El centro político, zona de riesgo
Los analistas desmenuzan las claves de una campaña electoral que puede poner fin al modelo político vigente
Ninguna campaña exigió como esta estrategas de trazo fino. La sofisticación del mapa político, con nuevos ejes que se solapan –y acaso se anteponen– a la tradicional pugna entre izquierda y derecha, introduce nuevos términos en una ecuación electoral que puede poner fin al ciclo iniciado en 1982, con la irrupción de un nuevo eje generacional y complicando la aritmética, sobre todo en las circunscripciones pequeñas, blindadas por la ley electoral como fortines del bipartidismo.
Por eso dice Lluís Orriols, politólogo especializado en opinión pública y comportamiento electoral, que las primas de escaños –diputados que obtienen por encima de lo que un sistema proporcional perfecto les otorgaría–, que habitualmente han impulsado al bipartidismo, van a seguir beneficiando al PP, algo menos al PSOE, “que en el computo general de la democracia ha sido el más beneficiado por esa prima”, afectará poco a Ciudadanos –dado que “su crecimiento puede permitirle entrar en todas las circunscripciones”– y castigará a Podemos.
En cuanto a las estrategias de campaña, Lluís Orriols cree que la posición defensiva de mínima exposición del candidato del PP –impulsando las aspiraciones de Soraya Sánez de Santamaría– puede asegurar su triunfo por la mínima, pero renuncia a garantizar la investidura.
Ciudadanos y Podemos parecen tener claras a estas alturas sus estrategias, y quien se encuentra en peor posición es el PSOE. “Planificaron toda la campaña basándose en la bipolaridad y, con el crecimiento de Ciudadanos, esa estrategia ha saltado por los aires”. El PSOE se enfrenta a una situación inédita, sostiene el también politólogo Pablo Simón, cofundador de El Politikon, “jamás había tenido que competir por el espacio electoral a derecha e izquierda”, en una tormenta perfecta en la que pierde apoyos por ambos lados. Para poder reactivar su campaña basada en la bipolaridad, dice Simón, “tiene que cerrar la hemorragia en el voto del centro”.
La falla de San Andrés de estas elecciones, zona de riesgo sísmico, se ha situado pues en el lindero entre PSOE y Ciudadanos. Para Simón, los socialistas son los que más se juegan en la campaña, pueden crecer sobre los agoreros sondeos, pero también pueden hundirse, en cuyo caso la fuga de votos se aceleraría, en el medio urbano (hacia Podemos) y en el rural (hacia Ciudadanos).
En este sentido, Ciudadanos, que recibe nuevo voto sobre todo por su derecha, según el analista electoral Jaime Miquel, autor de La perestroika de Felipe VI, está empezando a entrar en la mitad más vieja del electorado del PP, a mucha mayor velocidad de lo que Podemos está logrando con el elector mayor del PSOE. “Les están levantando escaños blindados de las Castillas”.
Esta situación, que no impedirá la victoria del PP, salvo hecatombe, lleva a Miquel a vaticinar que en la primera encuesta que se haga al día siguiente de las elecciones, “Ciudadanos será ya la primera fuerza política del país, y en unos tres meses, Podemos habrá adelantado al PSOE”.
De producirse este relevo en la hegemonía de la derecha, el filósofo Daniel Innerarity, que acaba de publicar el ensayo La política en tiempos de indignación, vaticina un debilitamiento del Estado. “Pasaríamos de una derecha de notarios, abogados del Estado y registradores de la propiedad, que lo más liberal que fueron capaz de aplicar fueron privatizaciones de capitalismo de amiguetes, a una derecha de jóvenes que han estudiado administración de empresa, muchos de los cuales no han tenido buenas oportunidades por culpa de los sistemas de cooptación, y que han estudiado AdE y que no veneran el Estado”. En este sentido, “el ideal reformista puede suponer mayor apertura, pero también un debilitamiento de la política”.