Algunas pequeñas cosas
Algo está fallando en la cadena de decisiones que se toman en el entorno de la reina Letizia cuando el pretendido guiño de lucir, en una cena oficial con periodistas (también llamados plumillas), un bolso de mano adornado con una pluma de escribir acabó por desvelar que el complemento, fabricado en piel de cocodrilo y con detalles bañados en oro de 24 kilates, cuesta 4.200 euros. La cartera en cuestión forma parte de la colección de Inés Figueredo, una diseñadora asturiana famosa entre las celebridades más extravagantes del mundo por sus bolsos con forma de teléfono, jaula, pie o calavera.
Más allá de los comentarios fáciles que, estos días, se han publicado en redes sociales y medios digitales, lo cierto es que un fallo como ese no debe repetirse. Doña Letizia no puede estar pendiente de todos los detalles, pero sí las personas que tiene al lado. Hace algunos meses, la secretaría de la Reina, encabezada por José Zuleta, se amplió con la incorporación de Eva Fernández, estilista de una revista de moda, a quien se encargó, entre otras faenas, la de lidiar con los cientos de peticiones de diferentes marcas y firmas de ropa y complementos que ofrecen sus servicios a la Zarzuela para que la Reina utilice sus diseños. Mal filtro es el que, con la justificación de promocionar la creatividad de los diseñadores españoles, admite un bolso que igual vale lo que cuesta pero que en ningún momento debería haber utilizado la Reina. Si lo han comprado, mal, pero si ha sido un regalo hay que recordar que el código que impuso el propio Rey para los miembros de la familia real impide aceptar obsequios cuyo coste exceda de la mera cortesía.
La única explicación posible, y no es buena, es que la persona que aceptó el bolso, y lo puso en manos de la Reina, no hubiera ni imaginado ni el precio ni el material del que estaba hecho.
La presión que, tanto los medios de comunicación como la opinión pública, ejercen sobre la reina Letizia no es nueva: la viene soportando desde que se convirtió en princesa hace ya más de 11 años. Su vestuario es analizado al milímetro y tanto ella como la Zarzuela lo saben perfectamente. Puede que haya llegado la hora de empezar a tomar en serio el armario de doña Letizia para evitar tantos vaivenes de estilo y tantos mensajes contradictorios.
La política de austeridad que ha impuesto el rey Felipe ha sido básica en la recuperación de la imagen de la Corona y también lo es que la reina Letizia, por la institución y el país al que representa, vista de manera digna, pero es preciso hallar el punto en el que estos dos principios pueden conciliarse, porque si no un simple bolso puede opacar, en una noche, el esfuerzo de muchos años.