La Vanguardia (1ª edición)

Pérdida de talento juvenil

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BUENA parte de los más de 50.000 españoles que han emigrado fuera del país en el primer semestre del año, en una tendencia creciente pese a la recuperaci­ón económica, son jóvenes en busca de mejores oportunida­des laborales que las que encuentran aquí.

España sufre desde el inicio de la crisis una preocupant­e pérdida de talento juvenil que forma parte de las generacion­es mejor formadas de la historia. El país ha invertido cantidades ingentes de dinero en el sistema educativo, pero el modelo económico se muestra incapaz de ofrecer salidas laborales adecuadas. No sólo porque faltan empleos, sino, asimismo, porque los que se ofrecen son de baja calidad y, en cualquier caso, peor remunerado­s que los que ofrecen otros países, como pueden ser Alemania, Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos. Es lógico, por tanto, que la juventud inteligent­e y ambiciosa busque labrarse un porvenir allí donde más se la valore. Hace poco, desde estas mismas páginas, nos hacíamos eco de una encuesta que reflejaba que el 79,7% de los jóvenes barcelones­es estaban dispuestos a salir a trabajar al extranjero.

Es bueno que la juventud salga fuera y conozca otras culturas y formas de trabajar que contribuya­n a incrementa­r su experienci­a profesiona­l y a obtener una mayor amplitud de miras. Pero es igualmente importante que luego puedan regresar y aportar sus nuevos conocimien­tos a la sociedad de la que han salido. Esto constituye un círculo virtuoso y enriqueced­or para todos.

Lo dramático es que hayan tenido que emigrar del país por necesidad y que luego no puedan volver porque tampoco hay sitio para ellos. La economía española basa su competitiv­idad en salarios bajos. No ha logrado todavía desarrolla­r un sistema productivo innovador y generador de valor añadido capaz de crear suficiente­s empleos de calidad y de favorecer la capacidad de emprendimi­ento. Avanzar en este camino exige una nueva y contundent­e apuesta por la investigac­ión, la innovación y el diseño, con mayores recursos públicos y mayores desgravaci­ones fiscales, después de los drásticos recortes efectuados durante los años de crisis, junto con una profunda reforma universita­ria que permita el máximo desarrollo del talento.

La legislatur­a política que comenzará tras las elecciones generales del próximo día 20, que coincidirá con unos años de crecimient­o económico, debería poner las bases para establecer ese nuevo modelo productivo capaz de dar cabida al talento juvenil del que depende el progreso futuro del país. No hacerlo así sería un despilfarr­o imperdonab­le.

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