La UE acuerda compartir datos de pasajeros aéreos
La medida, que ya se aplicaba con EE.UU., busca combatir el terrorismo Europa deja la puerta abierta a prolongar los controles fronterizos
Burlar la vigilancia policial ha sido un juego de niños para los autores de algunos de los últimos atentados terroristas en Europa o sus cómplices. Hayat Boumedienne, pareja del autor del ataque contra un supermercado kosher en París en enero, Amedy Coulibaly, se sabía vigilada por la policía francesa, pero días antes del atentado logró volar a Turquía (y desde allí quizás pasar a Siria) simplemente viajando hasta España para coger un avión. En Francia, que desde hace un año cuenta con un registro nacional de pasajeros aéreos, su viaje habría dejado huella y podía haber levantado sospechas. Volando desde Madrid, adonde llegó en coche por carretera, no.
Es el tipo de situaciones que la Unión Europea quiere evitar con la creación de un registro de pasajeros aéreos por el que todos los países almacenen y compartan entre sí, siempre en el marco de investigaciones policiales o judiciales, una lista de 20 datos personales que puede ser crucial, aseguran, para investigar delitos graves y seguir los pasos de posibles terroristas para actuar antes de que sea tarde. La propuesta de directiva llevaba cinco años sobre la mesa y estaba inspirada en el acuerdo que Europa firmó con Estados Unidos poco después de los atentados del 11-S por el que las aerolíneas europeas facilitan los datos de los pasajeros de todos sus vuelos con destino en este país. La paradoja es que esa información que se pasa a Washington desde hace 13 años (y hay acuerdos similares con Canadá y Australia) hoy en día todavía no se comparte entre los países de la UE.
La Comisión Europea presentó una primera propuesta en el 2011, pero el Parlamento Europeo la vetó dos años después porque a su parecer vulneraba el derecho a la intimidad y la privacidad de los europeos, y no la consideraba una he- rramienta útil en la lucha contra el terrorismo. La iniciativa, finalmente, se ha ido abriendo paso a golpe de atentados terroristas. Tras el ataque a la revista Charlie Hebdo en enero, el Gobierno francés resucitó las negociaciones sobre una herramienta que declaró “crucial” para la lucha antiterrorista. Las negociaciones entre los gobiernos avanzaron, pero se estancaron de nuevo al llegar al Parlamento. Ha sido tras los atentados del viernes 13 de noviembre en París cuando toda la maquinaria comunitaria se ha sincronizado para llegar al acuerdo sellado ayer entre el Consejo (gobiernos) y los negociadores del Parlamento. Su entrada en vigor depende de la aprobación por la Eurocámara, que lo votará en su comisión de Libertades el próximo jueves y en el pleno en enero. El Gobierno francés había elevado su nivel de exigencia y reclamaba almacenar
La información, que desde hace trece años se pasa a EE.UU., aún no se intercambiaba entre los países de la UE
los datos de los pasajeros durante un año antes de codificarlos, frente a los seis meses que planteaba el Parlamento (o uno, al inicio de la negociación). Finalmente los gobiernos europeos cedieron en este punto (se guardarán seis meses antes de enmascararlos durante un total de cinco años) y salvaron la negativa del Parlamento Europeo a incluir en el fichero los vuelos intracomunitarios (internos) y chárter dando a este punto carácter voluntario, aunque al mismo tiempo hicieron una declaración política por la que se comprometen a intercambiar también estos datos. El intercambio de datos no será auto-
mático, pero sí obligatorio. “Es un acuerdo equilibrado y proporcionado”, dijo el comisario europeo de Interior, Dimitris Avramopoulos. ¿De qué manera dejarán huella nuestros vuelos cuando la directiva entre en vigor? Las aerolíneas van a almacenar y facilitar a las diferentes oficinas nacionales de información de pasajeros unos 20 datos personales: nombre del pasajeros, número de pasaporte o DNI, domicilio, trayectos o forma de pago, agencia o plataforma en que se compró el billete, asiento, acompañantes, equipaje... Algunos eurodiputados consideran que este tipo de registros da una falsa sensación de seguridad y supone una renuncia al derecho a la privacidad de los ciudadanos europeos. Para el ministro francés de Interior, Bernard Cazeneuve, en cambio es “una herramienta indispensable”, la misma expresión que usó su colega español, Jorge Fernández Díaz. “No hay mal que por bien no venga, y ojalá no hubiera sido necesario el mal, pero los atentados han tenido como consecuencia mayor sensibilización de la necesidad imperiosa de tener” esta herramienta, declaró a la prensa. El registro nacional de pasajeros estará listo en junio, anunció el ministro; el sistema sólo cobrará “toda su eficacia” cuando esté “interconectado” con el resto de registros europeos. Fernández Díaz anunció ayer la puesta en marcha de varios canales de comunicación para facilitar la colaboración ciudadana en la lucha contra el terrorismo yihadista. El plan nace con el nombre de “Stop radicalismos” y pretende fomentar la recepción de información por parte de los cuerpos de seguridad, no necesariamente en forma de denuncia; es decir, si el informante lo desea, se le garantizará el anonimato, informa José María Brunet. Interior quiere que fluyan más datos de comportamientos sospechosos de radicalización y que cualquier ciudadano tenga canales de información para ponerlos en conocimiento de la policía a través de la página web Stop Radicalismos del Ministerio del Interior, un teléfono gratuito que no deja rastro (900 822 066) y a través de la app para teléfonos móviles AlertCops (su uso es menos anónimo, pues requiere registrar el número de teléfono y el DNI del usuario). El plan incluye también la elaboración y difusión de contranarrativa para oponerla a los contenidos de la red que sirven para la captación y radicalización de personas que luego están dispuestas incluso a trasladarse a zonas de conflicto. “Hoy en día el 80% de las radicalizaciones se produce en internet, y el resto en prisiones y centros de culto. Hasta el 2012 la proporción era la contraria”, explicó el ministro.