El retorno al estilo
CENTROCAMPISMO. Luis Enrique hizo ayer esfuerzos por recordar partidos de su era mejores que el del Bernabeu e incluso que el del Roma. Visto desde fuera, es un ejercicio inútil porque no los hubo. Claro que el final de la temporada pasada dejó grandes actuaciones culés, pero no tan completas. Era un Barça directo, entregado a la eficacia del tridente, pero con dificultades para controlar los partidos porque el centro del campo era una estación de paso. Últimamente, se han juntado las líneas, lo que ha desembocado en más comodidad y protagonismo de Busquets e Iniesta. Incluso Neymar, que antes iba al espacio, aparece hoy constantemente en la zona ancha asociándose e iniciando jugadas. El motor del Barça no dejará de ser el tridente, pero lograr superioridades en el centro del campo y posesiones más largas le acerca más al estilo de la casa. Y no se entiende que Luis Enrique no quiera reconocerlo porque es mérito suyo. Ha conseguido implicar a todos en la recuperación del balón pero, sobre todo, está culminando la evolución iniciada el curso pasado: una mezcla que da más recursos al equipo. PRUDENCIA. Hoy faltan seis meses para la final de Champions. Es mucho tiempo para mantener el nivel. Luis Enrique sabe que su equipo tendrá bajones, y de hecho es probable que lo tenga después del Mundial como ha sucedido otras veces. Y también cabe recordar que quien mejor juega en noviembre –hoy el Barça y el Bayern, el año pasado el Madrid y el anterior el Bayern– raramente gana la Champions. Sin embargo, también hay que confiar en la capacidad del técnico para tener el equipo a tope en el momento decisivo del curso. EUSEBIO. Hará un buen trabajo en Donostia. Una plantilla con talento –Xabi Prieto, Illarra, Rubén Pardo, Canales o Vela– cuadra más con su manera de entender el fútbol que con la de Moyes. Ya se estrenó con victoria frente al Sevilla, pero el examen del Camp Nou le llega demasiado pronto.