios que Rusia debía compromete­rse a respetar. Entre ellos, figuraba la creación de un programa eficiente y fiable en la lucha contra el dopaje y de medidas disciplina­rias contra todo aquel que se saltara el programa. Moscú aceptó ayer su culpa y se comprometi­ó a acelerar las reformas.

Coe, presidente de la IAAF, estaba acusado de defender la sede de Eugene, hogar de Nike, para el Mundial 2021

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LIONEL CIRONNEAU / AP Sebastian Coe, ayer en la cumbre de la IAAF en Mónaco

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