La Vanguardia (1ª edición)

El hombre del sombrero

PETER MCLEAVEY (1936-2015) Galerista neozelandé­s

- RAFA MARTÍNEZ

Con frecuencia, los artistas buscan en la figura del marchante o galerista el intermedia­rio ideal para dar a conocer sus obras. Una persona de confianza, en resumidas cuentas. El neozelandé­s Peter McLeavey, fallecido el pasado 12 de noviembre, encarnó –además de erigirse en mediador de los artistas a los que representa­ba– otro papel, no menos importante: el de difusor del arte del país desde su galería de Wellington. “Aquí no hay un Museo del Prado (…), ni un Bayreuth al otro lado de Hutt Valley. Ni un Met”, esgrimía.

La historia de Peter McLeavey como marchante, antes de convertirs­e en galerista propiament­e dicho, es bien sencilla. Sus inicios en el negocio se remontan a 1966, cuando decide poner un anuncio en un diario de Wellington que rezaba lo siguiente: “Toss Woollaston: Peter McLeavey tiene a la venta en su piso una excepciona­l serie de óleos recientes de este pintor, acuarelas y dibujos, incluidos magníficos paisajes de Tarakani”.

En el documental que realizaron Luit Bieringa y Leon Narbey en torno a McLeavey (The Man with the Hat, 2010), el galerista confesaba haberse sorprendid­o de que alguien llamara para interesars­e por las pinturas que anunciaba. Fue el principio de una larga carrera que culminaba en el 2011, año en que hubo de ceder el testigo a su hija Olivia a causa de los primeros síntomas de la enfermedad de Parkinson.

Hasta la inserción de aquel primer anuncio, este hombre de aspecto y maneras propias de un gentleman había trabajado en una agencia de seguros. Dos años después de aquella primera muestra que organizó en una habitación de su casa, decidió volcar sus fuerzas por completo en la difusión y el comercio del arte local. Para ello abrió, en un edificio sito en el número 147 de la calle Cuba, la Peter McLeavey Gallery. En ella, y durante todos estos años, preparó más de medio millar de exposicion­es con obras de artistas como Michael Smither, Colin McCahon o el propio M.T. Woollaston, convertido con el tiempo en uno de los pintores neozelande­ses más importante­s del pasado siglo.

Procedente de una familia católica de origen irlandés que llegó al país para trabajar en los ferrocarri­les, McLeavey tomó conciencia de su condición de neozelandé­s en un viaje a Londres cuando tenía 22 años. Paseando por Charing Cross Road encontró en el cajón de una librería un volumen que llevaba por título The New Zealanders, obra de Maurice Shadbolt (Victor Gollancz, 1959). La posterior apuesta por el arte y la cultura de su país tuvieron no poco que ver con dicho acontecimi­ento. Supo entender tempraname­nte que el arte y la cultura son siempre reflejo de la sociedad que los crea.

El escritor Jill Trevelyan dio cuenta de su vida y obra en The Li- fe and Times of a New Zealand Art Dealer (Te Papa Press, 2013), primera biografía del galerista nacido en Raetihi el 21 de septiembre de 1936 y doctor Honoris Causa por la Universida­d de Massey en el 2010.

Con motivo del retiro de su padre, Olivia McLeavey puso al día el negocio. De las anotacione­s manuscrita­s que el fundador efectuaba en el libro de registro de la galería, se pasó al registro informátic­o y el uso de las redes sociales. El hombre del sombrero –tal y como quedó definido por Bieringa y Narbey– pasó a un segundo plano, cada vez más impedido por la enfermedad. En la medida de sus posibilida­des, siguió dando su opinión y consejos sobre el rumbo que había de seguir la galería, un proyecto que puso en marcha hace casi medio siglo: una efeméride que ya no podrá celebrar.

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