Maestro de la memoria fílmica
Acosado por la enfermedad desde hace años (mantuvo una firme batalla contra el cáncer), Jaime Camino era un creador sin límites y nos deja un notable legado de imágenes fílmicas y libros.
Reflejar en el cine la memoria histórica fue siempre una de sus grandes obsesiones. El director de Los felices sesenta (1963), Las largas vacaciones del 36 (1976) o Dragon Rapide (1986) ha fallecido a los 79 años.
Entrevistado en 1980 en estas páginas por su amigo Lluís Permanyer, que le sometió a un Cuestionario Proust, Jaime Camino rememoraba: “Para ir a la escuela y fingir que tenía fiebre, cuando era niño me ponía papeles de periódico en los pies. Entonces me quedaba en cama, hacía campana y leía a Dostoievski”.
Jaime Camino Vega de la Iglesia nació en Barcelona el 11 de octubre de 1936. Su padre era hijo de un militar fallecido muy joven y que tras mucho esfuerzo llegó a ser propietario de Establecimientos Quillet, que se anunciaba con el eslogan Desde un alfiler hasta un elefante.
La madre, María Teresa Vega de la Iglesia, era una bilbaína que se instaló en Barcelona con dos hermanas suyas. Colaborador en revistas como Ínsula y Nuestro Cine, Jaime Camino se licenció en Derecho en 1958 por la Universidad de Barcelona. En su época universitaria ya escribió una recopilación poética titulada Juventud y sentimiento, y en 1959 era finalista del Premio Nadal con La coraza. La poesía y el teatro fueron sus pasiones iniciales.
En 1962 filmaba un par de cortometrajes y al año siguiente, creaba su propia productora, Tibidabo Films, y asumía la aventura de escribir y dirigir su primer largometraje, Los felices sesenta, en la que narraba la historia, algo elevada de tono en aquella época de represión censora, de un idilio estival de una mujer casada y con hijos que reencuentra a un antiguo amigo. El amplio reparto incluía a Yelena Sacarina, al realizador francés Jacques Doniol-Valcroze, Germán Cobos, Daniel Martín, Margarita Lozano y apariciones de Joan Capri y Xavier Regàs. La película mostraba indudables influencias de la Nouvelle Vague y Antonioni.
Jaime Camino siempre supo condensar de manera muy creativa la síntesis entre documental y ficción. Con la ayuda en el guión de Romà Gubern, en 1967 realizaba Mañana será otro día, film de características más comerciales, con Sonia Bruno y Juan Luis Galiardo encabezando el reparto.
Pero su ilimitado interés por la Guerra Civil y los profundos, irreparables desgarros que produjo en nuestra sociedad, retorna en 1969 con España, otra vez.
En 1973 efectúa un paréntesis con Mi profesora particular , en cuyo guión intervienen Jaime Gil de Biedma y Juan Marsé, y película en que Joan Manuel Serrat actuaba al lado de Analía Gadé. Ella repetiría tres años más tarde en Las largas vacaciones del 36 ,al lado de Ismael Merlo, Ángela Molina, Vicente Parra, Francisco Rabal, José Sacristán, Concha Velasco… Una película que Jaime Camino llevaba durante años en su pensamiento, pero que sólo pudo rodar inmediatamente después de la muerte del Caudillo, y donde mostraba las contradicciones de la burguesía catalana ante la insurrección franquista.
Y el Caudillo, recreado por el siempre camaleónico Juan Diego, volvería a estar presente en Dragon Rapide (1986), otro repaso histórico del oprobio. Pero una de sus películas que ha dejado mayor recuerdo es el documental Los niños de Rusia, que en el 2001 cerraba su filmografía. Jaime Camino hizo historia de la Historia, mostrando habitualmente una extraordinaria pericia narrativa.
Tuvo un ilimitado interés por la Guerra Civil y los profundos desgarros que produjo en nuestra sociedad