La Vanguardia (1ª edición)

Malala, modelo en Sants

- CARINA FARRERAS Barcelona

El fin de semana pasado se celebró en Londres la Trust Women Conference, dos jornadas intensas dedicadas a la mujer en el tercer mundo. A la mesa redonda que se desarrolló bajo el título Cómo mantener a las niñas en la escuela asistió la afgana Shabana Basij-Rasikh que dijo que “detrás de las mujeres que hemos tenido éxito, hay un padre que reconoce el valor de su hija y su educación”. La figura del padre es una de las claves en la biografía de Malala Yousafzai, la niña pakistaní que sufrió con una bala la ira de los talibanes que ordenaron su muerte por defender la educación. Esta semana, el próximo 11 de diciemlibe­rtad bre, se cumple un año del emocionant­e discurso que pronunció al recibir el premio Nobel de la Paz.

¿Qué impacto tiene esta niña en un grupo de chavales de 14 y 15 años de Barcelona? Malala es una adolescent­e (cumplió en julio los 18 años) que, como dos de ellos, vive en un país que no es el de su familia. Le gusta estudiar, conversar con sus amigas, se pelea con sus hermanos y adora a su padre. Pero los chicos catalanes observan con extrañeza el contraste del discurso progresist­a de Malala con la observanci­a de las tradicione­s culturales. De la importanci­a del padre para Malala, la educación, la cultura, la violencia o el desarraigo habla este grupo de chicos de la escuela Sant Medir: Josep, Camile, Paula, Iván, Maria y Adrià. Han leído el libro Yo soy Malala (Alianza) y recienteme­nte han visto la película Él me llamó Malala.

El padre

Iván considera que “muchos piensan que es el padre quien la empuja a todo lo que hace, pero yo creo –opina– que el padre le deja para que ella elija el cami- no que tiene que tomar, aunque sea peligroso. Eso no es muy co- mún en su país”. “Es más que eso –añade Paula. Ambos tienen una conexión muy especial, muy boni- ta. Ella nunca se siente sola”. “El padre, ya cuando ella nació, la in- cluye en el árbol genealógic­o de la familia donde sólo constaban nombres de varones y la llama Malala, como la heroína que animó a las tropas pakistaníe­s en contra de los ingleses”, indica Adrià “y luego a ella le disparan por defender un ideal”. “Un padre –añade Paula– debe dejar que sus hijas sean como quieren ser”. Tras el atentado Malala se traslada a Birmingham para operarse y, desde entonces reside allí. “A la madre no le gusta Inglaterra –indica Paula–. Es analfabeta y eso crea una barrera con Malala. La apoya pero allí todo es distinto que en su tierra. No habla inglés, la comida del mercado es distinta, no tiene amigas... creo que no es muy feliz”. “Es verdad que cuando dejas tu país es distinto y cuesta adaptarse”, indica Camile, que hace un año vino de Filipinas. “Mi padre es profesor –explica Josep–, como el padre de Malala, y me dice que es importante el ejemplo. Yo creo que ella lo sabe, que su ejemplo puede ayudar a otras niñas de su pueblo a pensar de forma distinta”.

La escuela

“La educación de las niñas es importante. En Brasil hay gente que tiene acceso a la educación y otros no. Hay mucha desigualda­d, económica pero también entre niños y niñas”, señala María. En la película, hay una imagen impactante en la que se ve a dos niños asomándose a las ruinas de lo que el día anterior había sido su escuela. Ese edificio, como lugar de conocimien­to, desaparece. ¿Qué significa para ellos la escuela? “Los talibanes no quieren gente instruida porque eso les da poder, no quieren gente libre que piense por su cuenta, que puedan rebelarse. Sólo les queda el imán que les dice qué tienen que hacer”, sostiene Paula. Malala echa de menos la escuela de su pueblo donde se podía debatir. “Ella dice que es como su casa. En cambio, el colegio de Birmingham no le gusta, es muy serio, estricto. Todos deberíamos sentirnos en la escuela como en casa”. “Ella no pudo despedirse de su casa y de su gente”, dice María, que llegó con 10 años. “Adaptarse cuesta un poco pero luego, cuando ya tienes la lengua controlada, es más fácil”.

Cultura

“Malala rompe con las tradicione­s porque quiere que las mujeres se eduquen. Pero lleva velo”, señala Adrià. “Yo respeto la gente que practica la religión –dice Iván– pero también creo que es una tontería porque es seguir una cosa que te dicen que tienes que hacer por algo que ni siquiera sabes si existe”. “En estos países se mezcla mucho la religión con el poder y la política”, opina María. Para Paula, “Malala no puede ser una chica de su edad”, en referencia a unas escenas de la película en la que la chica, con 17 años, no se atreve a pensar en chicos. Y dice “¿qué pensarían mis padres? Se avergonzar­ían”. “Yo creo que aunque está defendiend­o una causa muy importante, en el fondo, añora su casa en Pakistán”.

EL PADRE “Deja que tome el camino que quiera, aunque sea peligroso; así debe ser” LA ESCUELA “El colegio de Birmingham no le gusta, es muy estricto y añora Pakistán”

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ODD ANDERSEN / AFP Malala Yousafzai en el discurso del premio Nobel de la Paz que recogió el 11 de diciembre del 2014
 ?? INMA SAINZ DE BARANDA ?? Camile, Paula, Josep, María e Iván
INMA SAINZ DE BARANDA Camile, Paula, Josep, María e Iván

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