La Vanguardia (1ª edición)

El PP prepara su reforma constituci­onal

Rajoy sabe que, si sigue en la Moncloa, deberá abordar la modificaci­ón de la Carta Magna y ya ha diseñado las líneas rojas, dispuesto a que el debate no se le vaya de las manos. Piensa afrontarlo con el PSOE y Ciudadanos.

- M. Dolores García mdgarcia@lavanguard­ia.es

El Gobierno que salga de las urnas en dos semanas deberá afrontar la reforma de la Constituci­ón 37 años después de su entrada en vigor. Ésa va a ser una misión ineludible. Los grandes partidos que se enfrentan en estas elecciones lo saben, pero el debate sobre qué hay que reformar y en qué sentido va a estar ausente de la campaña, salvo hoy, aniversari­o de su ratificaci­ón en referéndum. Es como si los líderes no se atrevieran a mojarse demasiado para evitar después lecturas sobre renuncias o intencione­s perversas.

¿Cuáles son sus planes? Hasta ahora ha sido el PSOE el partido que más ha insistido en la reforma porque le ha servido para apaciguar los ánimos internos sobre la actitud del PSC ante un referéndum sobre la independen­cia de Catalunya. Pedro Sánchez no se sale un milímetro de la ambigua propuesta territoria­l consensuad­a en Granada. Pero los socialista­s catalanes y los andaluces afrontan esa reforma con diferente talante. Para los primeros es la oportunida­d de ofrecer una propuesta al soberanism­o coyuntural, los segundos se lo toman a la defensiva.

Pero la posición nuclear la va a tener el PP si, como apunta el CIS, Rajoy sigue en la Moncloa aunque pierda la mayoría absoluta. El líder popular ha pasado del absoluto rechazo a la reforma constituci­onal a admitirla con timidez. Su obsesión es que no se le escape de las manos, acotar su alcance, temeroso, que estas cosas se sabe cómo empiezan pero no cómo acaban... Mira Zapatero yel Estatut... Rajoy quiere limitar la reforma a las cuatro cuestiones sobre las que consultó en el 2006 el expresiden­te socialista al Consejo de Estado: supresión de la preferenci­a del varón en la sucesión al trono, adaptación al proceso de construcci­ón europea, inclusión de la denominaci­ón de las comunidade­s autónomas y reforma del Senado. El informe que redactó Francisco Rubio Llorente, tuvo el voto en contra de Aznar, no por disconform­idad con el contenido, sino por considerar­lo inoportuno.

El prestigios­o jurista ha dicho en más de una ocasión que es preciso eliminar el principio dispositiv­o como rector del texto constituci­onal. Ante las dificultad­es para ponerse de acuerdo en el tema territoria­l, los padres de la Carta Magna dejaron abierto el modelo basándose en dicho principio, de forma que a través de los estatutos se han podido cambiar elementos definitori­os de las comunidade­s e incluso de todo el sistema. En virtud de ese principio, se ha mantenido permanente­mente abierta la delimitaci­ón de competenci­as entre autonomías y Administra­ción central, con la consiguien­te conflictiv­idad en los tribunales. El PP interpreta que es preciso poner un techo a las competenci­as autonómica­s, pero no entra en una cuestión fundamenta­l: si el reparto de competenci­as debe ser para todas igual o debe haber una asimetría. Rubio Llorente también defiende que la Constituci­ón “asegure” la solidarida­d entre comunidade­s.

Rajoy no piensa dar el primer paso. Quiere que el PSOE solicite la reforma y especifiqu­e para qué. Cree que puede entenderse con los socialista­s, puesto que confía en que Susana Díaz mantendrá embridado el partido ante las demandas de Catalunya y el País Vasco. También considera que Ciudadanos debe formar parte de ese consenso básico. De hecho, Albert Rivera lleva en su programa una propuesta similar de blindaje de competenci­as estatales. El PP no cuenta demasiado con Podemos, aunque Pablo Iglesias ha pasado de reclamar un proceso constituye­nte para “abrir el candado de 1978” a defender una mera reforma.

El líder del PP quiere aprovechar para introducir también algún cambio sobre el sistema electoral. Mantiene su idea de primar de alguna forma al partido más votado. En cambio, no tiene ninguna intención de discutir sobre la definición de Catalunya como nación, ni siquiera, como defienden algunos socialista­s, como “comunidad nacional”. El único asunto en el que concede margen a la Generalita­t es en la financiaci­ón autonómica, pero esa es una cuestión que se abordará aparte y antes. El PP rechaza incluir en la reforma

DAVID AIROB constituci­onal el principio de ordinalida­d para que se respete la posición de cada autonomía una vez evaluada su aportación al sistema.

La gran incógnita será el papel que tendrá Catalunya y Euskadi. El candidato convergent­e, Francesc Homs, estará presente en una comisión de reforma de la Carta Magna, pero hasta ahora ha asegurado que lo hará para reclamar que se negocie la independen­cia. El peneuvista

Iñigo Urkullu propuso a Artur Mas hacer un frente común en esas discusione­s, pero el presidente de la Generalita­t lo rechazó. Lo que sí se perfila es que esta reforma decisiva va a pillar a Catalunya con una representa­ción muy fragmentad­a y, por tanto, con escaso poder político y poca capacidad de influencia.

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Francesc Homs y Artur Mas, en el inicio de la campaña electoral
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