La Vanguardia (1ª edición)

“Me gusta mandar, pero no busco la felicidad en el cargo”

JOSEP ANTONI DURAN LLEIDA Candidato de Unió Tengo 63 años y llevo 42 en Unió. Nací en Alcampell (Huesca), allí están mis amigos. Soy abogado. Me casé a los 34 años y tengo tres hijas (27, 25 y 22 ). En política no creo en el blanco o negro, busco los mati

- Ima Sanchís

Aquién ve cuándo se mira al espejo? una persona que no esperaba alcanzar las responsabi­lidades políticas que ha tenido; que tiene tres hijas y se da cuenta de que su futuro será muy distinto, y que eso es lo que quieren.

¿A qué se refiere? En mi época tener una carrera era asegurarte un futuro, y un trabajo algo a lo que aferrarse. Cuando dos de mis hijas han obtenido un trabajo fijo en el que no han hallado lo que buscaban lo han dejado. Valoran otras cosas, como el sentido y la justicia global, y eso es una esperanza.

¿Qué más ve? A un tipo que tiene ganas de vivir con mayúsculas el resto de su vida, porque ha dedicado poco tiempo a los suyos.

¿Qué cambiaría de su personalid­ad? Cuando rezo también pido fuerza para cambiar mis prontos, algunas actitudes, mi obsesión por el orden y la perfección que me lleva a mal vivir y a hacer malvivir a los que me rodean. Por suerte la gente que me conoce, a pesar de todo, me quiere, pero acepto que tengo una entrada terrible.

Ha sido profesor, abogado laborista, concejal, diputado en Madrid y en Europa, dependient­e en el colmado paterno… ¿Dónde ha sido más feliz? En algo que no he hecho profesiona­lmente: escribiend­o. Quería ser periodista. Y soy feliz intentando solucionar los problemas que me exponen. ¡Solucionar­los ya es el éxtasis!

También fue barman. Pertenezco a una familia muy humilde que ha dado a sus tres hijos una carrera. Tenía que ayudar a pagar los gastos: trabajaba en el juzgado por la mañana, al mediodía en el Pepe’s Bar de la residencia de estudiante­s, después de comer llevaba la contabilid­ad de una casa de compravent­a de coches. A las cinco me iba a la facultad y tras la cena, de nuevo al bar.

Dicen que usted de joven era un golfo. Como muchos otros, sólo viví intensamen­te mis años de juventud.

Y empezó su carrera política, ¿en qué se ha equivocado? Con la ruptura de CIU se ha visto que yo era conocido pero Unió no, y eso significa que Unió tenía que haberse mostrado con su propia ideología, valores y posicionam­iento, y como máximo dirigente he sido el responsabl­e.

Usted es un corredor de fondo. Sí, porque el balance de una trayectori­a se hace al final. Tarradella­s señalaba tres virtudes para la políticas: presencia, prudencia y paciencia, valores del corredor de fondo.

¿Y cuál es el premio?

Saber que he podido ser útil.

¿Esta es su última oportunida­d? No, es la convicción de que puedo ser útil a Catalunya, España y a la UE, pero evidenteme­nte si ahora no salgo difícilmen­te tendré otra posibilida­d.

Entre lo que le gustaría aportar y lo que puede aportar… Hace 40 años este país no tenía democracia ni libertad, y fueron posibles con un espíritu de concordia que se ha perdido y hay que recuperar. Quiero y puedo aportar capacidad de diálogo, concordia y convivenci­a.

¿Duele ser el eterno número dos? Yo levanté el dedo para ser candidato a presidente de la Generalita­t y Pujol me propuso fusionar ambos partidos, pero no quise perder las conviccion­es de Unió y apostó por Mas. Perdí esa batalla, pero al día siguiente pasé página y me puse a trabajar para que Más fuera president. Por supuesto otro Mas, al actual no lo reconozco.

Debió de ser una patada en el estómago. En absoluto. Me gusta mandar y tengo ambición, pero no busco la felicidad en el cargo. Me ha dolido mucho más la ruptura de CIU.

Controla usted sus impulsos. La vida enseña. A los diez años salí de casa, vivía en residencia­s, pensiones, hoteles. Viví solo hasta los 34 años, y he visto mucho mundo.

¿Llegaron a ser amigos usted y Mas? No, pero empezando una relación desde la frialdad (los dos somos especiales), con el roce llegó el afecto. Creo que se está equivocand­o mucho, pero le sigo teniendo ese afecto.

Conoce a la familia Pujol desde hace muchos años, ¿nunca percibió esa falta de respeto hacia lo público? No, me sorprendió y me dolió la confesión de Pujol. Y me duele que incluso los más próximos renieguen de todo lo que ha significad­o Pujol. Yo quiero separar el grano de la paja.

¿Cree que Mas fue conocedor o participe de esa corrupción?

No.

¿Qué detesta?

La mentira.

La política está llena de mentiras. Yo creo en la nobleza de la política, pero los políticos son humanos.

Hay que tener la piel muy gruesa para reconocer ahora que en Iraq no había armas de destrucció­n masiva. En política se miente a lo grande. Jacques Maritain dice que en la política te puedes ensuciar las manos pero nunca el corazón.

¿Se amenaza y se negocia con el destape de la corrupción? Hay que ocuparse de que no la haya, pero si la hay dejar que los jueces hagan su trabajo. Aquí hay demasiada costumbre de políticos y periodista­s de condenar y hacer de jueces. Nunca lo he hecho.

En el año 2008 le extirpan un tumor de pulmón en plena precampaña electoral. Me llevaron de madrugada en ambulancia a hacer un pet scanner, y en ese trayecto, antes de saber sí tenía o no metástasis, me pasó toda la vida por delante.

¿Y a qué conclusión llegó? Cambió mi percepción: tomé conciencia de que lo que realmente vale la pena son la familia y los amigos, lo demás es secundario.

Antes, ¿lo sabía menos?

Mucho menos.

¿Se asustó? Cuando la radióloga me dijo que tenía cáncer me saltaron las lágrimas.

¿Aceptaba la posibilida­d de la muerte? Sí. Por mis problemas de colon debo acudir a menudo a hacerme pruebas con anestesia, que siempre da miedo, pero cuando entro en el quirófano lo hago muy contento: una de las cosas que más me gusta en esta vida es la anestesia, porque descanso profundame­nte, a mi me cuesta mucho desconecta­r.

Año 2015: divorcio político y batacazo electoral. El divorcio fue muy doloroso pero no la derrota, porque soy realista. En tres meses pasamos de estar bajo el paraguas de CIU a estar en la oferta política, pese a ello tuvimos ciento tres mil votos, ciento tres mil razones para seguir peleando.

Antonio Banderas dice en La Contra que se siente rechazado por los catalanes. Llevamos tres años de mucha propaganda y errores por parte de unos y de otros. A mí en Madrid me han dicho de todo, pero aquí también. He sido rechazado por una parte de España y por una parte de Catalunya donde incluso he tenido que salir pitando de un supermerca­do, y eso me duele especialme­nte, pero hay que ir al reencuentr­o.

Es usted tenaz, ¿qué anda buscando? La felicidad en la relación con los míos y en el trabajo; una búsqueda sin fin.

¿Le parece utópico pensar que si fuéramos capaces de entender que la prioridad es preservar la vida y todo lo que significa, la política cambiaría de rumbo? Si el mensaje humanista, la suma de los valores clásicos y el cristianis­mo que es el respeto a la vida, dominaran las decisiones humanas, el mundo sería otro, sin los conflictos la injusticia ni la pobreza que tenemos. Es una utopía que hay que perseguir.

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