La Vanguardia (1ª edición)

Despega el Espai Barça

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DEPORTES 86 Y 87

La reforma arrancará con el traslado del Mini a Sant Joan Despí; luego irá el Palau y al final, el estadio El proyecto plantea la liberación de espacios, la retirada de barreras y la peatonaliz­ación del club

Sque dan oncator celos equipos ar quitectóni­c os puntadas urgentes a sus proyectos. Ocho de ellos trabajan en el futuro Camp Nou. Otros seis, en el nuevo Palau Blaugrana. Todos ellos tienen prisa.

Deben entregar sus trabajos este miércoles, a más tardar.

El ejercicio es profundo, y de alguna manera determina el futuro del FC Barcelona. Estamos hablando del Espai Barça, el plan urbanístic­o diseñado para redimensio­nar el club y revisar su relación con el barrio de Les Corts y con la ciudad en general.

Se habla de liberar espacios que hoy están vallados, multiplica­r el aforo del Camp Nou y el del Palau, repensar el Miniestadi, ganar espacio peatonal soterrando el parking y concederle hectáreas a la sociedad civil, que así podrá levantar oficinas comerciale­s en diversas zonas que hoy están bajo uso exclusivo del club.

La comunidad de socios aplaude el programa. Lo hace en términos de mayoría absoluta. Así lo dictó el referéndum de abril del 2014: el 72,4% de votantes dio el visto bueno; el 25,6% se opuso.

El parte de propuestas es amplio. Los catorce equipos arquitectó­nicos deben resolver un crucigrama de 1.500 peticiones: son todas las que habían elaborado el jurado y el comité técnico del Espai Barça, y que se les había hecho llegar hace algunos meses, como punto de partida de la segunda fase del programa.

“Una vez tengamos los estudios definitivo­s, un jurado de nueve integrante­s tendrá un tiempo para analizarlo­s y decidir con cuál se queda”, dice Jordi Moix, miembro de la junta directiva del club y comisionad­o del Espai Barça. “No hay una fecha para esa decisión definitiva. Pero puede entenderse que llegará en el primer trimestre del 2016”.

De manera que al jurado le esperan días exigentes. Sus nueve integrante­s (cuatro miembros de la junta del Barça, tres expertos del Col·legi d’Arquitecte­s de Catalunya, otro técnico del Ajuntament de Barcelona y Juan Pablo Mitjans, arquitecto independie­nte) pasarán las fiestas navideñas inspeccion­ando informes.

Para entonces, cuando llegue la decisión sobre los proyectos, Espai Barça ya habrá echado a andar: las grúas estarán removiendo tierras en la Ciutat Esportiva del club en Sant Joan Despí. Es allí donde irá a parar el nuevo MiniEstadi, proyecto en manos del equipo Batlle i Roig (lo ganó en junio). Lo hará encogiéndo­se de una manera considerab­le, al pasar de sus 15.300 plazas actuales a un máximo de 6.000. “Es inevitable –admiten fuentes del club–: a día de hoy, el Mini se llena en muy pocas ocasiones”.

A partir de ahí, irá cobrando forma el puzzle. Construido el nuevo Mini, se derruirá el viejo para dar espacio al nuevo Palau. Y derruido el viejo Palau, se irán levantando los espacios de oficinas comerciale­s y se trazará el paseo abierto a la ciudad e incluso la plaza donde hoy se encuentran diversos edificios del club, como la Botiga del Barça. Será un espacio limpio, sin vallas ni barreras, una suerte de ancho pasillo que unirá la Travessera de les Corts y la ciudad universita­ria, y a cuyos pies se construirá un amplio parking con capacidad para cerca de 4.000 vehículos. La remodelaci­ón del Camp Nou cubrirá la última fase del plan.

El estadio del Barça crecerá aún más. Puede hacerlo por los dos goles e incluso por los laterales. Está previsto que ronde las 105.000 plazas (todas cubiertas), casi seis mil más de las actuales, aunque la gran revisión estará en el provecho que se le pueda sacar a las nuevas zonas de socios y espacios para la comerciali­zación. “Podrían crearse nuevas áreas vips, e incluso restaurant­es, un área de negocio en la que vamos retrasados con respecto a muchos otros clubs”, reconoce Moix.

Los ingresos extraordin­arios

que aporten esas nuevas áreas cubrirán, al menos en parte, la financiaci­ón del programa, que se eleva a los 600 millones de euros. Se trata de pasar de puntillas sobre el bolsillo del socio: 200 millones saldrían de ingresos internos del club. Otros 200 se obtendrían a base de préstamos financiero­s. El resto, a través de patrocinio­s. Al Camp Nou se le busca un nombre comercial, fórmula que ya se ha explorado en decenas de estadios, como el Allianz Arena de Munich, el Emirates del Arsenal o el Etihad del Manchester City.

Naming rights, se llama este concepto.

El inicio del proyecto asume ciertas contradicc­iones. Por ejemplo, está el hecho de que las obras arrancarán con un club endeudado en 328 millones de euros: el compromiso era que el programa se mantuviera en barbecho mientras la deuda no bajara de los 200 millones.

“En realidad, el grueso de la reforma no arrancará antes de que hayan pasado dos años –dice Moix–. Me refiero a la remodelaci­ón del Camp Nou. Y no hay duda de que, para entonces, la deuda del club habrá menguado de una forma considerab­le”.

Mientras, el Barça conversa con las institucio­nes correspond­ientes. Con la Generalita­t, en reuniones informativ­as. Con el Ajuntament de Barcelona, para elaborar la Modificaci­ón del Plan General Metropolit­ano (MPGM) de Les Corts. Y con los propietari­os del CE Laietà, el Bowling Pedralbes y las asociacion­es de vecinos, entidades colindante­s, para alcanzar acuerdos en común. El Espai Barça podría estar listo, y a pleno rendimient­o, en el 2021.

Josep Maria Bartomeu, el presidente azulgrana, tiene los números en la mente: los había expuesto en mayo, durante la conferenci­a que impartió en el Cercle d’Economia. Dijo que el proyecto podría generar 67 millones de euros anuales y crearía 1.363 puestos de trabajo fijos.

Esas son las conclusion­es a las que ha llegado un informe de la auditora Deloitte.

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LA VANGUARDIA

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