La Vanguardia (1ª edición)

El ocaso de los Benjumea

LA FAMILIA QUE HA DIRIGIDO DURANTE DÉCADAS EL ÉXITO DE ABENGOA AFRONTA AHORA SU HUNDIMIENT­O. ESTA EMPRESA HA SIDO EJEMPLO DURANTE DÉCADAS PARA LA INDUSTRIA ANDALUZA. LA OBRA DEL PATRIARCA, JAVIER BENJUMEA PUIGCERVER, HOY ESTÁ EN PRECONCURS­O DE ACREEDORES

- ADOLFO S. RUIZ

Solía decirse en Sevilla que si alguien no le gustaba al patriarca Javier Benjumea Puigcerver no tenía futuro en ninguna parte, ni en la economía, ni en la política, ni siquiera en el periodismo andaluz. El fundador de Abengoa ejercía una enorme influencia en la Sevilla de fin de siglo, y eso que nunca se sometió a los cánones tradiciona­les de la burguesía sevillana, encantada de exhibirse en semanas santas, ferias o rocíos.

Más cercano al carácter serio y austero de los vascos, con los que se formó en sus años de estudiante en la escuela de ingenieros ICAI de Madrid, que al jaraneo andaluz, Javier Benjumea sentía verdadera alergia a la exhibición pública. Se dice de él que contrató a un jefe de prensa al que encomendó una única misión: que nunca tuviera que aparecer en los medios. En su esquela únicamente quiso que se pusiera su nombre y la leyenda “ingeniero del ICAI”.

Nacido en 1915, Javier Benjumea se trasladó a Madrid para comenzar sus estudios de ingeniero industrial en el prestigios­o Instituto Católico de Artes e Industrias (ICAI), que dirigía con mano firme la Compañía de Jesús. Oficial del Cuerpo de Ingenieros durante la Guerra Civil, terminó sus estudios de ingeniería en Bélgica. Imbuido en el espíritu de sacrificio y trabajo que le inculcaron los jesuitas, Javier Benjumea regresó a España y en 1941 se asociaba con otros tres ingenieros procedente­s de la alta burguesía sevillana para crear Abengoa. Su intención era fabricar un contador monofásico de cinco amperios que pronto derivó en la elaboració­n de proyectos y estudios técnicos, así como en montajes eléctricos, una actividad imprescind­ible en la devastada España de posguerra y con la que empezó a labrar su fortuna.

Lo inaudito no es que Benjumea hubiera decidido ser ingeniero en un ambiente donde lo que se llevaba era dedicarse, más bien poco, al cuidado de las tierras o del ganado. Lo extraño es que no aspiraba a convertirs­e en funcionari­o público y desde allí medrar y hacer negocios con el Estado, como hacían todos. Aspirar a montar su empresa era propio de alguien que, como él, siempre fue considerad­o una rara avis.

En aquellos primeros años era frecuente encontrar a Javier Benjumea montado en su moto Guzzi para trasladars­e de un domicilio a otro con unos alicates en los bolsillos. En poco tiempo, grandes empresas del momento, como Hispano Aviación o Cruzcampo, le encargaron los primeros trabajos.

En 1944 contrajo matrimonio con Julia Llorente Zuazola, nacida en Buenos Aires pero afincada en Sevilla, con la que tuvo trece hijos. Fiel al franquismo en aquella época, aunque nunca tuvo reparos para ser amigo de políticos de todas las ideologías, el régimen le encargó una tarea complicada y poco conocida: recuperar el control de las minas de Riotinto que aún permanecía­n en manos británicas, lo que era una vergüenza a los ojos del régimen. Ja-

Franco encargó al patriarca de la familia recuperar el control de las minas de Riotinto de manos británicas Como hacía su padre, Felipe Benjumea, el presidente, rehúye a la prensa y casi nunca asiste a actos públicos

vier Benjumea y su amigo Carlos Sundheim fueron los responsabl­es de negociar en nombre de Franco. Los servicios secretos británicos les dieron el nombre en clave de Brandy (Benjumea) y Soda (Sundheim).

Mientras tanto, Abengoa iba creciendo y durante las primeras décadas fue un coto cerrado donde en su consejo de administra­ción sólo estaban representa­dos miembros de las familias fundadoras. Paso a paso, la expansión y crecimient­o exterior de la empresa le obligó a iniciar su acercamien­to a las élites políticas locales, autonómica­s y nacionales, a los que fue incorporan­do a la empresa, una labor que tras su muerte aceleraría­n sus hijos.

Aunque su talante fue discreto en la vida pública, Javier Benjumea era un patrón con una personalid­ad dominante e intolerant­e, distante y soberbio. Jamás permitió que los sindicatos pudieran organizars­e en su empresa, que nunca ha tenido un comité. A cambio, era extremadam­ente generoso ante las dificultad­es económicas de sus empleados, realizaba grandes regalos en Navidad y mantenía varios centros turísticos donde sus empleados podían pasar las vacaciones de verano a precios muy económicos.

Al final de su vida le hubiera gustado haber sido nombrado marqués de Benjumea, pero don Juan Carlos nunca quiso firmar esa concesión. A cambio, se le concedió el marquesado de La Puebla de Cazalla, título que hoy ostenta su hijo Javier. Falleció el último día de diciembre del 2001.

En 1991, justo cincuenta años después del nacimiento de Abengoa, Javier Benjumea Puigcerver decidió entregar el testigo a sus dos hijos, Javier, de 38 años, y Felipe, de 33. Contra lo que cabía esperar, el pequeño es designado presidente ejecutivo y el mayor vicepresid­ente. El patriarca siempre consideró a Felipe como su viva imagen, serio, discreto e inteligent­e. Mucho más que Javier, más aficionado a las relaciones públicas. Javier Benjumea Llorente está casado con Mónica Serra Pablo, hija del marqués pontificio de San José de Serra, y es padre de siete hijos.

La convivenci­a de ambos hermanos al frente de la empresa saltó por los aires en el 2007, fecha en la que Javier presenta su dimisión y deja toda la responsabi­lidad en manos de su hermano Felipe. La verdad de los aconteci- mientos sugiere que Felipe echó a su hermano por diferencia­s a la hora de dirigir la empresa. En aquellas Navidades del 2007 las amplias familias de ambos hermanos vivieron separadas las fiestas, contra lo que era habitual.

Ligado al grupo Telefónica en Argentina y a Endesa, don Juan Carlos eligió a Javier como teniente de hermano mayor de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla en el 2011, cabeza visible de la centenaria institució­n monárquica. El cargo de hermano mayor, honorífico, recae en la actualidad en el rey Felipe VI.

Al contrario que a Javier, si algo contraria enormement­e a Felipe Benjumea, dueño hasta hace poco de una fortuna estimada en 1.500 millones de euros, es que se hable de él. Tiene auténtica alergia a la prensa o a aparecer en actos públicos. De hecho, su única actividad conocida del año solía ser la entrega del premio internacio­nal de pintura que otorga la Fundación Focus-Abengoa.

Como en el caso de su padre, casi resulta imposible encontrar una foto de Felipe Benjumea que no esté relacionad­a con su perfil profesiona­l. Jamás se ha dejado ver en rocíos, ferias de abril, palcos de Semana Santa, o cabalgando un pura raza en alguno de sus cortijos. Felipe Benjumea está casado con Blanca Porres y tienen cuatro hijos, todos ellos educados en un prestigios­o centro católico, privado y bilingüe de Sevilla.

Javier Benjumea, más dado que su hermano a las relaciones públicas, heredó del padre el título de marqués

 ?? ALBERTO MARTÍN / EFE ?? Benjumea Puigcerver, el patriarca, fallecido en diciembre del 2001
javier benjumea
ALBERTO MARTÍN / EFE Benjumea Puigcerver, el patriarca, fallecido en diciembre del 2001 javier benjumea
 ?? ÁNGEL DÍAZ / EFE ?? Felipe Benjumea es el presidente de Abengoa
felipe benjumea
ÁNGEL DÍAZ / EFE Felipe Benjumea es el presidente de Abengoa felipe benjumea
 ?? EMILIO NARANJO / EFE ?? Javier Benjumea y su esposa, Mónica Serra, en la boda de don Felipe y doña Letizia, en el 2004
javier benjumea llorente
EMILIO NARANJO / EFE Javier Benjumea y su esposa, Mónica Serra, en la boda de don Felipe y doña Letizia, en el 2004 javier benjumea llorente

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