Especialistas. Negociadores policiales para los nuevos episodios de crisis
Crece el papel de los especialistas en escuchar, gestionar miedos y solventar riesgos con palabras
Su arma es la palabra, su objetivo salvar vidas y ganar tiempo.
Los inicios están en la memoria de muchos investigadores porque aquellos casos todavía se comentan en las academias. Durante muchos años, el que fuera jefe de la Policía Judicial de la Jefatura Superior de Catalunya, Carlos Rubio, ostentó el cargo de negociador. En agosto de 1999 mantuvo más de seis horas al teléfono y sin colgar a un campesino marroquí que secuestró en pleno vuelo un Boeing con 79 pasajeros y nueve tripulantes mientras cubría el trayecto de Casablanca a Túnez. Mohamed El Ouafi, de 45 años, quería llegar a Frankfurt en busca de un mejor futuro para su familia. El comandante aterrizó en El Prat con la excusa de repostar y Rubio se puso a trabajar desde un teléfono de la torre de control. En aquella ocasión, su papel no acaparó demasiada atención. Tres años después, su labor de negociador con un estudiante que retuvo a punta de cuchillo cuatro horas a una veintena de niños en un colegio de l’Hospitalet de Llobregat puso en valor su figura. El comisario hizo creer al estudiante de que los rehenes tenían hambre y debía dejar entrar a un repartidor de pizzas. El final fue feliz. El repartidor resultó ser un policía. Carlos Rubio detalló después en numerosas entrevistas sus habilidades comunicativas para resolver aquella crisis que durante horas mantuvo en vilo a Barcelona.
Muchas cosas han cambiado desde entonces. Desde la formación, teórica y práctica, que reciben los nuevos negociadores, hasta el papel que desempeñan en las
LOS INICIOS El comisario Carlos Rubio ya negoció con el secuestrador de unos niños en l’Hospitalet LA FORMACIÓN La Ertzaintza acaba de reunir a los mejores negociadores de España en un curso
estructuras organizativas de los Mossos d’Esquadra, la Ertzaintza, la Policía Nacional y la Guardia Civil. Cada vez más, el negociador es una especialidad imprescindible en los denominados “incidentes críticos”, en los que existe un riesgo para la vida de terceros. El negociador no sólo debe tener unas cualidades comunicativas innatas para sintonizar con los malos, sino que precisa de una formación, teórica y práctica permanente para adaptarse a los nuevos escenarios a los que se enfrenta en su día a día. El último episodio reciente de relevancia en el que ha participado un negociador fue en Francia.
Pascal, el jefe de los negociadores de la BRI (siglas en francés de la Brigada de Intervención de la Policía Judicial), llegó a la sala Bataclan dos horas después de la irrupción de tres yihadistas el para siempre inolvidable viernes 13 de noviembre. Con el apoyo de un segundo negociador y una psicóloga de la policía, Pascal logró contactar a través de un teléfono con uno de los terroristas. Tres días después de la masacre, el veterano investigador detalló en una entrevista a L’Observatore que logró hasta en cinco ocasiones hablar con dos de los asaltantes. “Mi objetivo era que se rindieran. Pero en la primera llamada ya supe que sería imposible”. Fueron conversaciones muy breves: a las 23.27, 23.29; 23.48; 00.05 y 00.18 horas. En las primeras, los terroristas “muy excitados” justificaron el atentado por la intervención militar de Francia en Siria, y exigieron una y otra vez, en bucle, la retirada de la BRI de las inmediaciones del Bataclan. En las últimas llamadas, el negociador les pidió “tiempo” para poder entrar en la sala y evacuar a los heridos, las mujeres y los niños retenidos. “Ya se verá, ya se verá...”, respondieron los yihadistas. “El efecto de las drogas iba desapareciendo. Ya no exigían. Creo que empezaron a entender dónde estaban, lo que habían hecho, y dejaron de repetir que cortarían el cuello a los rehenes y les arrojarían por la ventana”. Tras la última llamada, muy breve, Pascal comunicó a sus superiores que la negociación no avanzaba y que los islamistas no se iban a rendir. Los mandos de la policía aprovecharon todo ese tiempo en el que al menos uno de los yihadista no mataba mientras estaba al otro lado del teléfono para diseñar el asalto.
Durante los sucesos de París, a 918 kilómetros de distancia, en la academia de la Ertzaintza de Arkaute, los responsables de los grupos de secuestros y extorsiones de la Policía Nacional, los Mossos d’Esquadra y la Guardia Civil participaban en un curso de dos semanas que formó a los futuros negociadores de la policía vasca. Los especialistas coincidieron en Vitoria. Como llevan años participando en los diferentes programas de formación y actualización que se realizan en España y muchas capitales del mundo. El modelo de negociación policial que hay en España se ha convertido en un referente de prestigio internacional y en el mejor ejemplo de colaboración de los cuatro cuerpos.
En España, todos los negociadores policiales comparten un mismo esquema de actuación que en su día diseñó la Policía y que se ha ido perfeccionando con el paso del tiempo y enriquecido gracias al intercambio con algunas de las policías más avanzadas en materia de gestión de secuestros, como la colombiana o la norteamericana. Al final se trata de gestionar el miedo, domesticar la adrenalina y construir confianza con los interlocutores a los que hay que reducir. Los negociadores no mercadean, como en las películas, con cosas imposibles. No aconsejan, pero sí preguntan. Nunca ordenan, ni amenazan. Sintonizan con el otro. Tratan de entenderle, de
LAS PAUTAS DE TRABAJO Los negociadores policiales en España comparten un mismo esquema de actuación
NO ES COMO EN LAS PELÍCULAS No mercadea con cosas imposibles, escucha, pregunta y aconseja
ESPECIALIDAD POLICIAL El negociador debe ser una herramienta policial más al servicio del resto del cuerpo
NUEVOS PROTOCOLOS Cuando se ponga en riesgo la vida propia o la de terceros, se llamará a un negociador policial EXIGENCIA DE LA SOCIEDAD La policía debe agotar las vías de diálogo y persuasión en los escenarios propicios
COLABORACIÓN EXCELENTE Hay total coordinación de los especialistas de Mossos, Guardia Civil, Erztainza y Policía
controlarle emocionalmente, y de negociar con él la mejor salida para todos. No es sencillo. Como en todo, el negociador mejora con la práctica y la experiencia. En España, difícilmente se supera al año el centenar de episodios críticos de estas características.
Alberto Carba, de la Policía Nacional; Álvaro Montero, de la Guardia Civil; Enric Martínez, de los Mossos d’Esquadra y Hugo Prieto, de la Ertzaintza, son los jefes de los respectivos equipos de negociación de los cuatro cuerpos. Sin matices, todos defienden la figura del negociador como una nueva especialidad policial. Trabajan para que el negociador se convierta en una herramienta policial más al servicio del resto del cuerpo. Y no como hasta ahora que era el último recurso al que se acudía cuando nadie sabía ya qué hacer en una situación en la que alguien amenaza con poner en peligro su vida o la de terceros.
Los nuevos negociadores policiales no son sólo aquellos que
asesoran a la familia de un secuestrado. En la mente de todos está el negociador de las películas que guía al familiar en su trueque de condiciones con los secuestradores, mientras el rehén está retenido en un lugar desconocido.
El nuevo negociador policial es mucho más que eso. En las actuales estructuras policiales y protocolos de actuación se recoge que habrá que alertar a un negociador, por ejemplo, en los episodios cada vez más frecuentes de violencia machista en los que un hombre parapetado en una vivienda amenaza con la vida de sus familiares. Para estas situaciones graves, la Policía Nacional dispone de como mínimo un negociador en cada una de las jefaturas superiores. Además, el grupo central de Madrid se puede trasladar a reforzar la labor, en el supuesto de que el episodio se complique. Siempre bajo la premisa de que negociar es una tarea de equipo, advierte Carba. Nunca hay una única persona que asume la comunicación.
En Catalunya los Mossos d’Esquadra están acabando de pulir el que será su nuevo modelo de respuesta en situaciones críticas. En cada comisaría habrá un gran letrero con el teléfono en números rojos del equipo negociador de guardia al que se puede localizar las 24 horas de los 365 días del año. Pero los primeros en llegar al incidente serán los jefes de turno. Todos esos mandos ya han recibido formación en negociación y próximamente pasarán por las clases sobre el uso y manejo de las pistolas eléctricas que, por el momento, sólo podrán llevar ellos.
La Ertzaintza ha hecho suya la estructura de los Mossos, un modelo que responde cada vez más a lo que la sociedad exige a su policía, que agote las vías de diálogo y de persuasión en los escenarios que sean propicios para ello. “Se entiende que esa vía es válida cuando el interlocutor no está haciendo daño, en ese instante, a las personas que tiene retenidas”, advierte Martínez.
En el curso de los nuevos negociadores de la Etzaintza, Prieto convocó además de a los 13 negociadores de su unidad, a los miembros del grupo especial de intervención, el BBT (Berrozi Berezi Taldea). “Es bueno que tengan las nociones básicas para aquellos escenarios de difícil acceso en los que nosotros no podamos llegar”. En cualquier caso, para Prieto, un buen negociador, además de dotes de comunicador y psicología, necesita “el olfato policial que sólo se adquiere en la calle trabajando años en investigación”.
Suicidios, enfermos mentales atrincherados, extorsiones o una gran crisis protagonizada por un grupo terrorista también son situaciones en las que participará el nuevo negociador policial.
En la estructura de la Guardia Civil toda la negociación que no implica una investigación se deja en manos de los negociadores de la Unidad Especial de Intervención (UEI). Estos también reciben formación continua y están integrados en el grupo multidisciplinar de negociadores que hace tres años creó la Guardia Civil, explica Montero. Y recuerda, de los muchos casos en los que ha trabajado su equipo, el de la liberación de una menor secuestrada en Bolivia, un caso que se resolvió a medias con los Mossos. En aquella ocasión, no se negoció con el secuestrador. Pero sí hubo que hacerlo con los líderes sindicales de la zona de selva controlada por la guerrilla y traficantes para que los guardias civiles pudieran acceder armados hasta el lugar donde estaba retenida la pequeña.
Lo importante, negociar.