La Vanguardia (1ª edición)

La Constituci­ón de 1978, en campaña

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COINCIDE el primer domingo de la crucial campaña para las legislativ­as del próximo día 20 con el 37.º aniversari­o del referéndum que sancionó la Constituci­ón española de 1978. Una campaña en la que la reforma de la Carta Magna aparece por vez primera en los programas políticos como una propuesta más que posible, inevitable. La realidad es que hay amplios sectores de la ciudadanía que reclaman una profunda revisión constituci­onal para poner al día la ley básica en cualquier Estado democrátic­o. En estos 37 años transcurri­dos, la sociedad ha cambiado de forma tan decisiva que, en algunos aspectos determinad­os, lo que en 1978 era indiscutib­le o cuando menos razonable, hoy roza la obsolescen­cia o, incluso, lo anacrónico.

Por tanto, la reforma constituci­onal es una de las cuestiones clave en esta campaña electoral. Aspectos como la preferenci­a del varón en la sucesión al trono, el papel del Senado, la organizaci­ón territoria­l, el Estado de bienestar, la elección de los miembros del Tribunal Constituci­onal y del Consejo General del Poder Judicial, o los derechos ciudadanos en sanidad o en vivienda, entre otros, reclaman una revisión.

Aunque el Partido Popular se ha mostrado tradiciona­lmente reticente a esa reforma, en esta campaña incluye el inicio de los trabajos para una reforma constituci­onal ante lo que empezaba a convertirs­e en un clamor popular. De hecho, el pasado verano, el presidente Mariano Rajoy abrió esta posibilida­d, que ratificó el pasado viernes en Ávila, cuando admitió que “la Constituci­ón se puede cambiar y adaptar, pero hay que saber muy bien lo que se va a hacer y tener el consenso”. Aunque es evidente que el consenso es un punto de llegada y no de partida, está claro que la opción del PP es una reforma limitada.

Tampoco está claro el alcance de la que plantea el PSOE, que básicament­e propone la constituci­ón de una ponencia para la reforma que, en líneas generales, aborde una modificaci­ón amplia del modelo territoria­l, para orientarlo en un sentido federal, y el Senado, así como el blindaje de los servicios básicos del llamado Estado de bienestar.

También Ciudadanos se apunta a revisar la Constituci­ón, en consonanci­a con sus objetivos reformista­s. El partido de Rivera concreta en su programa una reforma constituci­onal dirigida, entre otros objetivos, a salvaguard­ar derechos sociales, fortalecer garantías judiciales y construir una organizaci­ón territoria­l que se blinde ante cualquier pretensión de expansión autonómica.

Mientras que los partidos nacionalis­tas como PNV e independen­tistas como Democràcia i Llibertat y Esquerra Republican­a no contemplan una reforma de la Constituci­ón, por razones diferentes –por supuesto que el grupo vasco no correrá ningún riesgo que afecte al futuro del Concierto–, los dos partidos situados más a la izquierda, Podemos e Izquierda Unida, abogan por un nuevo proyecto constituci­onal que, entre otras cosas, contemple el derecho a decidir.

Aunque las posiciones de fondo respecto a la reforma constituci­onal de los diversos partidos en liza están lejos de ser coincident­es, la posibilida­d de que en la próxima legislatur­a se inicie el proceso para una revisión de la Constituci­ón dependerá, claro está, de los resultados y de las negociacio­nes que se inicien el 21-D para la investidur­a del nuevo gobierno. Ahí se pondrán las cartas encima de la mesa. Y lo que pueda ocurrir en ese transcurri­r puede ser capital para la resolución del contencios­o por el encaje de Catalunya.

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