El Barça salda la última visita a un grande con un empate
Un Barcelona ineficaz en la definición interrumpe una serie de siete victorias con un empate en Mestalla frente a un Valencia de circunstancias
Mestalla volvió a ser una fortaleza. El estadio valencianista, que acumula 19 partidos de imbatibilidad en la Liga, consiguió romper la serie de 7 victorias consecutivas de un Barcelona que desplegó una propuesta ganadora pero falló a la hora de definir y ofreció muestras de exceso de confianza ante un Valencia tibio que reaccionó adecuadamente al gol de Luis Suárez. La ventaja del conjunto de Luis Enrique queda reducida respecto a los perseguidores, Atlético y Real Madrid, y conviene volver a repasar un par de lecciones: hay que materializar las oportunidades de gol y debe impedirse a través del dominio absoluto del balón la reacción de un rival sometido.
Con el equipo que conquistó la final de la Liga de Campeones de Berlín, salvo el portero, el Barcelona hizo frente a la alineación de circunstancias del Valencia, ejemplificada por el traslado del central Vezo al lateral derecho. Neymar superó de cualquier modo y en cualquier circunstancia al defensa valencianista, cosa que invitó al Barça a cargar el juego de ataque por el flanco izquierdo. Fue una invitación difícil de rechazar para el equipo azulgrana, que hizo estragos por esa zona, pero no terminó de definir y acabó siendo previsible. Además, las faci- lidades que ofrecía el lado izquierdo en el primer tiempo dejaron en un segundo plano a Messi y las incorporaciones de Alves por el lado contrario. Probablemente Voro no diseñó esta intricada táctica, que sin embargo terminó llevando al Barça a un ritmo conformista.
Mestalla presentó la hostilidad habitual en una visita del Barcelona y tampoco mostró un alarde de originalidad al silbar todas las intervenciones de Piqué, pero la enorme y constante presión ambiental pudo tener su incidencia en el desenlace. Desde que en el minuto 5 una volea de Messi a centro de Neymar se esfumó por encima del larguero el dominio visitante fue de monarquía absolutista, aunque nadie acertó en la primera parte a materializar el carrusel de oportunidades. El disparo de Neymar al Turia cuando se encontraba solo ante Jaume resultó tan inexplicable como un remate con ventaja de Messi a las manos del portero.
Habían transcurrido seis minutos y el Valencia hubiera firmado el certificado de empate sin dudarlo. No perdió la dignidad, pero era un grupo blando, sometido, aguantado por su público, y buscó impresionar a la media hora cuando Enzo Pérez hizo un Cristiano en el área al sentir el contacto del brazo de Piqué. Jaime Latre ordenó instantánea y ostensiblemente al argentino que recuperara la posición vertical que no debió haber perdido.
Una volea tóxica de Luis Suárez fue rechazada in extremis por un defensor, un contragolpe lanzado por Messi terminó en nada porque el uruguayo, libre de polvo y paja, dudó entre el centro a Neymar y la definición y terminó ejecutando un híbrido inútil. El Barça instaló cómodamente a sus diez futbolistas de campo en el terreno del adversario y la desesperación se apoderó del partido. Desesperación por la inoperancia local y por la ineficacia
La enorme y constante presión ambiental sostuvo al equipo de Voro, que igualó al final
blaugrana que una parte del público intentó solapar con un pasodoble (que viva España) y coreando la consigna som valencians, mai catalans. Los insultos (“Messi subnormal”) llegaron en el segundo acto.
El Barça persistió en su dominio, y aunque fabricó menos oportunidades una de ellas resultó provechosa. Suárez, en posición dudosa, persiguió por la derecha un envío largo de Messi, soportó la acometida de Abdennour y avanzó hacia los dominios de Jaume, al que batió con un trallazo de diestra por el primer palo, casi sin ángulo. El uruguayo ha marcado en sus últimos 8 partidos y daba la sensación de que ese gol iba a proporcionar tres puntos para el Barcelona. El Valencia no se abatió. Supo relativizar el dominio del adversario y abrió el partido, situación que propició un disparo de De Paul desde la frontal, el primero del Valencia a portería, en el 78. Bravo atajó con una buena estirada, pero 7 minutos después no pudo evitar el tanto de Santi Mina. El jugador de 19 años al que Luis Enrique ascendió al primer equipo del Celta, rentabilizó un servicio colosal de Alcácer. Messi intentó desequilibrar a la desesperada, pero Jaume desbarató sus dos intentos finales y Mestalla celebró el empate como un triunfo histórico.