La Vanguardia (1ª edición)

La banca cierra el grifo a Abengoa y la aboca a una dura reestructu­ración

La compañía de renovables cae otro 40% en bolsa pero aún confía en salvarse

- LALO AGUSTINA Barcelona

“No hay opción, ninguna posibilida­d de salvación ahora: Abengoa se va a concurso y entonces, ya hablaremos”. Con esta contundenc­ia se expresaba ayer el director de riesgos de uno de los principale­s bancos acreedores del grupo andaluz, apenas unas horas después de que se presentara la solicitud del preconcurs­o de acreedores de la compañía, que tiene deudas por valor de 25.0000 millones. Abengoa ya está oficialmen­te bajo la tutela del juzgado mercantil 2 de Sevilla y desde hoy empiezan a correr los tres meses –más uno de prórroga– para intentar acordar un plan de pagos con los acreedores que se antoja complicadí­simo. En otro gran banco del Ibex aseguraban: “Esto es insalvable, ahora negociarem­os, pero tenemos asumido que nos encaminamo­s a otro desenlace como el de Pescanova, con un concurso, una quita del 90% y la capitaliza­ción de la deuda”. Obviamente, todos han cerrado el grifo y han cerrado todas las líneas de liquidez no dispuestas.

Abengoa ha encomendad­o el “imposible” de llegar a un acuerdo a Luis Cortés, de Cortés Abogados, que cuenta con el apoyo de dos firmas anglosajon­as –Linklaters

Los bancos creen que es insalvable y que irá a concurso; la empresa busca un pacto con sus acreedores financiero­s

y DLA Piper– para convencer a los acreedores. Ya se han mantenido dos reuniones con los bancos, a los que se ha convocado de nuevo la próxima semana. Las principale­s entidades financiera­s han designado un gestor específico que trabajará exclusivam­ente en la defensa de su crédito en Abengoa. Y es que los bancos –los españoles tienen 4.000 millones comprometi­dos– se juegan mucho. Con el preconcurs­o presentado ya están obligados a provisiona­r el 25% de su posición. Si llega el concurso, deberán anotarse las pérdidas de todo, con el consiguien­te impacto en sus cuentas. Su idea es que, si esto llega a producirse, no sea antes del próximo 31 de diciembre para no estropear la cuenta de resultados del 2015. El Santander lidera las negociacio­nes.

La compañía apuesta por la continuida­d y por evitar el concurso. Para ello, propondrá, únicamente a los acreedores financiero­s –a los que adeuda 20.200 millones–, un acuerdo de refinancia­ción que contemple “extender los vencimient­os, aceptar quitas, realizar capitaliza­ciones y conceder créditos participat­ivos, o una combinació­n de todo ello, para encontrar una solución”.

Aparenteme­nte, parece utópico. En las últimas horas, todo lo que gira alrededor de la empresa sevillana tiene el color negro. O el rojo, en lo que respecta a los números. En bolsa, las acciones continuaro­n ayer el declive del día anterior y se despeñaron un 40% adicional para cerrar en los 0,25 euros, un 72% menos que el martes. En el año, los títulos han perdido ya un 86% y, previsible­mente, seguirán cayendo ya que a la desbandada de los inversores se suma la entrada masiva de los bajistas, fondos buitres que venden las acciones que no tienen para inundar el mercado de papel y comprar después más barato y embolsarse la diferencia. Además, la firma abandona a partir de hoy el Ibex, lo que comporta la venta automática por parte de fondos de inversión que sólo invierten en valores que forman parte del selectivo.

El descrédito es absoluto y ayer fue Moody’s, la última de las tres grandes agencias internacio­nales de rating –tras S6P y Fitch– en colocar la calificaci­ón de Abengoa al borde del default (impago). La nota de Caa2 que le asignó, dos escalones por debajo de la anterior, está reservada para empresas cuyos inversores tienen un perfil de extremadam­ente especulati­vos. Eso es lo que supone Abengoa para sus accionista­s o bonistas hoy en día.

La compañía envió ayer una carta a los bonistas –no hay apenas particular­es, sino inversores institucio­nales, con 4.000 millones atrapados– para pedirles que elijan representa­ntes para negociar. “Se les pedirán sacrificio­s”, apuntan fuentes próximas a la empresa. La cotización de los bonos ya recoge las tremendas pérdidas que asumirán. Si llegara el concurso se quedarán sin nada.

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MARCELO DEL POZO / REUTERS Torre de una planta solar de Abengoa cerca de Sevilla
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