La Vanguardia (1ª edición)

Nefertiti, ciencia o humo

Egipto busca la tumba de Nefertiti junto a la de Tutankamon: la operación suscita dudas entre los arqueólogo­s

- IGNACIO OROVIO

El gran misterio: ¿está Nefertiti, la “bella entre las bellas”, la reina que encarna el paradigma de belleza, la que ha inspirado al cine, a la literatura, al arte (y a las clínicas de belleza) enterrada secretamen­te desde hace más de tres milenios a pocos metros de Tutankamon, en la tumba KV62 del Valle de los Reyes? ¿Podría albergar la más fabulosa cámara funeraria egipcia jamás hallade da, repleta de tesoros impresiona­ntes, otra montaña de oro, máscaras y estatuas todavía mayor? Sería un descubrimi­ento sensaciona­l, único en la historia, mareante, increíble, y detrás de él está estos días una expedición comandada por el arqueólogo británico de la Universida­d de Arizona Nicholas Reeves, con toda la artillería mediática del Gobierno egipcio –tan necesitado del turismo– voceando la operación. ¿Es verosímil que Nefertiti haya estado enterrada ahí al lado, a pocos metros, los últimos 3.345 años?

Reeves está convencido de ello, y el propio ministro de Cultura y Antigüedad­es de Egipto, Mamduh al Damati, sostiene después de los primeros análisis en el perímetro exterior de la KV62 que existe un 90% posibilida­des de que haya dos cámaras funerarias, desconocid­as hasta ahora, junto a la de Tutankamon, aunque la inquilina más probable del lugar sería antes Meritaton que Nefertiti, opina Damati. La primera fue hija de la segunda, según los egiptólogo­s. Y también Tutankamon pudo ser hijo de Nefertiti, según las últimas teorías.

“No creo que haya otra tumba allí porque estas teorías se basan en fuentes secundaria­s y nadie puede imaginar cosas en fotos en 3D”, explica a La Vanguardia por correo electrónic­o Zahi Hawass, uno de los más reconocido­s egiptólogo­s del mundo, que entre 2002 y 2011 dirigió con mano de hierro y celo extremo el Council Supreme of Antiquitie­s (CSA) de Egipto.

“Por razones de culto religioso, Nefertiti –prosigue– nunca habría sido enterrada en el valle”. “Yo creo que no hay nada más que ruido”, sostiene el arqueólogo catalán Eduard Porta, que trabaja en Egipto desde hace décadas.

La momia de Nefertiti, por otro lado, fue identifica­da por la también británica Joann Fletcher entre las descubiert­as por el arqueólogo francés Victor Loret un siglo atrás.

Reeves elaboró su teoría después de un examen de la tumba de Tutankamon… a 12.460 km de ella.

En el año 2009, la empresa española Factum Arte hizo en colaboraci­ón con el CSA de Egipto, la fundación suiza The Friends of the Royal Tombs of Egypt y la universida­d de Basilea una réplica exacta de la KV62, como centro de visitantes. La tumba de Tut, con la momia allí, se estaba degradando.

La réplica es fiel al milímetro y para fabricarla se escaneó en alta resolución cada porción del sitio. Pinturas, relieves, imperfecci­ones...

Y Factum Arte decidió ofrecer la informació­n obtenida, en su web, a todo el que quisiera verla.

Reeves la analizó y descubrió unas líneas rectangula­res en la roca que sugieren puertas. Eran inapreciab­les en vivo, camufladas detrás de la pintura, pero sí lo son en la fotografía gris que ofrece el escaneado. Las posición de las líneas encajaría con las de sendas puertas.

Reeves también detectó un rasgo en una de las pinturas de la cámara (que representa a Osiris) idéntico al de una escultura de una Nefertiti anciana conservado en el Ägyptische­s Museum de Berlín, una leve hendidura en el rostro, en vertical, a partir de la comisura derecha de los labios. Nefertiti debió tener ese rasgo, y Reeves interpreta que el pintor de la cámara lo reprodujo allí como pista u homenaje a quien descansa- ba (¿para siempre?) detrás de aquella pared.

Para acabar de sustentar su hipótesis, el experto británico añadía que las tumbas de las reinas estaban excavadas en ángulo recto hacia la derecha, y la de Tutankamon es así; esta circunstan­cia arquitectó­nica se ha explicado tradiciona­lmente por la muerte prematura de Tutankamon, a los 18 o 19 años, que habría obligado a aprovechar las obras de una tumba de algún personaje que no pertenecía a la realeza.

Pero si es de Nefertiti o de Meritaton la teoría recobra sentido.

Reeves “dice que la tumba es de estilo femenino porque está en angulo derecho pero por otro lado las tumbas KV 21 y KV 32 son diferentes y son femeninas”, replica Hawass.

En la KV 21 se hallaron dos reinas, de identidad desconocid­a, de la dinastía XVIII; la moradora de la 32 es la reina Tiaa, de la misma época.

Otro de los argumentos de Reeves es que alguna de las máscaras de Tutankamon tiene las orejas horadadas y que sólo las mujeres las tenían así. Hawass niega que esto fuera así: “Ambos sexos perforaban sus lóbulos”, dice a La Vanguardia.

“Si hay una tumba, difícilmen­te será Nefertiti, que ha sido ya identifica­da. Yo creo que es un disparo al aire, y a los egipcios esto les interesa mucho”, opina el egiptólogo y catedrátic­o de Historia Antigua de la Universita­t de Barcelona Josep Padró, también con años de excavacion­es en el país del Nilo. “A menudo dicen que van a encontrar la de Cleopatra”, añade con sorna.

El descubrimi­ento –o la hipótesis– de Reeves, cabe subrayar, habría sido implanteab­le con la tecnología de muy pocos años atrás. Y sin

la generosida­d de Factum Arte, desde luego. Esta compañía, dirigida por el también británico Adam Lowe, prevé hacer también réplicas de las tumbas de Seti I y Nefertari.

Reeves tiene una sólida carrera a la espalda. Ha sido conservado­r del Museo Británico y del Met de Nueva York, y en realidad tiene la mosca tras la oreja desde hace años. En elaño 2000 lanzó la teoría, después de examinar diversas zonas del Valle de los Reyes con georradar, de que la tumba de Tutankamon podría tener estructura­s extrañas alrededor. Una de ellas fue bautizada como KV63, la siguiente a la mítica KV62. En aquellos años Hawass acusó a Reeves de haber tenido algún papel en el tráfico ilegal de bienes arqueológi­cos, cosa que nunca se demostró pero que alejó para siempre a Reeves del Valle de los Reyes. Para siempre no: Hawass cayó del poder tras la revolución egipcia del 2011, y Reeves acaba de regresar al país.

Fue la investigac­ión de Factum Arte lo que acabó de dar alas a Reeves. En agosto de este año publicó un paper en el que expone sus nuevas teorías, obtuvo permiso del gobierno egipcio y la pasada semana acabó una primera fase de nuevos análisis con georradar en los alrededore­s de la tumba. “Estamos muy emocionado­s con los últimos acontecimi­entos, porque hay muchas posibilida­des de que haya algo, aunque no sea Nefertiti”, valora Carlos Bayod, de Factum Arte.

Diversos especialis­tas consultado­s por este diario se mueven entre dos escepticis­mos: el de la frialdad del científico y el esperanzad­o del egiptólogo.

Myriam Seco explica desde Egipto, donde está excavando, que “el patrimonio egipcio no deja de darnos sorpresas. Eso lo vemos día a día en las excavacion­es. Donde piensas que ya no hay nada, sale algo nuevo. La montaña tebana está llena de tesoros ocultos y queda muchísimo por descubrir”. ¿Podría ser Nefertiti? “El abanico de posibilida­des pasa desde que no haya nada destacable hasta que pudiera haber alguien del entorno familiar del faraón, como pudiera ser su madre o su esposa. Aún cuando es difícil traspasar la línea de la especulaci­ón en estos momentos, la lógica indica que, de haber alguien, tiene que ser una persona muy cercana a Tutankamon”. Un egiptólogo español con experienci­a en el país desde mediados de los años 60 y que prefiere mantenerse en el anonimato sostiene que existen desde hace años sistemas de análisis del subsuelo, tanto en vertical como en lateral, que habrían permitido detectar esas cámaras. “¿Por qué ahora? ¿Y por qué se anuncia un hallazgo que sería excepciona­l con meses de antelación? ¿Por qué este lento estriptis? Los descubrimi­entos no se anuncian antes, se anuncian cuando se tienen”, reflexiona. De hecho, si ahí detrás hay una tumba intacta, y es de Nefertiti, o de Meritaton, el ajuar puede ser inimaginab­le. No hay más que extrapolar lo que se halló en la de Tutankamon, que falleció joven e inesperada­mente, con lo que no se pudo preparar probableme­nte tanto como se hubiera deseado. ¿Qué nos espera al otro lado de la pared? ¿Más polvo o el mayor tesoro de la historia de la arqueologí­a?

Egipto necesita imperiosam­ente lo segundo. Su industria turística no levanta las cifras desde la revolución de enero del 2011; diversos atentados han minado desde entonces la confianza del viajero internacio­nal, que no acaba de aterrizar masivament­e en el país. Un reciente reportaje de la agencia Efe explicaba que los visitantes de Luxor son actualment­e de algunos cientos a la semana, cuando eran miles antes de 2011. En una visita reciente a la ciudad, el ministro de Cultura se paseaba con apenas un escolta. Aquí no pasa nada. Hasta la revista Horus, que la compañía aérea Egypt Air reparte en sus aviones, lleva un amplio reportaje sobre la búsqueda de Nefertiti. Eso sí, si aparece el tesoro, las autoridade­s deberán instalar un monumental cordón de vigilancia allí durante años.

Que apareciera una tumba intacta “sería un gran descubrimi­ento y, por supuesto, tendría un gran impacto mediático. Las noticias sobre Egipto siguen fascinando al mundo entero. Un gran hallazgo sería muy importante para Egipto, aunque hay que recordar que su patrimonio cultural es impresiona­nte y tiene sobrados atractivos para los visitantes”, subraya Seco.

Tras cuatro intentos, fuentes oficiales del ministerio de cultura egipcio anuncian con parquedad que en enero tendrán los resultados finales del análisis con georradar, que se evaluarán en Japón, y que a partir de ahí “en caso de que se confirme la existencia de una cámara lateral se evaluará la mejor forma de acceder a ella”.

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 ?? MOHAMED ABD EL GHANY / REUTERS ?? El rasgo de la boca. Arriba, la pintura de Osiris con el mismo gesto que una escultura de NefertitiL­a tumba. A la izquierda, la cámara funeraria central de la tumba de Tutankamon, donde se puede apreciar el retrato de Osiris. La momia está allí.Arrugas en pared. Ala derecha, imagen en alta resolución de la empresa Factum Arte en la que Reeves detectó lo que puede ser una pared.El georradar. Los trabajos de inspección de los exteriores, hace unos días en el Valle de los Reyes.
MOHAMED ABD EL GHANY / REUTERS El rasgo de la boca. Arriba, la pintura de Osiris con el mismo gesto que una escultura de NefertitiL­a tumba. A la izquierda, la cámara funeraria central de la tumba de Tutankamon, donde se puede apreciar el retrato de Osiris. La momia está allí.Arrugas en pared. Ala derecha, imagen en alta resolución de la empresa Factum Arte en la que Reeves detectó lo que puede ser una pared.El georradar. Los trabajos de inspección de los exteriores, hace unos días en el Valle de los Reyes.
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MOHAMED ABD EL GHANY / REUTERS
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ÄGYPTISCHE­S MUSEUM, BERLIN
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FACTUM ARTE / MINISTRY OF STATE FOR ANTIQUITIE

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